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(CNN) – Una nueva preocupación para los citadinos, especialmente aquellos que habitan en las ciudades más contaminadas el mundo: un nuevo estudio encontró que ciertas partículas de la contaminación del aire entran al cerebro humano cuando la gente respira.

Las partículas descubiertas se conocen como magnetitas, miden menos de 150 nanómetros, más pequeños que el ancho de un cabello humano, y se forman usualmente dentro de motores y hogueras.

Sin embargo los investigadores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido han encontrado estas partículas en la corteza frontal del cerebro humano, según reportan en su más reciente estudio publicado este lunes.

Examinaron 37 muestras de personas que vivían en Ciudad de México o en Manchester en el Reino Unido y encontraron este peligroso contaminante.

“Las magnetitas son tóxicas para el cerebro humano”, dijo Barbara Maher, profesora de medio ambiente en Lancaster y quien lideró el estudio. “Las partículas de este material siempre están presentes en la polución”.

Así se ven las partícula en las células cerebrales

Las magnetitas son un mineral que proviene del hierro y se cree que es tóxico por su facilidad de reaccionar con otras partículas conocidas como los radicales libres, que causan oxidación en las células cerebrales, dañándolas.

Dos partículas

Maher descubrió dos formas de esta partícula en le cerebro humano. Cada una de ellas llegó a ese tejido de forma distinta.

Una forma de la partícula era angular y se sabe que se forma naturalmente en el cerebro. La otra era más esférica, y que forma en altas temperaturas, como en un motor, y se asocia con otros metales como platino y niquel.

“Concuerdan con las partículas de polución atmosférica”, dice Maher. Para verificar esto, el equipo las comparó con unas que obtuvieron de polución atmosférica que recogieron en varias vías. “Fue bastante convincente”, añade la científica.

¿Cómo entran al cerebro?

El equipo estudió las muestras obtenidas de la corteza frontal que se obtienen llegando al cerebro desde la nariz de los pacientes. El equipo cree que esa es la misma forma en la que entran la partículas.

“Allí no hay barrera”, dice Maher, y añade que las partículas podrían transportarse a otras regiones del cerebro.

El pequeño tamaño de las partículas también reduce las probabilidades de que sean atrapadas por el recubrimiento de moco en la nariz.

Se cree que la polución del aire causa unas 1,3 millones de muertes al año, según la Organización Mundial de la Salud y se considera un factor de riesgo para las enfermedades respiratorias crónicas.

El equipo de Maher cree que esta partícula podría incrementar las probabilidades de que alguien desarrolle Alzheimer.

Estudios previos han vinculado las magnetitas a esta enfermedad y Maher cree que es causada por estos radicales libres que causan daño dentro del cerebro y que también podrían desencadenar otras enfermedades cerebrales.

“Por el momento son riesgos potenciales ambientales”, dice Maher. Pero la evidencia de esto es limitada y otros expertos dicen que es necesario examinar esto a fondo.