(CNN) – La reacción memorable de asombro y emoción de la nadadora china Fu Yuanhui al ganar la medalla de bronce en los 100 metros dorso en los Olímpicos de Río provocó que los internautas la amaran aún más.
“¿Fui tan rápida? Estoy muy feliz”, dijo extasiada después de la carrera en una entrevista con la televisora estatal china CCTV, luego de enterarse que había hecho un tiempo de 58,76 segundos y había empatado en tercer lugar.
La fama de Fu en la red evoca a los Olímpicos de Londres 2012, cuando la reacción de la gimnasta McKayla Maroney al ganar la medalla de plata en la viga de equilibrio se volvió la sensación en internet; sin embargo, lucía muy decepcionada y “nada impresionada” en vez de contenta.
Resulta que quienes ganan la medalla de bronce suelen reaccionar con más felicidad a su desempeño que quienes ganan la de plata, de acuerdo con los investigadores.
De seguro asumimos que un atleta se sentiría más complacido con la plata que con el bronce, pero la razón por la que esto no ocurre puede explicarse a través de un fenómeno llamado pensamiento contrafáctico, de acuerdo con Peter McGraw, científico conductual de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos.
“La gente tiende a comparar su situación en el mundo y lo que les pasa, con lo que pudo haber sido… Eso se llama pensamiento contrafáctico”, explica McGraw.
Así que “hay un punto de referencia espontáneo en el momento, o contrafáctico, lo que significa que con la plata piensas: ‘Vaya, pude haber ganado el oro’, y con el bronce piensas: ‘Bueno, al menos gané una medalla’”, explica.
“Lo que pasa es que no hay una fórmula, sino solamente una tendencia natural de la gente a tratar de determinar lo bueno y lo malo de una situación, qué podría haber pasado y qué tan reñido estuvo un encuentro. Esto crea una especie de coctel que podría influir en la gente de forma tal que quien haya ganado una medalla de bronce esté más contento que quien gana una medalla de plata”, asegura.
Por qué puede sentirse mejor ganar el bronce
Thomas Gilovich, profesor de psicología en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, es uno de los autores de un estudio sobre el pensamiento contrafáctico y la satisfacción entre los medallistas olímpicos que se publicó en la revista Journal of Personality and Social Psychology en 1995.
Gilovich y sus colegas grabaron en video toda la cobertura que hizo la televisora estadounidense NBC de los Olímpicos de verano en Barcelona, España, en 1992, y analizó la reacción de los atletas al ganar medallas de plata y de bronce.
Luego, los investigadores mostraron 25 tomas de reacciones posteriores a la competencia y entrevistas a un panel de 20 estudiantes universitarios que indicaron que los Olímpicos no les interesaban o que no estaban informados al respecto. Se pidió a estos estudiantes que evaluaran las reacciones y las emociones de los deportistas en los videos sin saber quién había ganado la plata y quién el bronce.
Al hacer esto, los participantes indicaron que quienes ganaron la medalla de bronce lucían más contentos en promedio que quienes habían ganado la plata.
Además, los investigadores entrevistaron a 115 ganadores de medallas de plata y bronce de los Empire State Games de Nueva York 1994, un importante evento atlético amateur. Al terminar las competencias, se pidió a los atletas que calificaran lo que pensaban sobre su desempeño en una escala de diez puntos.
Los investigadores determinaron que, después de una competencia, los atletas que ganaron el bronce parecían significativamente más contentos en promedio que quienes ganaron la plata, quienes tendían a centrarse más en lo que no habían podido lograr.
“Se comparan con quienes ganaron el oro y por ende piensan en lo que no pudieron lograr; quienes ganaron la medalla de bronce también piensan en lo que no ocurrió: no llegaron en cuarto lugar, así que ganaron una medalla”, dijo Gilovich.
En otras palabras, el pensamiento contrafáctico influye en lo satisfecho que cada atleta se siente.
Hay otro ejemplo de pensamiento contrafáctico para quienes no somos atletas olímpicos: “las admisiones a la universidad”, explica McGraw. “¿Te quedaste en tu primera opción? ¿En la segunda? Tuve que hacer tres intentos para entrar en el posgrado y solo me aceptaron en uno, así que me sentí más contento que mis colegas que rechazaron otras tres escuelas”.
¿Rostros inexpresivos? No en los Olímpicos
Los espectadores tal vez no noten la diferencia en lo contentos que se sienten quienes ganan la medalla de plata o la de bronce, a menos que analicen cómo sonríen los atletas, según un estudio de 2006 que se publicó en la revista Journal of Personality and Social Psychology.
