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¿Por qué EE.UU. se rehúsa a usar el sistema métrico?
02:00 - Fuente: CNN

(CNN) – Solo tres países no utilizan el sistema métrico hoy en día: Myanmar, Liberia y Estados Unidos. Sin embargo, decir que Estados Unidos es una nación que “no es métrica” es un término inapropiado. Estados Unidos ha avanzado más de una pulgada, aunque quizá no ha completado las nueve yardas.

Considera que las botellas de Coca-Cola se venden en litros. Lo mismo sucede con el vino. La medicina, en miligramos. Las etiquetas nutricionales de los alimentos son métricas. Y ¿qué pasa con una carrera corta de 100 metros o una carrera de 5K?

Sin embargo, Estados Unidos es la única nación industrializada en el mundo que no lleva a cabo negocios en pesos y medidas métricas.

Este es un tema que fue noticia de nuevo hace poco, cuando el demócrata Lincoln Chafee anunció su candidatura a la Casa Blanca. “Seamos audaces… unámonos al resto del mundo y optemos por el sistema métrico”, dijo Chafee en el lanzamiento de su campaña, y se refirió a la propuesta como una “integración simbólica” cuyo objetivo es demostrarle una buena voluntad al resto del mundo.

Esto es algo que se dice del diente al labio. Usar o no el sistema métrico ha sido un tema de gran consternación para este país.

Los oponentes han calificado a quienes quieren usar el sistema métrico de ser comunistas, y les han puesto otros nombres no tan agradables. Aquellos que están a favor han dicho que el bando de quienes se oponen son personas insensatas que están empecinadas en asegurarse de que Estados Unidos quede rezagado detrás de todo el mundo.

Existen blogs como el “Metric Maven” e incluso un libro sobre el tema. John Bemelmans Marciano dejó de escribir los populares libros infantiles “Madeline” iniciados por su abuelo, y el año pasado publicó “Whatever Happened To The Metric System?”

Marciano dice que su joven editor no tenía idea de que Estados Unidos había llegado a estar a tan solo milímetros de usar el sistema métrico. El libro revela una fascinante historia sobre cómo esta nación terminó con un sistema en el que 16 onzas equivalen a una libra, 12 pulgadas equivalen a un pie y 3 pies equivalen a una yarda.

El resto del mundo dice que es una tontería que Estados Unidos siga usando un sistema que a primera vista tiene poco sentido. Y los estadounidenses, a cambio, rechazan el sistema métrico como una creación extranjera. No importa que los estadounidenses utilicen el termómetro inventado por Daniel Gabriel Fahrenheit, un extranjero de extracto holandés-alemán-polaco.

Entonces, ¿cómo llegó Estados Unidos a ser tan alérgico al sistema métrico? Es una larga historia que Marciano saca a luz en su libro. Y empieza cerca del inicio, con Thomas Jefferson.

No se trata de la ciencia; se trata del capitalismo

El tercer presidente de la nación propuso dividir las monedas de Estados Unidos en décimos, centésimos y milésimos, escribe Marciano. Eso hace que Jefferson sea el padre de la conversión estadounidense al sistema métrico. El Congreso aprobó su plan y (¡sorpresa!) Estados Unidos se convirtió en el primer país del mundo en adoptar una moneda en decimales.

Pero los franceses fueron los primeros en adoptar un sistema métrico de medidas durante la Revolución Francesa. Dividir dentro de 10 era mucho más fácil que el sistema antiguo, argumentaron. El agua se congela en cero, no en 32, y llega a un punto de ebullición en 100, no en 212.

Sin embargo, Marciano hace un argumento creíble para la antigua forma de contar, la cual se basa en elementos cotidianos y partes del cuerpo.

“Las personas dicen que el sistema mtrico tiene sentido”, dice Marciano, “pero en la naturaleza no pensamos en dividir las cosas dentro de 10, ¿o sí? Pensamos en mitades, en pies y en tercios”.

Los acres, por ejemplo, se basaban en la cantidad de tierra que un hombre podía arar en un día.

“A lo largo de la historia hemos medido cosas por nuestra cuenta”, dice Marciano. “En realidad nos estamos perdiendo algo con el sistema métrico”.

Y otra cosa: las personas piensan que el sistema métrico tiene algo que ver con la ciencia. No es así, dice Marciano, salvo que se utiliza en la ciencia y todo científico probablemente presentará un argumento convincente sobre por qué es ridículo no usar el sistema métrico.

“Ese es el error más grande, dice Marciano”. “El sistema métrico tiene mucho que ver con el capitalismo. Se trata de un sistema de venta”.

Él explica cómo prácticamente todos los pueblos de Europa tenían su propio sistema de medición. A medida que los reinos se unificaron y se convirtieron en naciones —como Alemania— ellos querían un sistema de dinero y medidas para poder comerciar unos con otros. Pero nadie quería adoptar el sistema de otra nación. Por lo tanto, adoptaron un sistema internacional: un sistema métrico.

En 1866, el Congreso de Estados Unidos autorizó el uso del sistema métrico y casi una década después, Estados Unidos se convirtió en una de las 17 naciones firmantes originales en el Tratado del Metro. Un sistema más moderno fue aprobado en 1960 y comúnmente se conoce como SI o Sistema Internacional de Unidades.

El sistema métrico acumuló una gran cantidad de nuevos seguidores cuando el colonialismo se vino abajo y las naciones recién independizadas como Indonesia, India, Kenia y otras optaron por unirse al sistema internacional.

“Nunca hubo ese impulso en Estados Unidos”, dice Marciano.

El tsunami métrico global

Lo que más se sabe acerca de la historia del sistema métrico en Estados Unidos es el último gran movimiento que inició en los años sesenta.

