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Por Quintan WiktorowiczShahed Amanullah

Nota del editor: Quintan Wiktorowicz trabajó como asesor senior del presidente Obama para combatir el extremismo violento de 2011 a 2013 y es socio gerente de Affinis Global, una firma consultora de estrategia y comunicaciones. Shahed Amanullah es un empresario de Silicon Valley y director de Affinis Global. Trabajó para el Departamento de Estado como asesor senior de tecnología de 2011 a 2014. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente suyas.

(CNN) – Los extremistas violentos como el autoproclamado Estado Islámico de Iraq y Siria, o ISIS, se han vuelto cada vez más sofisticados en la creación de densas redes mundiales de apoyo en línea, redes que están ayudando a que estos grupos operen círculos virtuales en torno a gobiernos y comunidades. Y son actividades como estas las que han planteado una inquietante perspectiva, una que tiene serias implicaciones para la lucha contra el extremismo: podríamos perder la guerra de la información.

Es con esta inquietante realidad en mente que el gobierno de Obama llevará a cabo esta semana una Cumbre contra el Extremismo Violento, donde hará hincapié en la importancia de las compañías tecnológicas en la lucha contra el reclutamiento de terroristas.

Esto es de importancia fundamental. Como lo recalcó Robert Hannigan, director de la Oficina Central de Comunicaciones del Gobierno Británico (la organización hermana de la Agencia de Seguridad Nacional), los servicios de las compañías tecnológicas “se han convertido en las redes de comando y control elegidas por los terroristas”.

ISIS, en particular, ha demostrado ser agresiva en el uso de la tecnología para radicalizar. Ha movilizado a legiones de seguidores en línea para atraer a las audiencias en maneras que se aprovechan de la naturaleza descentralizada y abierta del Internet; así, han hecho uso de herramientas en línea como Twitter, Facebook, Ask.fm, Kik, SoundCloud e Instagram, por mencionar algunas. De hecho, en un solo día el verano pasado, los partidarios de ISIS enviaron unos 40.000 tuits, y a menudo tuitean repetitivamente etiquetas específicas en momentos particulares del día para maximizar la posibilidad de que el mensaje se vuelva tendencia.

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ISIS también ha operado estratégicamente campañas de etiquetas para sacarle provecho a los temas que son tendencia en Twitter, como la Copa del Mundo y el Ébola, los cuales no tienen nada que ver con el extremismo violento. Los extremistas vinculados a ISIS han utilizado las redes sociales para enfocar mensajes en grupo, diseminar juegos simuladores ideológicos, y transmitir videos de alta producción, y el grupo ha creado sus propias tecnologías, entre ellas una aplicación para teléfonos inteligentes que fue lanzada el año pasado y amplifica sus campañas de mensajería.

Los gobiernos están luchando por mantenerse al día. ¿Cómo deberían responder?

Para empezar, necesitan hacer uso del talento, la creatividad y las capacidades del sector privado. Sin embargo, involucrar a las compañías tecnológicas para contrarrestar el extremismo será un desafío. Es cierto, el gobierno de Estados Unidos ha estado haciendo a Google, Twitter, Facebook y otras grandes compañías partícipes del problema desde al menos 2008. Pero aunque esto ha generado unas cuantas incitativas, como la capacitación en redes sociales para musulmanes estadounidenses y la Red en Contra del Extremismo Violento catalizada por Google Ideas, aún no hemos visto la escala de la participación requerida para tener un impacto estratégico.

Parte del reto es que, aunque las grandes compañías claramente quieren ayudar, tienen que navegar por complicadas prioridades que las distinguen de los gobiernos, como los accionistas, los beneficios, las marcas y las fuerzas del mercado. Igualmente importante es que esas compañías de alto perfil podrían encarar riesgos reales de seguridad. Cuando Twitter cerró las cuentas de los afiliados a ISIS el año pasado, por ejemplo, un prominente partidario de ISIS hizo un llamado a asesinar a los empleados de Twitter. Debido a los recientes atentados de París y Sídney, estas clases de amenazas son escalofriantes. Por lo tanto, el gobierno de Obama tendrá que determinar de qué manera ayudar a que las compañías se abran camino en medio de los inherentes riesgos involucrados en el hecho de que el sector privado contrarreste el extremismo violento.

Una solución es fomentar la participación de más emprendimientos ágiles que estén dispuestos a introducirse en mercados nicho como contrarrestar la mensajería extremista. Estas compañías son más ligeras, están deseosas y se ven menos presionadas por los cálculos de riesgo que limitan a las grandes empresas. Además, la comunidad de emprendimientos está haciendo más y más énfasis en el impacto social como un aspecto imperativo de los negocios, y esta tendencia probablemente se acelerará a medida que más personas de la generación del milenio empiezan nuevos negocios. De modo interesante, investigaciones muestran que los miembros de la generación del milenio le dan un gran valor a las inversiones que generan un impacto social positivo.

Igual de importante es el hecho de que el mercado de la lucha contra el extremismo, en muchos aspectos, se adecúa más a las empresas pequeñas y flexibles que a las grandes compañías. La radicalización se ve impulsada por una serie de factores distintos (como las crisis de identidad, un sentido de impotencia, un deseo de aventura, e incluso el idealismo equivocado), cada uno de los cuales representa una posible oportunidad de negocio. Las grandes compañías podrían no estar interesadas en abordar estas necesidades de mercado si las aparta de sus principales productos y servicios, lo cual deja espacio para una constelación de emprendimientos especializados.

El mercado de la juventud musulmana, en particular, está experimentando una inmensa transformación política, cultural y religiosa, y muchas grandes compañías están nerviosas por la volatilidad. Como resultado, el mercado de 500 millones de jóvenes musulmanes está deplorablemente desatendido. Los emprendimientos, especialmente los que proceden de las comunidades musulmanas, pueden estar mejor posicionados y motivados para encarar las necesidades de la juventud musulmana en una forma que ayuda a contrarrestar la radicalización.

En la cumbre de la Casa Blanca, el presidente probablemente pedirá ayuda de parte de las compañías tecnológicas, y nosotros animamos a la administración a involucrar a los emprendimientos talentosos y apasionados además de a las empresas reconocidas. Esta semana, para apoyar la cumbre y facilitar una mayor participación del sector privado, lanzaremos una incubadora especializada de emprendimientos (Affinis Labs) y estamos formando un fondo privado de inversión para los emprendimientos involucrados en contrarrestar el extremismo.

La realidad es que ISIS opera como un emprendimiento ágil e impulsado por su misión para difundir su perversa ideología, y no lo derrotaremos solo por medio del gobierno y las grandes corporaciones. Estados Unidos está a la vanguardia del emprendimiento y la innovación, y hay emprendimientos listos para atender al llamado del presidente Obama, entre ellos emprendimientos liderados por apasionados musulmanes estadounidenses que están creando negocios y empresas sociales que desafían las narrativas del extremismo violento.

Creemos firmemente que los empresarios estadounidenses están preparados para apoyar la lucha contra la radicalización.