(CNN Español) – Arranca la cuenta regresiva para la inauguración de los Juegos Olímpicos Río 2016el próximo 5 de agosto. A cien días de que la llama olímpica se encienda en la ciudad más turística de Brasil ante todo el planeta, se planten no pocos interrogantes sobre la organización del evento.
Los atrasos en las obras de la línea 4 del metro de Río –considerada uno de los grandes legados de las Olimpiadas– y la polución de las aguas de la Bahía de Guanabara –donde se desarrollarán las pruebas de vela– ya parecen problemas menores frente a la crisis política sin precedentes que mantiene a Brasil en vilo y que amenaza con ensombrecer uno de los mayores eventos deportivos del mundo.
Según el Comité Organizador, el 98 % de las instalaciones deportivas ya están listas y los trabajos se intensifican para rematar a tiempo el velódromo y el Estadio Olímpico João Havelange.
De acuerdo con la organización, los 33 eventos de prueba realizados hasta ahora se han saldado con resultados positivos, lo cual parece espantar al fantasma de los atrasos y las sobrefacturaciones que Brasil presenció con no poco estupor durante los meses previos a la Copa del Mundo de 2014.
Sin duda, lo que más preocupa en este momento es la situación política que atraviesa el país. De cumplirse los principales pronósticos, la presidenta Dilma Rousseff no ejercerá su cargo durante las olimpiadas. El proceso de juicio politico de la mandataria no ha parado de agravarse hasta el punto de que Rousseff ya está a un paso de su destitución temporal.
Entre el 10 y el 12 de mayo, el Senado brasileño votará si inicia formalmente el juicio político de la presidenta. Todas las apuestas convergen en que el voto de la Cámara alta será afirmativo, algo que apartaría automáticamente a Rousseff de sus funciones durante 180 días. Según la Constitución brasileña, la sustituiría el actual vicepresidente, Michel Temer, que ya no esconde sus negociaciones entre bastidores para formar un nuevo Gobierno en breve.
Rousseff y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) insisten en que se está llevando a cabo un golpe de Estado travestido de juicio politico, algo que ha caldeado los ánimos en las calles brasileñas. Grupos opositores, sin embargo, piden la destitución inmediata de Rousseff, a la que culpan de la crisis económica que azota al país y a cuyo partido responsabilizan, en buena medida, de los últimos episodios de corrupción que han desencadenado la indignación de los brasileños y que han llevado a la cárcel a no pocos políticos y empresarios.
“El país está atravesando una crisis muy complicada pero, como el brasileño suele resurgir de las cenizas como el Ave Fenix, creo que los Juegos Olímpicos van a ser un éxito”, afirma, optimista, Rosángela Filhote, habitante de Río de Janeiro.
“Tal vez lo positivo sea que las cuestiones negativas van a quedar expuestas ante el mundo. Mostrarle al mundo toda esta situación que estamos viviendo es lo único positivo que consigo ver en este momento”, la contradice el estudiante de Historia, Rafael Nazaré.
Ambos testimonios reflejan de forma cristalina el sentimiento contradictorio, ora de indignación, ora de esperanza, que se extiende entre los brasileños.