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Por Alexcis Spencer Lopez, especial para CNN

Nota del editor: Alexcis Spencer Lopez es propietaria de A Transformative Touch Wellness Center en Tucson, Arizona. También es investigadora de la iniciativa Public Voices de The OpEd Project.

(CNN) — “Al final siempre es horrible”, cuenta mi clienta mientras recuerda las fiestas anteriores con su familia. “Más de veinte años de terapia y de autosuperación se esfuman en menos de 20 minutos. Cada año me prometo que el siguiente año no iré, pero siempre permito que la culpa me haga ir una vez más”.

Muchos de nosotros tememos las fiestas por razones similares. En mi centro de bienestar, los clientes a menudo reservan el doble de sesiones de masajes, acupuntura, asesoría e hipnoterapia en la temporada de las fiestas para que les ayuden a sobrevivir a sus reuniones familiares.

Hay que decir que en algunos casos, la decisión más sana es no pasar tiempo con la familia. Sin embargo, hay formas de sentirse mejor con los familiares, trucos para sobrevivir a las fiestas y que tu zen salga intacto. Les recuerdo a mis clientes que no se compliquen: los cambios pequeños pueden provocar cambios grandes y positivos.

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Estos son tres de ellos:

1. Administra tu visita

Toma el control de tu visita desde el principio. El tiempo que pasas con tu familia es limitado, puede ser una hora o un par de días. Decide de antemano cuánto tiempo te quedarás y comunica claramente tus planes a los familiares a los que visitarás.

Si viajas para estar con la familia, repite conmigo: vale la pena gastar en un hotel o motel y tal vez rentar tu propio auto. Tener tu propio espacio para retirarte y la independencia para ir y venir a tu gusto es invaluable.

Una amiga mía disfrutaba de recuperar el contacto con su familia, pero descubrió que no tenía a dónde escapar cuando se quedaba con sus padres, quienes usaban el tiempo que tenían a solas para “echarle montón” por las decisiones de vida que había tomado.

El año pasado, les informó a sus padres que se quedaría en un hotel y que conseguiría un auto. “¡Fue grandioso! Fue la primera vez en la que fui a casa y me sentí como adulto. Cambió totalmente mi percepción y mi experiencia”.

Si eres tú quien recibirá a su familia, establece límites claros respecto al momento y el periodo por el que serán bienvenidos, qué tienen que traer y cómo pueden ayudar. Anima a quienes vienen de fuera a conseguir su propio alojamiento a menos que realmente disfrutes de su compañía las 24 horas.

Sin importar a qué acuerdo lleguen, establece claramente tus expectativas desde el principio para que nadie salga herido.

2. Libérate de los roles

Reunirse con la familia puede parecer como si retomaras una historia muy vieja en la que todos saben qué personaje les corresponde pero ya nadie quiere protagonizarlo. Decídete a cambiar el guión. La forma más fácil de hacerlo es cambiar tu perspectiva: observa e interactúa con las personas como individuos y no como personajes. En otras palabras, en vez deMamá, Papá, la oveja negra y el chico bueno, velos como Sandra, BetoJeni y David.

Es frecuente que los problemas familiares surjan de la falta de reconocimiento y respeto a los individuos en los que nos hemos convertido.

Si queremos que nos vean como persona y no con alguna etiqueta de la que nos deshicimos hace años, necesitamos poner el ejemplo y empezar a mostrar el mismo respeto a nuestros familiares.

Una de mis clientas regresó rozagante de una visita familiar el año pasado. “De pronto pude ver que mi madre es una persona que ha vivido muy sola y con miedo”, dijo. “Pude ver a la persona más allá de sus críticas y me di cuenta de que no sabe cómo amarse, ya no digamos cómo amar a alguien más”. En vez de enojarse, sintió compasión por su madre, lo que fue un gran paso para sanar su relación con ella.

3. Practica el aprecio

Es muy fácil concentrarnos en todas las cosas que andan mal o en la forma en la que nuestra relación no es como quisiéramos que fuera. Esta atención a lo negativo sólo puede generar más negatividad y resentimientos. Recuerda: encontramos lo que buscamos y entre más lo buscamos, más descubriremos.

Mira a tu familia con aprecio. ¿Qué características de ellos admiras? ¿Qué extrañarías de ellos si ya no vivieran? ¿Qué cosas de tu familia te hacen sentir agradecido?

Esto de ninguna forma es fácil al principio, pero hay al menos una cosa qué apreciar en toda persona o en toda situación. Incluso puedes ir más allá y compartir con tus familiares tu descubrimiento. No hay nada más agradable que alguien te diga qué le gusta de ti.

Adoptar un enfoque de aprecio puede tener como resultado una transformación. Uno de mis clientes buscó cosas qué apreciar en su suegra como si fuera un juego. “No fue fácil, pero una vez que encontré un par de cosas fue más fácil concentrarme en ellas en vez de en lo demás. Creo que notó algo porque nuestra relación no parece tan tensa y el otro día mi esposa me agradeció que hubiera sido tan amable con sus padres”.

Entre más te concentres en lo que agradeces en tu vida y en lo que aprecias en tu familia, más bendiciones encontrarás.

En resumen: el objetivo es sentirse mejor. Recuerda: tú eres la única persona que necesita cambiar para que tú te sientas mejor. Gracias al cielo, porque es la única persona sobre la que tenemos control.