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(CNN) – Es medio día para Eric, de 24 años de edad y asistente de investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), y la naturaleza está llamando.

Eric deja su trabajo y se sube a un tren. Luego, a un autobús. Luego, camina un poco más. Pasa al lado de incontables baños y él tiene que usarlos, pero no lo hace.

Finalmente, Eric llega a un insulso baño de hombres a 30 minutos del MIT. Una división separa los inodoros. El baño tiene piso con azulejos cuadrados, como cualquier otro baño público. Es poco notable en todos los sentidos, a excepción de una cosa: una parada aquí puede salvar vidas.

Eric lleva un recipiente plástico al baño y lo coloca dentro del inodoro, luego hace sus necesidades. Cuando termina, le pone la tapadera al recipiente, lo mete en una bolsa y lleva sus heces a unas cuantas puertas hacia el final del corredor del OpenBiome, un pequeño laboratorio al noroeste de Boston que ha desarrollado una manera de convertir las heces humanas extremadamente saludables en medicina para pacientes realmente enfermos.

Un técnico del laboratorio pesa “la muestra” de Eric. Durante los últimos dos meses y medio, Eric ha generado 10,6 libras de heces durante más de 29 visitas, suficientes heces para producir 133 tratamientos para los pacientes que sufren de Clostridium difficile, una infección que mata a 15.000 estadounidenses al año y enferma a medio millón.

Para donar, Eric tuvo que pasar una evaluación clínica de 109 puntos. Hay una larga lista de factores que descalificaría a un donante: la obesidad, el uso de drogas ilícitas, el uso de antibióticos, viajes a las regiones con alto riesgo de contraer enfermedades e incluso tatuajes recientes. Sus heces y sangre también tenían que pasar por una batería de exámenes de laboratorio para asegurarse de que no tenía ninguna infección.

Después de todos los exámenes, solo el 3% de los posibles donantes son lo suficientemente sanos como para poder donar. “No tenía ni idea”, dice sobre sus heces. “Resulta que son casi perfectas”.

Y eso, a diferencia de la mayoría de las heces de las personas, hace que valga la pena pagarle a Eric. OpenBiome les paga a sus 22 donantes activos 40 dólares por muestra. Se les motiva a donar con frecuencia, todos los días, si pueden. Eric ha ganado alrededor de 1.000 dólares.

“Nos lleva mucho tiempo y esfuerzo encontrar a estos donantes”, dice el director de investigación de OpenBiome, Mark Smith. “Cuando de hecho los encontramos, queremos mantenerlos lo más involucrados que sea posible y realmente queremos compensarlos por su tiempo”.

¿Por qué son tan valiosas las heces de Eric?

Alrededor de cien billones de bacterias viven en el interior de tu intestino, algunas buenas, otras malas. Cuando los pacientes toman antibióticos para las infecciones, a veces no funcionan; las buenas bacterias mueren, mientras que las bacterias malas —C. difficile— crecen sin control.

Las bacterias de los intestinos de la gente que pueden salvar vidas, como las de Eric, pueden ayudar. Cuando sus microbios sanos se colocan dentro de los intestinos de una persona enferma, estos pueden expulsar a la perjudicial bacteria C. difficile. Se llama un trasplante fecal. Los tratamientos se administran de abajo hacia arriba, a través de una colonoscopia, o de arriba hacia abajo, a través de un tubo en la nariz.

Los donantes de heces de OpenBiome han creado cerca de 5.000 tratamientos y la organización dice que los resultados han sido impresionantes. Los desechos humanos apestosos son una cura asombrosamente simple: el 90% de los pacientes mejoran.

“En realidad, ellos tendrán esta experiencia realmente transformadora, donde van a ir al baño 20 veces al día y luego defecarán de forma normal casi de inmediato o al día siguiente”, dice Smith.

Los trasplantes fecales de la organización están a la venta por 385 dólares y están proporcionando tratamiento para más de 350 hospitales en 47 estados.

