(CNN) – Los golpes iniciaron tan pronto como fueron detenidos, y continuaron en una “fiesta de bienvenida” en el centro de detención.
Así es como decenas de presos sirios describen las fuertes palizas a manos de las fuerzas del gobierno al llegar a una de las prisiones de Siria.
Un grupo de guardias lleva a cabo las palizas, a menudo con herramientas como barras de silicona y mangueras, para castigar a los presos por su oposición al régimen de Bachar al Asad, según un nuevo informe de Amnistía Internacional.
Las experiencias de los detenidos se detallan en el nuevo informe, que estima que 17.723 personas murieron bajo custodia en Siria desde que comenzó la guerra en marzo de 2011, lo que arroja un promedio de más de 300 muertes cada mes.
La estimación se basa en informes de cuatro organizaciones que investigan las muertes en el conflicto en curso en Siria, desde el 15 de marzo de 2011 al 31 de diciembre de 2015. Sobre esos registros, el Grupo de Análisis de Datos de Derechos Humanos fue capaz de identificar 12.270 casos con información suficiente para determinar que la persona murió en prisión. Usando un método estadístico para estimar el número total de víctimas, el grupo se acercó a un total estimado de 17.723 víctimas.
Sin embargo, el grupo cree que esa cifra es una subestimación, sobre la base de los criterios utilizados para definir una muerte bajo custodia. El número de base no incluye las personas que nunca fueron reportadas o los casos de información incompleta o inexistente.
Piden justicia
Amnistía y otras organizaciones de derechos humanos conocen desde hace tiempo la existencia de casos de tortura en las cárceles de Siria. Los reportes de tortura por parte de las autoridades sirias para sofocar la disidencia datan del régimen del padre de al Asad, Hafez al Asad, en la década de 1980.
El informe arroja una desgarradora luz sobre las condiciones dentro de las instalaciones.
“El catálogo de historias de horror que aparece en este informe describe con truculento detalle los terribles abusos que los detenidos sufren rutinariamente desde el momento de su arresto, durante su interrogatorio y detención detrás de las puertas cerradas de las instalaciones de inteligencia de Siria”, dijo Philip Luther, director del Programa de Amnistía Internacional para Medio Oriente y África del Norte.
“Durante décadas, las fuerzas del gobierno sirio han utilizado la tortura como medio para aplastar a sus oponentes. En la actualidad, se está llevando a cabo como parte de un ataque sistemático y generalizado dirigido contra cualquier sospechoso de oponerse al gobierno en la población civil y equivale a crímenes contra la humanidad. Los responsables de estos crímenes atroces deben ser llevados a la justicia”.
“Estaban tratando de acabar con nosotros”
El informe se centra en las experiencias de los 65 sobrevivientes, 54 hombres y 11 mujeres, entrevistadas por Amnistía entre diciembre de 2015 y mayo de 2016. Siete eran miembros del ejército sirio o asistían a los militares en el momento de la detención.
El resto eran civiles que no habían participado en ninguna actividad militar según lo dispuesto por Amnistía Internacional, con ocupaciones que abarcan: contadores, abogados, profesores y académicos, estudiantes, ingenieros, electricistas, arquitectos, propietarios de negocios, gerentes de gimnasios, asistentes de ventas, escritores y periodistas, actores, artistas, personal de ONG’s, defensores de derechos humanos, agricultores y jornaleros.
Después de un juicio ante un tribunal antiterrorista o corte de ámbito militar, procedimientos que se describen como “flagrantemente injustos” por Amnistía, muchos fueron trasladados a la prisión militar de Saydnaya.
Describieron actos de tortura y otros malos tratos durante los interrogatorios para obtener “confesiones” u otra información, o simplemente como castigo.
Algunas personas reportaron que habían sido detenidas como resultado de confesiones obtenidas mediante tortura.
Exdetenidos informaron de una larga lista de condiciones inhumanas, como períodos prolongados de incomunicación, hacinamiento en las celdas, falta de acceso a atención médica, a alimentos y a saneamiento.
El tamaño de las celdas variaba entre los 3x2 metros y los 3x3 m y normalmente albergaban a entre 28 y 50 personas. La gente dormía en turnos, dijeron los sobrevivientes.
“Era como estar en una sala de muertos. Estaban tratando de acabar con nosotros allí”.
Como resultado de las condiciones, las muertes bajo custodia eran comunes, dijeron los sobrevivientes.
El número exacto de muertes de detenidos es desconocido porque, para empezar, a menudo no está claro a dónde se los llevaron. Si las familias encuentran el destino de sus seres queridos, la información que reciben a menudo es incompleta o inexacta.
“(Después de la muerte de la víctima) los guardias regresaban y pedían a todos los detenidos que confirmaran que los guardias habían proporcionado ayuda en los primeros minutos después de que empezara a sangrar, de manera que pudieran escribir en su informe que trataron de salvar su vida”, dijo un hombre que afirmó ser testigo de una muerte por falta de tratamiento médico.
“Tuvimos que limpiar toda la sangre de la celda. Un amigo me dijo que después obligaron a sus padres a firmar un certificado de defunción diciendo que había sido disparado por terroristas en el camino a casa después de ser liberado”.