En el estudio se usaron fotos de 84 atletas que ganaron medalla de oro, plata, bronce o que quedaron en quinto lugar en la competencia de judo en Atenas 2004 (en el judo olímpico se entregan dos medallas de bronce). Se examinaron las expresiones faciales espontáneas (como el movimiento de los músculos faciales y la posición de los ojos) de los atletas inmediatamente después de ganar un combate por una medalla.
“Descubrimos que quienes ganaron la medalla de bronce tendían a mostrar sonrisas más ‘genuinas’, conocidas como sonrisas de Duchenne”, dice David Matsumoto, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de San Francisco, Estados Unidos, y director del estudio.
“Son sonrisas que no solo involucran al músculo que jala hacia arriba los extremos de los labios, sino también los músculos que rodean los ojos y que levantan las mejillas, hacen que los párpados se estrechen y producen las patas de gallo. La mayoría de quienes ganaron medallas de plata no sonrieron porque habían perdido el combate”, dice Matsumoto, quien también fue entrenador de judo olímpico.
“Más tarde, en el podio, todos los atletas sonrieron… pero quienes ganaron la medalla de plata mostraron sonrisas sociales, no las de Duchenne, y esas no involucran a los músculos que rodean los ojos. Eso indicó que sonreían por cortesía, pero que en realidad no estaban contentos”, asegura.
Matsumoto agrega que al principio le sorprendieron los hallazgos de la investigación, pero luego pensó en su propia experiencia como entrenador.
“Todos creemos que un desempeño ganador de la medalla de plata es un logro sombroso y sin duda lo es. Pero los hallazgos dejaron en claro que quienes ganan una medalla de plata en realidad no están contentos cuando la ganan”, dice. “Cuando analicé mis propias experiencias con otros atletas a lo largo de los años, me di cuenta de que era cierto y que algunos atletas que ganan la plata se sienten igual por años”.
Por ejemplo: Allyson Felix, la estrella estadounidense del atletismo, perdió el oro por poco y se llevó la plata en la final de los 400 metros femenil el lunes 15 de agosto, cuando Shaunae Miller de Bahamas se lanzó para cruzar primero la meta.
Felix escribió en su muro de Facebook al día siguiente que se sentía decepcionada.
“Ayer no terminó como lo soñé. Estoy decepcionada. Rápidamente recordé las incontables razones para estar orgullosa y agradecida”, escribió.
“Bobby [Kersee, el entrenador de Felix] me dijo que nunca había estado tan orgulloso de mí. Eso hizo eco en mí. Todo salió mal este año, pero de alguna forma llegué aquí y gané una medalla de plata. Luché tanto como pude y lo di todo. Lo que más me enorgullece es que nunca renuncié a mis sueños ante la adversidad. Me siendo extremadamente honrada de ser la atleta olímpica más condecorada de la historia olímpica de la USATF [Asociación de Atletismo de Estados Unidos, por sus siglas en inglés]. ¡Toda la gloria es de Dios!”.
Las expectativas ayudan y afectan
McGraw dijo que una forma de manejar estas emociones podría ser reducir las expectativas. Así se puede mitigar la decepción.
“Pero el problema con eso es que las expectativas son lo que suelen motivarnos”, dice. “Si eres un atleta, querer ganar el oro es bueno porque te ayuda a entrenar más. Correr duele y eso te ayuda a tratar de superar el dolor. Tiene un componente psicológico que indica que el esfuerzo rinde frutos”.
McGraw tiene su propia relación con el bronce olímpico. Emma Coburn, una de sus antiguas estudiantes, pasó a la historia cuando ganó la medalla de bronce en los 3.000 metros con obstáculos en las Olímpicos el lunes 15 de agosto y se volvió la primera afroestadounidense en ganar una medalla en ese evento.
“Recuerdo que una vez vino a hablar conmigo de carreras”, relata McGraw. “Estaba pidiendo información sobre investigación de mercado y yo le respondí: ‘¿Qué no eres una excelente corredora?’. Contestó que sí. Yo le pregunté si no tenía una oportunidad de ir a las Olímpicos y ella dijo que sí. Entonces yo le dije que ni siquiera se molestara en pensar en estas cosas.
Le dije: ‘Ve a desarrollar tu marca, gana medallas olímpicas. ¡Tienes toda tu carrera por delante!’. Ella dijo: ‘OK, ¡gracias!’. Ahora, años después, verla ganar una medalla de bronce obviamente me hace sentir que reaccioné correctamente a su pregunta al decirle: ‘Primero ve a dónde te lleva esto de correr’”.