En el laboratorio de OpenBiome, la técnico Christina Kim, quien trabaja bajo una campana de humos que absorbe olores, levanta la tapadera del recipiente de recolección de Eric y demuestra cómo transforma las heces en un tratamiento que salva vidas.

“Es bueno que esta habitación en realidad está cerrada porque aquí es donde la parte maloliente tiene lugar”, dice ella.

Ella examina la consistencia de la muestra de hoy. Un gráfico cercano tiene descripciones e ilustraciones de siete tipos de heces. Esta gráfica fue desarrollada por un hospital en Bristol, Inglaterra, como una guía visual.

No todas las heces son aceptables.

Los tipos uno o dos, definidos por la gráfica de heces de Bristol “como nueces” o “bultos”, son demasiado secas para procesar en un tratamiento.

Si las heces de un donante son “flojas” o “aguadas” —que es un tipo seis o siete— entonces no pueden ser utilizadas, ya que podría ser una señal de que el donante tiene una infección gastrointestinal.

Las heces perfectas son las de tipo tres, las cuales son “como una salchicha, pero con grietas en su superficie”; las tipo cuatro, las cuales son “como una salchicha o una serpiente, lisa y suave”; o tipo cinco, “masa suave con bordes bien definidos (que pasan fácilmente)”.

“De hecho, esta es una gráfica médica establecida”, dice Kim con una sonrisa. “Es muy importante”.

Tal vez fue la salsa picante que utilizó en su cacerola de quinoa y queso cheddar ayer por la noche o el banano y mantequilla de maní que comió con un tazón de hojuelas de salvado y leche de almendras para el desayuno, pero las heces de Eric son tipo cinco, apenas aceptables para procesamiento.

Kim vierte las heces en una bolsa de plástico transparente y añade una solución salina. Durante dos minutos, la bolsa chapotea en el interior de una máquina llamada “mezcladora jumbo”. La fibra de las heces de Eric son filtradas y lo que queda es un líquido combinado con bacterias provechosas.

Con una pipeta, Kim transfiere los restos acuosos de las heces de Eric en botellas de plástico de 250 ml. En promedio, una donación de heces llena cuatro, pero hoy la impresionante muestra de heces de media libra de Eric llena siete botellas. Una botella es igual a un tratamiento.

Los 133 tratamientos que Eric ha proporcionado no serán distribuidos hasta que haya pasado un examen de salud secundario. Por ahora, serán congeladas para quedar en cuarentena dentro de un congelador gigante.

La mayoría de los donantes siguen su camino después de entregar su muestra, pero durante la visita de hoy Eric preguntó si podía ver los tratamientos que ayudó a crear.

Aire frío sacude su rostro mientras Kim abre el congelador. Él se impresiona cuando ve sus botellas marrones heladas, las cuales parecen batidos de chocolate congelado. Las bacterias dentro de las mismas aún están vivas, criogénicamente conservadas en -80 °C.

Eric, un donante de heces para OpenBiome, mira las botellas de trasplantes fecales congeladas que él ayudó a crear.

“¡Eso es fantástico! ¡Santo cielo!”, dice Eric, sonriendo. “Es irreal. Nunca pensé que vería mis heces congeladas en un congelador destinado a ayudar a personas en todo el país. Es bastante genial”.

Pero, ¿acaso lo hizo por el dinero? ¿El dinero ridículamente fácil?

“No, en absoluto”, dice. “Es de agradecerlo, por supuesto”.

Si estás inspirado a donar como Eric, tienes que vivir en el área de Boston. Y es posible que tengas que esperar. Algunas 6.000 personas ya se han inscrito. OpenBiome suele invitar a unas 50 personas para las entrevistas cada semana.

“Es más fácil ingresar en el MIT y Harvard que registrarse como uno de nuestros donantes”, dice Smith. “Muchos de nuestros donantes se sienten bastante emocionados de darle otro uso a algo que hacen todos los días y salvar la vida de la gente con ello”.