Nota del editor: El columnista de CNN Opinion John D. Sutter, de CNN, está informando sobre un pequeño número —2 grados— que podría tener un efecto enorme en el futuro. Puedes suscribirte al boletín “2 degrees” o seguirlo en Facebook, Twitter e Instagram. Es jdsutter en Snapchat. Puedes darle forma a esta cobertura.
(CNN) – Para Selina Leem, una joven de 18 años de una pequeña parte de las islas Marshall en medio del Pacífico, la adopción del “Acuerdo de París” el sábado sobre el cambio climático no giraba en torno a una diplomacia poco firme. Giraba en torno a la sobrevivencia de su país.
“Este acuerdo es para aquellos de nosotros cuya identidad, cuya cultura, cuyos ancestros, cuyo ser en su totalidad está vinculado a sus tierras”, dijo en la última reunión de la cumbre del COP21 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
“Este acuerdo debería ser… un punto de inflexión para todos nosotros”.
Debería serlo… y ciertamente lo es.
De maneras históricas que son casi imposibles de exagerar.
El Acuerdo de París, el cual se produjo luego de dos semanas de constantes negociaciones en un centro de conferencias en un suburbio de París, es justo el tipo de clara señal que el mundo necesita en relación a que la era de los combustibles fósiles está llegando a un pronto final. Los países de alrededor del mundo prometieron hacer lo que es casi imposible: limitar el calentamiento a “muy por debajo” de 2 grados, y por debajo de 1,5 grados sobre los niveles pre industriales de ser factible. Eso básicamente requiere que el mundo avance rápidamente hacia el 100% de energía limpia, produciendo cero emisiones netas de gases de efecto invernadero entre más o menos 2050 y 2080.
Realmente es un momento extraordinario.
Casi 200 países trabajaron juntos para evitar súper inundaciones, aumentos en las mareas, inundaciones peligrosas, olas de calor mortales y otros males relacionados con el calentamiento global fuera de control.
Y sucedió en París, de todos los lugares posibles, solo un mes después de los ataques terroristas que dejaron un saldo de 130 personas muertas.
En la cumbre del COP21, loa países se reunieron para reconocer que “nuestros esfuerzos colectivos valen más que la suma de nuestras acciones individuales”, como lo dijo el presidente del COP21 y ministro del Exterior de Francia, Laurent Fabius.
Esas ambiciones quedaron establecidas muy claramente en el Acuerdo de París. Y también fueron impresas, en una forma más simple y llamativa, en un botón prendido en la chaqueta de Leem.
El mensaje era “1,5 para seguir con vida”.
Esta es una forma sencilla de decir que las islas Marshall, su país de origen, podrían quedar inundadas debajo de los mares crecientes si se permite que las temperaturas aumenten más allá de 2 grados Celsius.
Cómo ayudar a salvar a las islas Marshall
El tratado en sí no salvará a las islas.
Pero sí logra que el mundo de un enorme paso en ese dirección.
“Hay muchos líderes en esta habitación que comparten conmigo esta esperanza de salvar nuestro mundo”, dijo Lee frente a los delegados el sábado por la noche.
Muchos países que adoptaron el Acuerdo de París probablemente lo hicieron por razones de interés propio, al menos en parte. China, por ejemplo, que es el contaminador más grande del mundo, ha visto cifras récord de smog en Beijing en la última semana. El aire ahí está haciendo que no sea posible vivir en grandes ciudades.
También tiene el mercado de energía renovable más grande del mundo.
Por lo tanto, invertir ahí tiene sentido para su economía.
Pero para mí, la magia del acuerdo es que también protege a las pequeñas y remotas islas como las que se encuentran en el distante Océano Pacífico. Me sorprendió a mí y a otros observadores que las pequeñas islas Marshall surgieron como una poderosa voz moral y un negociador de alto riesgo en las conversaciones. El ministro del Exterior del país, Tony de Brum, ayudó a conseguir apoyo para el “High Ambition Coalition”, un grupo de más o menos 100 países que buscaron hacer que el acuerdo de París fuera tan ambicioso como fuera posible, incluyendo los esfuerzos por poner el objetivo de los 1,5 grados Celsius en el texto.
De Brum expresó su voz en Twitter, así como en las salas de negociaciones.
“Esta es la persona por la que estoy luchando hoy”, escribió el sábado en la mañana, y adjuntó una foto de su nieto de 8 meses de edad, quien, según me dijo, se llama Tibbok.
De Brum quiere que Tibbok tenga un futuro en las islas Marshall.
Quiere que el país siga existiendo.
El nombre del niño en marshalés significa “tropezarse pero no caer”.
Ambos entendíamos el simbolismo.
El mundo se ha esforzado por alterar el cambio climático… al redactar acuerdos como este muchas veces en el pasado. Pero quizá ahí simplemente nos estábamos tropezando.
Encontrar el camino hacia un futuro más limpio
Sin duda, no todo está resuelto por el acuerdo de París. Son demasiadas las personas escépticas al clima que tienen grandes megáfonos en Estados Unidos, y es muy poco el apoyo que hay hacia las políticas como los impuestos al carbono, lo cual en realidad ayudaría a las economías ambientalistas. Muchos países están canalizando grandes cantidades de dinero hacia los subsidios de combustibles fósiles. Y las promesas sobre el cambio climático que surgieron como parte de este proceso de negociaciones solo se espera que limite el calentamiento a 2,7 grados.
Eso no es suficiente para salvar a las islas Marshall.
Al menos todavía no.
Sin embargo, el tratado también contiene provisiones para una revisión, cada cinco años a partir de una reunión en 2018, y los expertos se sienten optimistas en relación a que los países podrán ajustar las ambiciones.
Dar el paso de ambiciosos objetivos a una política real requerirá de una constante dedicación al igual que un cambio de actitud. Esto es algo con lo que Leem ya ha experimentado. Esta adolescente, a quien le encantan las novelas románticas y la música del mundo, borró varias de sus cuentas en redes sociales, me dijo, porque leyó que los servidores contribuyen con el cambio climático. Ella dejó de comer carne, excepto pescado, porque criar animales para la agricultura contamina.
“Me hace sentir mejor, como si estuviera haciendo una contribución”, me dijo.
Espero que otros se inspiren en ella y por el acuerdo de París.
Este es el momento en el que el mundo se dedicó a un futuro llevadero y de energía limpia.
Pero vamos a tener que esforzarnos mucho para hacer de ese sueño una realidad.