La revista Metric Today fue lanzada en 1966, escribe Marciano, y publicaba advertencias en relación a que si Estados Unidos seguía resistiéndose al tsunami métrico global, enfrentaría una depresión que haría que la de los años treinta pareciera un “picnic de domingo”.

En 1975, el Congreso aprobó la Ley de Conversión al Sistema Métrico, la cual detallaba que ese era el sistema preferido de Estados Unidos, y se creó el U.S. Metric Board para implementar la conversión.

Estados Unidos empezó a probar las señales de tránsito bajo el presidente Jimmy Carter, quien apoyó los esfuerzos para optar por el sistema métrico. La interestatal 19, la cual conecta a Tucson, Arizona, con México, fue una de ellas y hoy en día sigue siendo la única autopista en Estados Unidos en la que las distancias aparecen únicamente en kilómetros.

Para finales de los años setenta, los fabricantes de automóviles habían empezado a hacer velocímetros que mostraban millas y kilómetros. De alguna forma, fijar una velocidad de crucero de 88 parecía mucho más genial que 55.

Sin embargo, el debate en torno a si adoptar el sistema métrico o no fue cáustico.

Los partidarios del sistema métrico argumentaron que las señales de tránsito eran un paso crucial para ayudar a los estadounidenses a superar cualquier barrera psicológica hacia el cambio de sistemas de medida. Pero el republicano Charles Grassley, quien en ese entonces era congresista y ahora es senador de Iowa, canceló las regulaciones federales propuestas que habrían obligado a los estados a colocar las señales en kilómetros.

“Obligar al pueblo estadounidense a hacer la conversión al sistema métrico va en contra de nuestros principios democráticos”, dijo Grassley en junio de 1977.

Grassley tenía muchos partidarios en Estados Unidos. Los estadounidenses que se oponían al sistema métrico provenían de todos los ámbitos de la vida y formaron una coalición para asegurarse de que este país no cediera ni una pulgada. Iban desde el escritor Tom Wolfe hasta el jefe de NPR, Frank Mankiewicz.

En 1981, el reportero del New York Times asistió a una fiesta en contra del sistema métrico en la que Wolfe, en su tradicional ropa blanca, juzgó un concurso de “Most Beautiful Foot”.

“He oído que el metro se basa en una varilla en algún lugar fuera de París”, dijo Wolfe, según el artículo del Times. “Usar eso como una base de medidas es completamente arbitrario e intelectual. Debo decir que tengo una gran admiración por los franceses, pero un asunto tan importante como este no debería ser dejado en sus manos. Me gusta la idea del pie como una medida en relación con el cuerpo humano”.

El artículo terminó con una cita de un abogado francés, quien dijo que era “fantástico ver que los estadounidenses le dan tanta energía a algo que no es tan importante. Es mucho mejor que vender bombas atómicas nucleares”.

Sin embargo, la discusión en gran medida terminó al año siguiente.

El corresponsal Bob Schieffer lo dio a conocer en CBS Evening News el 19 de febrero de 1982. El noticiero hizo énfasis en el presupuesto del presidente Ronald Reagan, en el movimiento de Solidaridad en Polonia, las atrocidades en El Salvador y el debacle nuclear en Three Mile Island. Pero las audiencias estaban igualmente ansiosas por escuchar la última historia del día.

“Después de una promoción con bombos y platillos y luego de que se gastaran millones de dólares en anuncios y otras cosas para decirnos que necesitábamos usar el sistema métrico, es ese mismo sistema el que está a punto de irse”, dijo Schieffer cuando anunció el desmantelamiento del Metric Board.

Así se agotaron los esfuerzos de Estados Unidos por vivir únicamente según el metro.

Nuevas razones para usar el sistema métrico

Adelantémonos al 2015. Muchas personas creen que Estados Unidos nuevamente tendrá que considerar el sistema métrico ahora que el mundo está mucho más conectado.

Los intereses de negocios internacionales una vez más podrían ser una razón para optar por el sistema métrico. Hawái y Oregón recientemente introdujeron una legislación métrica, un reflejo quizá de las relaciones de esos estados con los socios comerciales del Pacífico, el turismo y los esfuerzos por crear una fuerza laboral de alta tecnología, dice Elizabeth Gentry, coordinadora métrica para el Instituto Nacional Federal de Estándares y Tecnología.

“Las grandes oportunidades para la conversión al sistema métrico han ocurrido cuando las tecnologías emergentes o los nuevos productos entran al mercado estadounidense, desarrollados desde cero utilizando prácticas de medición métrica”, dice Gentry.

Ella usa el ejemplo de combustible para los autos. Los estadounidenses compran la gasolina en galones, pero cuando empiecen a utilizar nuevas fuentes de combustible, como el hidrógeno, se verán obligados a usar kilogramos debido a que las ventas se basan en el sistema métrico.

Gentry dice que la adopción del sistema métrico no es un evento aislado en Estados Unidos, sino un proceso que ocurre con el tiempo.

“Los consumidores a menudo ignoran el nivel del uso del sistema métrico porque alrededor de ellos han ocurrido cambios graduales con el tiempo”, dice.

Marciano termina su libro sobre el sistema métrico con esta idea: piensa que Estados Unidos está preservando formas importantes de pensar que los seres humanos utilizaron durante siglos.

“Si nos deshacemos de nuestras medidas, nunca las traeremos de vuelta. Si Estados Unidos adopta el sistema métrico, veríamos un monocultivo global”.

Sin duda, muchas personas discutirían con Marciano en ese punto. Pero por el momento, Estados Unidos se mantiene firme sobre sus pies.