(CNN) — Joseph Blatter se levanta al amanecer y se acuesta 18 horas más tarde. Por las mañanas, el presidente de la FIFA, de 79 años, cumple con las labores propias del hombre más poderoso del futbol mundial: se reúne con presidentes, príncipes, dictadores y oligarcas que buscan que el deporte más popular del mundo refleje en ellos su gloria.
Tanto sus críticos como sus aliados coinciden en que Blatter es un político consumado que ha sobrevivido a 17 años de escándalos, acusaciones de corrupción y al ascenso y la caída de contendientes políticos internos. Este viernes quedó confirmado con su reelección en el organismo internacional.
Pero, al principio de esta semana, mientras Blatter se preparaba para lo que sería su quinta coronación como presidente en el congreso anual de la FIFA, una redada en un elegante hotel a orillas del lago Zúrich hizo añicos esta autocomplacencia.
Los fiscales estadounidenses consignaron el miércoles 27 de mayo a nueve funcionarios de la FIFA, así como a cinco ejecutivos de los medios de comunicación y la publicidad, por presuntamente haber aceptado sobornos por más de 150 millones de dólares a lo largo de 20 años.
Los arrestos se hicieron a instancias del FBI, que había investigado a los ejecutivos de la FIFA desde 2011. Las acusaciones de corrupción, sobornos y otras vilezas habían rondado a la FIFA, pero fue necesaria una investigación del FBI y la amenaza de ir a la cárcel para romper el silencio.
Es, por mucho, el escándalo más grande al que se han enfrentado el mundo del fútbol y la FIFA, organización que Blatter construyó a su semejanza y que lleva grabada en los huesos.
Sí, quedan muchas preguntas mientras el escándalo domina los titulares. ¿Cómo es posible que Blatter siga en el poder? ¿Por qué suscita tal lealtad y repugnancia? Y la más importante, ¿podrá sobrevivir a la batalla más importante?
De goleador a funcionario
Joseph Blatter nació en 1939 en una familia proletaria de la pequeña ciudad de Visp, en Suiza.
Blatter fue un futbolista prometedor y jugó para el FC Visp en la liga más importante de Suiza, que en ese entonces era totalmente amateur.
En un reverente perfil de Blatter en sus días de futbolista, que se publicó en el semanario de la FIFA, se le describió como “un temible goleador de primera” que se había ganado el apodo de El Uwe Seeler del Alto Valais, en honor de un goleador alemán.
También se detalló que Blatter fue campeón de 100 metros planos en Valais en 1956, con un tiempo de 11.7 segundos.
A esto siguió una serie de empleos administrativos, entre ellos el de secretario general de la Federación Suiza de Hockey sobre Hielo. Tras pasar una temporada en la empresa relojera Longines, se unió a la FIFA en 1975.
La FIFA era un ente totalmente diferente en 1975. A Sir Stanley Rous, el británico que acababa de dejar la presidencia, siguió el primer no europeo en presidir la organización: el exnadador olímpico brasileño João Havelange.
En ese entonces, la FIFA solo tenía 11 empleados (Blatter era el número 12) y una sede relativamente modesta en Zúrich. No había torneos juveniles ni femeniles y el presupuesto era reducido.
“Cuando eligieron a Havelange en 1974, no había dinero”, contó a CNN Jerome Champagne, exasesor de Blatter que anunció su candidatura a la presidencia de la FIFA a principios de este año pero no logró obtener los votos suficientes para continuar.
“Era una organización eurocéntrica que trataba de crear un compromiso entre la segregación. Luego llegó alguien de fuera de Europa que quiere reconocer a la asociación de futbol de la República Popular de China y expulsar a la federación Sudafricana por el apartheid”.
Havelange contrató a Blatter para que firmara los primeros contratos de publicidad y que creara los primeros proyectos de desarrollo.
Seis años después, Blatter reemplazó a Helmut Kaser como secretario general de la FIFA y se puso en marcha un proceso que sentaría las bases de su futuro poder político: monetizar a la FIFA de una forma novedosa y distribuir la riqueza más allá de su núcleo político europeo.
“Durante 40 años, Blatter ayudó a desarrollar el futbol en Rusia, China, de Colombia a Vietnam, de Etiopía a Panamá”, agregó Champagne. “Si ayudas a un país durante 40 años, se desarrollan la amistad y la confianza”.
Blatter también recibió recompensas por su lealtad.
Cuando se incorporó a la FIFA, hace 40 años, el órgano tenía 144 miembros; hoy tiene 209. Cada federación tiene su propio voto y cada uno vale exactamente lo mismo en el congreso de la FIFA, que es el órgano que elige al presidente.
Eso significa que el voto de las Islas Cook (con 11.000 habitantes) y el de China (con 1.400 millones de habitantes) tienen el mismo peso, un poder igual cuando se trata de distribuir el éxito económico.
Ese éxito es grande: después del pasado Mundial en Brasil, la FIFA ganó cerca de 6.000 millones de dólares casi exclusivamente de derechos de transmisión y patrocinios, con lo que su patrimonio ascendió a 1.500 millones de dólares.
