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(CNN Español)– Bajo una espesa neblina y un frío que calaba los huesos, miles de peregrinos chiapanecos y de comunidades indígenas de Chiapas, Oaxaca y de otras latitudes llegaron a las inmediaciones del Centro de Servicios Deportivos Municipales (Sedem) desde el día anterior. También había peregrinos de Guatemala, El Salvador y hasta de Argentina.

Todos querían ver y escuchar al papa en un encuentro histórico. En su cuarto día de actividades como parte de su gira pastoral en México, Francisco se reuniría en San Cristóbal de las Casas con representantes de comunidades indígenas… con los “excluidos”.

Muchos se plantaron en las calles unilaterales desde las seis de la tarde del día anterior. Otras comunidades indigenas comenzaron a caminar desde las 3 de la madrugada para llegar.

Cansados, pero alegres porque Francisco los “incluyó” en el programa de su visita, cantaban con las manos alzadas, como en señal de agradecimiento. Hablaban de “inclusión” y entonaban porras a ritmo de marimba: “Francisco, profeta … el pueblo te respeta”, “Francisco, hermano…Chiapas te da la mano”, “Francisco, tu presencia…despierta la conciencia”.

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La llegada del papa a San Cristóbal de las Casas
01:05 - Fuente: CNN

Esa conciencia que ellos tanto tienen del respeto al medio ambiente… a la madre naturaleza. Ellos la cuidan día a día. La trabajan y la respetan. Por eso dicen saber que las cosas no van bien “cuando la lluvia, los truenos y las centellas permanecen”.

Había cierta inconformidad y se manifestaba. Al preguntarles si hay paz en México, un grupo de gente aglomerada en el Sedem lo dejó muy claro con un grito rotundo: “NO”, y se refirieron a la explotación, a las desapariciones, a la impunidad, a los feminicidios.

Pero había mucha esperanza en el encuentro. El pasado tormentoso de la marginación y del olvido no puede borrarse de la memoria de los pueblos, pero la fe mueve sus corazones y los transforma. “Hoy hay paz, donde se ha derramado tanta sangre”, coincidieron otros.

“¿Qué es lo que no nos deja luchar? ¡El miedo!”, repetían… Y de inmediato contestaban: ”No tenemos miedo, no tenemos miedo nunca más… quiero que mi país sea feliz con amor y libertad. No tenemos miedo…”

Cerca de 6.000 indígenas asistieron a la misa masiva que ofició Francisco. Durante la homilía, el papa dijo que había unos "mareados de dinero y poder que usurparon sus tierras".
Mujeres reciben al papa al son de la marimba
08:05 - Fuente: CNN

Cerca de 50.000 personas en la Plaza de la Paz y sus alrededores no querían perderse ningún detalle de la visita, aunque fuera a través de las pantallas gigantes. Otros se subieron a los techos de sus casas para ver el arribo del helicóptero que transportaba al pontífice. Rezaban el Padrenuestro y el Ave María, las dos oraciones insignias del catolicismo.

Las campanas de la iglesia retumbaron al momento de aterrizar. “¡Papa, papa, papa!”, gritaban emocionados los privilegiados testigos que lo vieron bajarse de la aeronave mientras agitaban pañuelos blancos detrás de una enorme valla que decía ‘Papa Francisco, Chiapas es tuyo’.

Un coro de mil niños vestidos de blanco y a la usanza chiapaneca lo recibió con el canto “Bienvenido a Chiapas Francisco”. Dos matrimonios católicos de las etnias zoque y tzotzil, entregaron al papa el bastón de mando, un collar y una corona en señal de respeto y reconocimiento.

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El papa saludó a algunas familias concentradas en las vallas, así como a niños con síndrome de Down ejecutantes de la marimba, que desde temprano aguardaban su llegada.

Abordó al papamóvil para recorrer el lugar y una algarabía de júbilo estalló a lo largo de San Cristóbal, porque hasta esta pequeña zona rural, donde la mayoría de las casas son de hojalata y la pobreza pulula, Francisco había llegado a traer amor, paz y esperanza. Gritos, banderas ondeantes… Alegría total. “Estoy muy contento de que el papa esté en nuestra comunidad tan pobre y necesitada”, dijo un lugareño emocionado con la visita.

Ante miles de indígenas, muchos ataviados con sus coloridos trajes adornados con flores, el papa Francisco inició la misa multitudinaria que, en algunos pasajes, fue oficiada en tres de sus lenguas: tzeltal, tzotzil y chol.

Un coro-mariachi monumental, como su mismo nombre, entonó los acordes de la misa solemne. Jóvenes de las parroquias de Bachajón, Tenejapa, Cancuc y Bcosingo interpretaron 150 violines, 20 guitarrones, 25 trompetas, 25 vihuelas, 20 guitarras… ¡150 voces!

Llegó entonces el mensaje contundente y central del papa: “Ya no podemos hacernos los sordos frente a una de las mayores crisis ambientales de la historia”. Entonces, rescató el valor de las comunidades indígenas: “En esto ustedes tienen mucho que enseñarnos. Sus pueblos, como han reconocido los obispos de América Latina, saben relacionarse armónicamente con la naturaleza, a la que respetan como fuente de alimento, casa común y altar del compartir humano”.

Francisco relacionó la violencia de los hombres con los “síntomas de enfermedad” que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. “Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que ‘gime y sufre dolores de parto’”.

Antes, Francisco recordó la esclavitud y el despotismo que han experimentado los pueblos, desde Israel hasta las tierras indígenas chiapanecas, que perdieron su libertad y fueron sometidos “al dolor, el maltrato y la inequidad en la vida de sus hijos”.

Fue otra homilía de denuncia y de consuelo. Sí, porque amparado en la sabiduría del Popol Vuh (el ‘libro del consejo’ del pueblo maya), el papa habló del anhelo de vivir en libertad: “El alba sobrevino sobre todas las tribus juntas..” En esta expresión, dijo, “hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente”.

El papa Francisco besa a un bebé camino a la misa masiva en San Cristóbal de las Casas.

Denunció que “de muchas formas y maneras se ha querido silenciar y callar ese anhelo, de muchas maneras han intentado anestesiarnos el alma, de muchas formas han pretendido aletargar y adormecer la vida de nuestros niños y jóvenes con la insinuación de que nada puede cambiar o de que son sueños imposibles”.

Consoló, cuando dijo que el corazón del hombre y en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz.

“Tatic Francisco: Todo el pueblo indígena de Chiapas, de México y de Guatemala estamos muy agradecidos por tu visita aquí en nuestra diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Gracias por la confianza de estar con nosotros, por aumentar nuestra fe en Dios, por la forma en que nos enseñas. Aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta, como la Virgen de Guadalupe a San Juan Dieguito”, dijeron al final de la misa los representantes de las comunidades indígenas en agradecimiento al papa.

También pidieron que los lleve en su corazón, con su cultura, pero también con su alegría y sus sufrimientos, con las injusticias que sufrieron, con el dolor de sus enfermos, con sus niños, jóvenes y ancianos, y con su esperanza “en Cristo resucitado”.

“Aunque vives lejos en Roma, te sentimos muy cerca de nosotros. Síguenos contagiando la alegría del Evangelio y sigue ayudándonos a cuidar la hermana y madre tierra, que Dios nos dio. Y que nos tengas en cuenta en tus oraciones, para que podamos realizar las obras de la misericordia”, le dijeron de viva voz.

“Francisco amigo, los indios están contigo”.