(CNN) – Para Meyer Lansky, un mafioso y empresario de casinos conocido por su destreza en el negocio, Cuba fue la peor apuesta de su vida.
En la década de 1950, La Habana era el patio de recreo favorito de Estados Unidos. Los juegos de azar, los espectáculos de sexo y el ron eran abundantes. El hotel de Lansky, el Riviera, era uno de los más elegantes de La Habana.
“Quiero decir que era un gran lugar”, le dijo el nieto de Lansky, Gary Rapoport, a CNN, acerca del Riviera. “Cualquier hombre de negocios quedaría terriblemente aplastado si alguien simplemente viniera y lo tomara”.
Ese “alguien” fue Fidel Castro. Después de tomar el poder, el revolucionario cubano confiscó todas las propiedades de los estadounidenses, enfocándose con particular vehemencia en los mafiosos que le pagaban a las autoridades cubanas para desacatar las leyes y convertir al país en un antro de vicio para los extranjeros.
Acosados por los cuerpos de policía en Estados Unidos, Lansky y su cohorte, Charles “Lucky” Luciano, pudieron manejar el negocio libremente justo frente a las costas estadounidenses en Cuba.
“Meyer Lansky fue el primer mafioso de Nueva York que vio todo el potencial de la isla”, escribió T.J. English en el libro “Havana Nocturne”. “Con un gobierno amigable en Cuba, no había manera de saber lo que el mafioso podía lograr”.
El dictador cubano Fulgencio Batista estaba muy feliz de hacerse de la vista gorda frente a las actividades de la mafia, siempre y cuando él consiguiera una parte de las ganancias. En el ambiente “amigable para los negocios” de Cuba, Lansky construyó su hotel de ensueño: el Riviera.
‘Ese era su bebé’
El Riviera fue construido en en el malecón de La Habana en 1957 y no se escatimaron los gastos.
“Ese era su bebé”, dijo la hija de Lansky, Sandra Lombardo. “Cuando se abrió, él subía todas las escaleras para asegurarse de que el aire acondicionado funcionara”.
“Él quería construir algo que estuviera por encima y más allá de lo que todos los demás tenían allí”, dijo Rapoport. “Se calculó que aproximadamente en un año, habría recuperado la inversión, y él no obtuvo ese año”.
En cambio, Castro, el joven agitador cubano, suscitó una insurgencia guerrillera que condujo a Batista al exilio. Lansky y otros miembros de la mafia estadounidense huyeron de Cuba mientras que Castro confiscaba sus hoteles y las turbas destruían sus casinos.
Estados Unidos y Cuba rompieron relaciones diplomáticas mientras que Castro se alineó con la Unión Soviética. Perseguido por el gobierno de Estados Unidos por el resto de su vida, Meyer Lansky murió en 1983 sin ser capaz de ver el Riviera de nuevo.
Aunque el presidente Barack Obama ha reanudado relaciones con Cuba, los herederos de Lansky tienen una nueva esperanza de ser compensados por la pérdida del hotel y otras propiedades.
Familia: Cuba ‘nos debe’
“Creo que nos debe”, dijo Rapoport respecto al gobierno cubano. “Somos los herederos del patrimonio de Meyer Lansky… ellos le deben a Meyer Lansky”.
Sin embargo, ellos se enfrentan a una batalla cuesta arriba. Lansky nunca presentó un reclamo con el gobierno de Estados Unidos por la propiedad confiscada.
El abogado cubano-estadounidense, Pedro Freyre, dijo que el gobierno cubano le debe aproximadamente 8.000 millones de dólares a individuos y compañías estadounidenses a quienes les arrebataron sus activos, ajustado según la inflación. Los funcionarios cubanos dicen que Estados Unidos le deben a la isla una suma mayor por los daños causados por las sanciones económicas de Estados Unidos.
Freyre dijo que no es probable que los demandantes de propiedades relacionadas con mafiosos estadounidenses tales como Lansky lleguen a ver un dólar de parte de los cubanos.
“Hubo un decreto de apropiación de cualquier propiedad del régimen de Batista conseguido a través de las ganancias ilícitas”, dijo Freyre. “Las propiedades que fueron confiscadas tienen un argumento más fuerte para lograr la restitución”.
Pero la relación entre Estados Unidos y Cuba está cambiando rápidamente. El domingo, Starwood Hotels anunció acuerdos para gestionar hoteles cubanos, la primera empresa estadounidense que tiene propiedades en Cuba desde la revolución.
Rapoport dijo que él no estaba interesado en tratar de recuperar el hotel, solo en recibir alguna compensación por la pérdida de su familia.
Rapoport creció a la sombra de su notable abuelo y dijo que el imperio criminal de Lansky ha sido exagerado de manera extrema.
“Había mucho entre esas propiedades que nunca llegó a nosotros. ¿Acaso lloramos por ello? No, somos de apellido Lansky. Simplemente seguimos adelante”, dijo.
Hoy en día, el Riviera es tan solo el cascarón del lujoso hotel que Lansky creó. Los habitaciones están gastadas y no hay agua en la piscina. Pero los miembros del personal aún se refieren al Riviera como “el hotel de Meyer Lansky”.