La polémica que lo persigue
Cada asociación nacional recibe un fondo anual de 250.000 dólares, así como un pago único de 500.000 dólares relacionados con las ganancias del Mundial. Los miembros del comité ejecutivo de la FIFA reciben 300.000 dólares al año, además de 500 dólares al día para gastos. El paquete incluye hoteles de cinco estrellas y vuelos en primera clase.
En el pliego de consignación de más de 100 páginas que emitió el Departamento de Justicia de Estados Unidos, se habla de un supuesto rastro de dinero sucio que ha dado la vuelta al mundo desde hace más de dos décadas y media.
La mayor parte de los actos de corrupción que se detallan en la orden se relacionan con contratos de publicidad: derechos exclusivos de transmisión televisiva con televisoras que solo se definen luego de que se paga una suma considerable para garantizar la exclusividad.
Uno de los casos es el de la Copa América 2016, que se celebrará en Estados Unidos por primera vez. Se dice que se pagaron asombrosos 110 millones de dólares en sobornos en relación con el torneo.
Se han hecho otras acusaciones. Un antiguo miembro del comité ejecutivo, Jack Warner, está acusado de aceptar un soborno de 10 millones de dólares por votar a favor de Sudáfrica para el Mundial de 2010.
Pero el momento más polémico de la presidencia de Blatter fue cuando en diciembre de 2010 reveló que las sedes para los Mundiales de 2018 y 2022 serían Rusia y Qatar.
La decisión tenía sentido para los miembros de la FIFA que entendían la visión globalizadora de Blatter. Pero todos los demás no daban crédito. Para empezar, la votación había quedado manchada por las acusaciones de corrupción en contra de varios miembros del comité ejecutivo.
Desde entonces, otros miembros del comité ejecutivo que votaron ese día han salido de la organización en medio de la controversia.
Las dudas respecto a la puja por las sedes de 2018 y 2022 no desaparecerán. Unas horas después de que los oficiales de la Policía suiza irrumpieran en el hotel Baur au Lac en Zúrich, los fiscales suizos anunciaron que se llevaría a cabo una investigación penal sobre el proceso de selección de las sedes de 2018 y 2022.
Un político poderoso
Ha habido intentos limitados de reformar a la FIFA. Tal era la cultura dentro del comité ejecutivo que Blatter designó a Mark Pieth, profesor de Derecho, para que encabezara un comité de gobierno independiente que analizara la gestión de la FIFA.
“Él es una persona muy ambigua, como todo el mundo, pero decir que es un dictador es demasiado simple”, dijo Pieth, quien se reunió con Blatter en varias ocasiones.
“Es muy parecido a un político poderoso. Se parece a todas estas personas que dirigen Estados grandes y organismos internacionales”.
El informe de Pieth incluyó siete recomendaciones clave, entre ellas la creación de un comité de ética independiente, imponer límites a los mandatos y hacer estrictas revisiones de ética a los nuevos miembros del comité ejecutivo.
Pieth dijo que se implementaron algunas, pero la UEFA, el órgano rector del futbol europeo, se opuso a muchas otras.
“No diría que Blatter es corrupto”, dijo Pieth sobre su colaboración con Blatter. “Diría que es el líder de una cultura del mecenazgo. No ha tomado nada indebido. No necesita hacerlo”.
“Lo suyo es el poder. No es la riqueza. El problema principal es el cambio cultural. En papel parece muy bien. El cambio cultural no se ha llevado a cabo”.
A pesar de la controversia por la votación para los Mundiales de 2018 y 2022, de la serie de acusaciones de corrupción que han asolado a sus colaboradores más cercanos pero que a él casi no le han afectado, Blatter decidió que buscaría el quinto mandato, el cual ganó este viernes.
Casi de inmediato recibió el apoyo de las asociaciones que más se han beneficiado durante su dirigencia; uno de los funcionarios incluso lo comparó con Jesús y con Nelson Mandela.
Le han aplaudido el haber levantado el futbol en Asia y en África, continentes que celebraron sus primeros Mundiales durante el mandato de Blatter, así como por el ambicioso programa de construcción de campos de futbol que se financia a través de Goal Project. Pero todo eso ha quedado opacado por las revelaciones del miércoles.
El único contendiente a la presidencia que quedó fue el príncipe de Jordania, Ali bin Al Hussein, quien luego de la primera ronda de votación, en la que no alcanzaron las dos terceras partes, dimitió para dejar camino libre a Blatter.
Blatter tendrá 83 años cuando termine su quinto mandato.
“A la gente le gusta el poder y les gustan los beneficios que conlleva”, dijo el profesor Smith. “Es muy difícil renunciar al poder. Piensen en el rey Lear. Es difícil aterrizar suavemente. La muerte o la jubilación por incapacidad son las únicas razones por las que se van”.
En vista de tanta negatividad, de tanto abuso, ¿por qué postularse nuevamente?
“Le dije: ‘¿por qué va a hacer todo esto? No tiene que hacerlo. Debería terminar su carrera ahora y llevar una buena vida’”, dijo Pieth, evocando una de sus últimas conversaciones con Blatter.
“Quiero irme por la puerta grande —respondió Blatter— y dejar la casa limpia”.