(CNN) – Harina. Pasta. Leche.
Tres básicos todo el mundo tiene en sus cocinas. Tres productos que siempre encuentras en las tiendas de comestibles y supermercados.
No en todo el mundo. En Venezuela, conseguir estos productos es una cuestión de suerte o depende de si tienes las conexiones y dinero en efectivo. Mucho dinero en efectivo.
Casi nunca hay leche fresca en los estantes. Lo mismo para la leche en polvo, que se llega a vender en el mercado negro por 100 veces su precio oficial. Encontramos leche vendiéndose por 7.000 bolívares -más de 700 dólares al tipo de cambio oficial de la moneda, aunque si se tiene dólares de Estados Unidos se pueden intercambiar en el mercado negro a precios mucho más favorables.
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Es la misma historia para la harina de maíz, que es el constituyente fundamental de las tradicionales arepas venezolanas. Si está disponible en un supermercado del gobierno, cuesta unos 190 bolívares por bolsa de 1 kg, y no mucho más en un supermercado privado. Pero en el mercado negro, puede ser hasta 15 veces más cara.
Los suministros son tan limitados que CNN ha descubierto recientemente que una bolsa de 1 kg de pasta seca se vende por un precio astronómico de unas 200 veces su precio oficial en Caracas.
Conseguir comida en el mercado negro es ilegal y puede ser peligroso. Y es demasiado caro para muchas personas en Venezuela. Solo la compra de estos tres productos -un paquete de harina, uno pasta y uno de leche en polvo- podía llevarse casi la paga de un mes entero para aquellos que tienen un salario mínimo, alrededor de 15.000 a 20.000 bolívares.
Y es por eso por lo que muchos no tienen más opción que ir al supermercado público a comprar comida subvencionada. Hay reglas estrictas. Esperan el día de la semana específico en el que pueden comprar según su tarjeta de identidad, tratan de averiguar qué tienda puede tener lo que necesitan y, después, hacen cola durante horas y horas, y todavía podrían salir con casi nada.
“He estado esperando en la cola desde las 3 de la mañana y solo he conseguido dos tubos de pasta de dientes, así que supongo que voy a tener que comer pasta de dientes esta noche”, dijo Mónica Savaleta, bailarina de 19 años de edad.
Para ella, acudir a los vendedores del mercado negro, conocidos peyorativamente como “bachaqueros”, no es factible. “Gano entre 12.000 y 15.000 bolívares al mes. Si compro de los bachaqueros, todo mi sueldo se va en tres kilos de arroz”.
Wilfredo Cardona, de 25 años, gana considerablemente más como trabajador de la construcción, cerca de 40.000 bolívares al mes. Pero a menudo eso no ayuda. “Vine a comprar harina, arroz y azúcar, y no he podido encontrar nada”, dijo. “Todo lo que encuentro es jabón y no puedo comer jabón”.
“En el mejor de los casos, puedo conseguir un kilo de pollo, un kilo de carne y una bolsa de arroz y una de harina de maíz con mi sueldo. Eso es todo”.
Es lo mismo para Wilmer Gómez, un portero que tiene 48 años. Él va de tienda en tienda, de un barrio a otro tratando de racionar sus 24.000 bolívares de salario mensual.
“Estoy de pie en la línea de espera para los productos regulados y para cuando toca mi número no queda nada”.
“He estado en busca de comida todo el día de hoy. Esta mañana me encontré con cuatro botellas de aceite en un lugar, jabón en otro y detergente para la ropa en otro. Ahora tengo la esperanza de encontrar un poco de harina de maíz”.