El coleccionista suizo Uli Sigg ha pasado las últimas décadas adquiriendo la colección más grande del mundo de arte contemporáneo chino. Su colección incluye obras de Ai Weiwei, Cao Fei, Zhang Xiaogang, Liu Wei, Wang Guangle y otros famosos artistas chinos. Esta pieza, 'To Add One Meter to an Anonymous Mountain' (1995) fue realizada por Zhang Huan.

Nota del editor: El exembajador suizo en China, el Dr. Uli Sigg, es considerado por muchos como uno de los coleccionistas más importantes e influyentes del arte contemporáneo chino. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente suyas.

(CNN) – Fueron los negocios, no el arte, lo que inicialmente me llevó a China.

Como empleado de la compañía suiza Schindler Elevators, llegué a Beijing a finales de los años setenta para establecer lo que más adelante sería la primera empresa en conjunto entre China y el mundo exterior.

Este fue el comienzo de la política de puerta abierta de Deng Xiaoping, aunque el país en sí aún era bastante socialista.

La muerte de Mao había ocurrido hacía poco y había un sentimiento de turbulencia y desorientación. Había cambios en todas partes, las personas —y los artistas en particular— querían que se escucharan sus voces.

Los primeros días del arte contemporáneo chino

Siempre había estado muy interesado en el arte contemporáneo, y parecía muy natural para mí en en aquella época el empezar a explorar el panorama del arte en China. Desafortunadamente, lo que vi en ese entonces no me emocionó.

Los artistas chinos solo han empezado a liberarse de las restricciones forzadas del realismo socialista.

Sigg ha coleccionado cuatro décadas de arte contemporáneo chino.

Ellos habían sido limitados del todo de la corriente dominante global y de los principales movimientos artísticos del siglo XX. Yo estaba viendo ese panorama con un ojo occidental, acostumbrado al aspecto vanguardista del arte contemporáneo. Mientras tanto, los chinos se estaban poniendo al día.

A lo largo de gran parte de finales de los años setenta y principios de los ochenta, el arte chino parecía ser —al menos en la superficie— bastante carente de originalidad, una simple imitación de los estilos occidentales más obvios.

Seguí la escena, con cuidado, para no poner a mi compañía o a los mismos artistas en riesgo, pero no empecé a coleccionar en serio sino hasta mucho tiempo después, una vez los artistas chinos habían encontrado su propio idioma.

El arte como rebelión

A lo largo de los años, ese idioma evolucionó y cambió.

A finales de los años ochenta —y particularmente después de Tiananmen— el arte contemporáneo asumió una visión cada vez más política. Los artistas producían obras de arte en contra del sistema, en contra de un sistema represivo y dominado por el arte político. A esto le siguió un realismo cínico, o arte pop.

Hoy en día, la producción del arte chino ha alcanzado a las tenencias globales. La mayoría de artistas pueden viajar, y el ámbito del arte ya no se encuentra aislado. Sus influencias son globales.

Después de observar de cerca el desarrollo del arte chino, me di cuenta de que ni una institución individual, ni individuos conocidos, habían empezado a coleccionar en serio. Quienes sí compraban piezas lo hacían al azar.

Un enfoque sistemático

Así que decidí hacer lo que una institución nacional debería hacer, pero nunca hizo: coleccionar obras de arte chino de una manera sistemática, desde finales de los años setenta en adelante, lo que refleja la producción de arte chino a profundidad desde sus inicios.

En su punto máximo, mi colección consistió de más o menos 2.300 obras, desde importantes pinturas revolucionarias hasta obras abstractas de la época moderna.

Debo haber conocido a casi 2.000 artistas en el transcurso de los años. Casi siempre hacía las compras directamente de los mismos artistas, por pura necesidad, al menos al inicio: no habían galerías que funcionaran o distribuidores como los hay hoy en día.

En 1997, los catálogos de arte no existían, y las exhibiciones de arte seguían siendo eventos clandestinos, así que para poder tener una mejor vista del panorama del ámbito del arte en el país, creé el Chinese Contemporary Art Award (CCAA), el primer premio de su tipo que se celebraba en China.

El coleccionista de arte suizo, Uli Sigg

Esto también me ha permitido promover el arte chino en el extranjero, con los miembros del jurado de los premios CCAA, quienes eran los guardianes de los grandes sitios internacionales. Más adelante, añadí un premio crítico al arte.

Esto representaba la colección más grande e integral de arte contemporáneo chino en el mundo. En 2012, doné 1.453 piezas y vendí otras 47 al M+ Museum en Hong Kong. Este total combinado de 1.500 obras posiciona al M+ como el museo número uno del mundo para el arte chino contemporáneo.

Mientras algunas personas quizá me ven como un coleccionista que armó la colección de arte chino más importante del mundo, prefiero verme como un investigador de China y del arte contemporáneo chino que simplemente compró algunos de los resultados de su investigación.

La exhibición Colección M+Sigg: cuatro décadas de arte contemporáneo chino se presentará en Hong Kong del 23 de febrero al 5 de abril. Otras obras de la colección M+ Sigg actualmente están siendo presentadas en Chinese Whispers, una exhibición conjunta en Bern. “The Chinese lives of Uli Sigg”, una película acerca de Uli Sigg y su colección será estrenada más adelante en 2016.

Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las del autor.