Nota del editor: Henry Barkey es el director del Programa de Oriente Medio en el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson. William Pomeranz es subdirector del Instituro Kennan en el Centro Internacional Woodrow Wilson. Las opiniones expresadas son suyas.
(CNN) – Qué diferencia puede haber en un plazo de 12 horas… Justo cuando avanzaban en Viena las negociaciones sobre la paz en Siria, se dio a conocer la noticia de que la fuerza aérea turca había derribado un bombardero ruso que afirma, había violado su espacio aéreo. Para empeorar las cosas, un marine ruso murió durante una operación para rescatar a los dos pilotos que salieron del avión.
El incidente complicó la misión del presidente francés Francois Hollande en Washington y Moscú la semana pasada, una visita que se suponía iba a enfocarse en la creación de una gran coalición contra ISIS. En cambio, el presidente ruso Vladimir Putin ya se ha referido al derribo del avión como “una puñalada en la espalda por parte de los cómplices de terroristas” y prometió que habrá serias consecuencias.
Una vez más, los acontecimientos en el terreno siguen dejando atrás a los esfuerzos internacionales para de algún modo manejar la crisis en Siria.
Por supuesto, Turquía y Rusia habían estado en desacuerdo respecto a Siria casi desde el principio de la guerra civil en dicho país. Mientras el presidente turco Recep Tayyip Erdogan se oponía a su exaliado, el presidente sirio Bachar al-Asad, él entró en desacuerdo con Putin. Erdogan lideró una campaña para aislar a Asad y apoyó a toda una gama de organizaciones y grupos armados para asegurar la dimisión del dictador sirio, en contraste con Rusia, un país que desde hace mucho tiempo ha tenido vínculos con el régimen de Asad.
A pesar de estos puntos de vista discrepantes sobre el régimen de Asad, Rusia y Turquía habían logrado compartimentar en gran medida sus diferencias y mantener relaciones cordiales, tal como Ankara había hecho con el otro partidario de Siria, Irán. De hecho, parte de la retórica de Erdogan hacia el aliado de la OTAN, Estados Unidos, en realidad había sido mucho más severa que hacia Putin. Y mientras Rusia y Turquía han tenido una relación compleja que se extiende por siglos, a las empresas turcas, especialmente las empresas de construcción, les había ido sumamente bien últimamente. Lo más importante es que Turquía depende del gas ruso, mientras que Rusia depende de Turquía como cliente.
Sin embargo, las relaciones se enfriaron cuando Rusia decidió, en las últimas semanas, intervenir de manera activa en la guerra civil de Siria; las tropas y la fuerza aérea del país empezaron a operar para reafirmar el inestable régimen de Asad y surgieron quejas en el proceso acerca de que las operaciones de Rusia estaban siendo dirigidas contra aliados turcos en lugar de contra ISIS.
Ahora, el derribo del avión ruso probablemente dará lugar a una lenta, pero decidida intensificación de las tensiones. Putin prometió represalias, y si el mundo ha aprendido algo en los últimos 18 meses, es que él es un hombre que cumple sus amenazas.
¿Cómo es que esta no es la Tercera Guerra Mundial?
El problema para Putin es que el momento en el que han sucedido las cosas no podría ser peor para él. Después de haber dejado de ser parte de los titulares durante meses, parece que la crisis de Ucrania estallará de nuevo ya que las explosiones en una central eléctrica en la región de Kherson han sumergido a Crimea en la oscuridad.
De hecho, a pesar de la “liberación” de Crimea, la península sigue dependiendo de Ucrania en términos de su electricidad y Rusia aún se encuentra a años de distancia de construir su puente de energía alternativa para Crimea. El primer ministro de Crimea Sergey Aksyonov supuestamente se refirió al ataque contra la central eléctrica como “un acto terrorista” y no está claro cuándo se reestablecerá la electricidad.
Los acontecimientos complican significativamente las oportunidades de cualquier acercamiento importante entre Occidente y Rusia. Es cierto, no era muy probable que Hollande pudiera cerrar las brechas entre Moscú y Washington en asuntos clave, pero él ahora debe tomar en cuenta la crisis en la OTAN y las renovadas amenazas al este de Ucrania en su esfuerzo por construir una gran coalición.
Aún no sabemos cómo Putin pretende castigar a Turquía, pero podemos esperar que los rusos aumenten sus ataques contra los aliados turcos y estadounidenses en Siria, y que dejen de lado cualquier excusa de estar atacando a ISIS. Putin también podría aumentar el riesgo al permitir que el grupo sirio kurdo contra el que Erdogan ha estado apuntando, el Partido de la Unión Democrática o PYD, abra oficinas en Moscú y les proporcione armas.
Además, Putin podría elegir enfocarse en la extensa relación económica entre Rusia y Turquía, y el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, por ejemplo, ya le está aconsejando a los turistas rusos que no viajen a Turquía. La pregunta es cuán lejos querrá llegar Putin, porque si sigue el mismo patrón como con Ucrania y la UE, cualquier sanción económica contraria hacia Turquía fácilmente podría dejar a Rusia en una posición peor.
Independientemente de su respuesta al incidente del martes pasado, Putin simultáneamente está siendo probado en dos frentes, justo cuando pensó que una respuesta unificada en contra de ISIS podría ponerle fin al aislamiento de Rusia, mientras Turquía, por su parte, podría haberse enfrentado a una dosis de realidad en lo que respecta a sus grandiosas ambiciones en la región y más allá.
Todo esto sugiere que el único ganador en estos sucesos recientes es Asad. Después de todo, uno de los principales antagonistas de su régimen (Turquía) ahora se encuentra fuertemente en desacuerdo con su patrocinador más importante (Rusia), lo cual debilita aún más las perspectivas de que se logre crear una gran coalición que le haga frente a ISIS y a la crisis en Siria.
Hasta ahora, ningún país ha propuesto un plan viable sobre cómo abordar la amenaza de ISIS o unir nuevamente a Siria. El derribo de un avión ruso no hará nada por cambiar esto… e incluso podrá haber disminuido las perspectivas de que las potencias importantes lleguen a un tipo de acuerdo duradero en relación con la crisis.