Nota del editor: Este es el primer capítulo de una serie sobre Jesús y su familia, inmigrantes guatemaltecos que viven con incertidumbre por el temor de ser deportados de Estados Unidos.
(CNN) – Jesús está sentado al lado de sus padres, mirando fijamente las paredes de la abarrotada sala de espera mientras busca pistas de lo que el futuro le depara.
Un gran cartel rodeado por banderitas rojas, blancas y azules dice “Bienvenido”. Un póster proclama “Esperanza para una vida mejor” encima de una cita del expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter que describe a Estados Unidos como “una nación de inmigrantes”.
Es un caluroso día de septiembre, 10 semanas después de que Jesús y su madre bajaran de un autobús Greyhound en Tupelo, Misisipi, y se reunieran con su padre después de 13 años de estar separados. Desde entonces, todo ha sido emocionante, pero incierto.
Actualmente, en esta oficina de Memphis, ellos esperan saber qué ocurrirá después.
Un anuncio de seguros parpadea a través de la pantalla de televisión al otro lado de la sala, en el cual se ve agua azul centellante y la Estatua de la Libertad.
Jesús le dice a su madre que algún día él quiere visitar el monumento histórico.
“Quiero subir por dentro”, dice él, “y ver lo que hay en su cabeza”.
El largo camino al reencuentro
A Jesús lo invadió un pensamiento en el verano de 2014: “Voy a conocer a mi papá”. “Voy a conocer a mi papá”.
El sueño de estar juntos después de toda una vida separados impulsó al chico de 14 años y a su madre a dejar Guatemala, se abrieron paso a través de México y escalaron la valla fronteriza para entrar en Arizona. Ese pensamiento lo ayudó a conservar la esperanza cuando fueron detenidos por las autoridades de inmigración y fueron puestos en libertad condicional. Lo animó a medida que su viaje por el sur se convertía en un laberinto de viajes en autobuses Greyhound.
Ahora ese sueño se ha hecho realidad, pero Jesús tiene muchos más. Él está empezando a darse cuenta cuántos obstáculos hay en el camino.
Su padre, Pedro, dejó Guatemala en el 2001 para buscar trabajo en Estados Unidos. Jesús y su madre, Angélica, lo siguieron 13 años después. Ellos se encontraban entre las decenas de miles de personas de América Central que cruzaron la frontera de Estados Unidos-México en el verano del 2014.
Los activistas se refirieron a la ola de nuevos inmigrantes como una crisis humanitaria. Los funcionarios de Estados Unidos lo llamaron un aumento vertiginoso de la inmigración ilegal y juraron hacer todo lo posible para detenerla… y regresar a la mayoría de las personas que ya habían llegado.
Eso podría incluir a Jesús y Angélica.
Cuando iniciaron su viaje más allá de la frontera, le dieron permiso a CNN para que los siguiera, pidiendo que solo se utilizarán sus segundos nombres y se omitiera la ubicación de su nuevo hogar para proteger su privacidad.
En ese momento, pensaron que lograr cruzar la frontera sería la parte más difícil de su viaje. Ahora la alegría de haberse reencontrado en una tarde de verano se ha desvanecido. Al igual que millones de inmigrantes indocumentados, a ellos los persigue esta interrogante mientras que tratan de construir una nueva vida en Estados Unidos: ¿Acaso el gobierno les dará la oportunidad de quedarse?
Sigue esta historia aquí en el siguiente capitulo, y en las próximas entregas diarias en CNNEspanol.com.
Capítulo 2: “¿Temen por sus vidas?”
Capítulo 3: Conocer y amar a Estados Unidos