(CNNMéxico) – A más de 50 años de la aparición del Chavo del Ocho en la televisión, su popularidad continúa presente y los personajes de la serie: Kiko, Ñoño, la Chilindrina y el mismo Chavo pueden encontrarse en una serie de artículos que van desde la leche, hasta muñecos de colección.
El cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños, quien falleció este 28 de noviembre a los 85 años, creó una serie de programas televisivos como El Chapulín Colorado, el Dr Chapatín, los Caquitos y los Chifladitos, pero su mayor éxito fue la serie del Chavo del ocho, que narra las vivencias de un niño huérfano que vive en una vecindad rodeado de curiosos personajes.
La clave del éxito del programa, sobre el resto de sus creaciones, radica en la identificación del público con estos personajes, dijo Juan Carlos Rivera, Director del Departamento de Administración, Mercadotecnia y Negocios Internacionales del Tecnológico de Monterrey.
“La clave del éxito de Chespirito y sus personajes es que hay cierta corresponsabilidad con un joven que no tiene oportunidades económicas muy altas, que vive dentro de un núcleo social perfectamente delimitado que es la vecindad y donde hay personajes que hasta cierto punto representan que todos hemos tenido. Personas que todo mundo ha convivido”.
En 1970 se empezaron a transmitir sketches del Chavo del ocho en el programa Chespirito y estos tuvieron tanto éxito que poco tiempo después, la televisora Televisa decidió convertirlo en una serie y dedicarle media hora en horario estelar un día a la semana.
A partir de ese momento el Chavo se catapultó a la fama en Latinoamérica y para 1973 el programa se transmitía casi en toda la región y su popularidad lo colocaba en el primer lugar de rating, según su página oficial.
Actualmente la serie se transmite en toda Latinoamérica, España y es doblada en otros 10 países. Y a través de un modelo de licencias, del que se encarga Televisa, el Chavo y sus amigos están presentes en muchos productos.
“(Este modelo) prevé que el dueño de una marca permita a un tercero, un fabricante de productos, utilizar el nombre o la imagen de esta persona para otros fines. Ahí el hecho de que se pueda decir ‘vamos a desarrollar algún alimento que sea el alimento del Chavo del ocho’”, explica Rivera.
Bajo este modelo, el Chavo y sus vecinos han llegado a la mesa de familias en México y sudamérica en artículos coleccionables dentro de las galletas, en imágenes impresas en las cajas de cereal y en las de la leche.
Los personajes también han adoptado la forma de figuras coleccionables, títeres, muñecos de peluche y juegos de mesa. Sin embargo su comercialización en el mundo es reciente, y fue hasta 2013 que todos estos productos llegaron a Estados Unidos, aunque en países de Sudámerica también se cuentan con estas licencias.
Además a medio siglo de su creación, el Chavo del ocho sigue renovándose y también ha llegado al mundo digital con su propia aplicación en la que permite que los usuarios se vistan como él, jueguen con los personajes e incluso le hagan preguntas. También tiene videojuegos como el Chavo Kart para la consola Wii en el que recorre las calles de Chavoltepec y Tangamandapio.
En 2006 también se estrenó una versión en caricatura de la serie, titulada El chavo del Ocho animado que se basa en los programas y libretos originales.