(CNN) – Los gemelos siameses unidos por la cabeza fueron exitosamente separados en el Hospital de Niños de Montefiore en el Bronx este viernes. Los niños todavía estaban en cirugía hacia las 6 de la mañana hora local para reconstruir sus cráneos y queden completos.
La cirugía fue liderada por el doctor James Goodrich, considerado un experto mundial en cirugía de cráneo. El procedimiento tomó 16,5 horas.
Fue la séptima cirugía de separación de Goodrich, y la número 59 de siameses unidos por el cráneo en el mundo.
Goodrich le informó a la familia de la separación hacia las 3 de la mañana.
Sus padres, Nicole y Christian McDonald, tuvieron que tomar la difícil decisión de escoger la cirugía incluso si acarreaba mayores riesgos, incluyendo la muerte o el daño cerebral para uno o para los dos niños.
“Lo hicimos”, les dijo Goodrich.
En su página de Facebook, Nicole McDonald escribió: “Dos bebés separados, y aún me duele la incertidumbre del futuro. No lloré sino hasta que los cirujanos salieron de la habitación. Me costó pronunciar la palabra ‘gracias’ porque tengo un hueco en el estómago. Estamos en el límite de lo desconocido. Los próximos meses serán críticos en términos de recuperación y no sabemos a ciencia cierta cómo se recuperan Anias y Jadon por varias semanas”.
El momento puso fin a una espera agonizante para los padres.
Los McDonalds invitaron a CNN a documentar esta increíble situación.
Antes de recibir la noticia de que sus niños eran ahora dos individuos separados, los padres pasaron por un día lleno de todo tipo de emociones. Estuvieron ansiosos, a pesar de los esfuerzos de los médicos. Es un día de recorrer territorio desconocido, una cirugía única.
En el cetro de todo están los dos bebés, hermosos, con ojos cafés y el pelo revuelto y compartido en la parte superior de sus cabezas. Llegaron al mundo juntos, y se convirtieron en dos bebés separados en la noche de este jueves.
Así fue la cirugía
El doctor Goodrich se para junto a dos mesas de operación en el centro del quirófano 10. Una réplica de la cabeza de los niños está entre las mesas
Son las 6:52 de la mañana.
El doctor comenzó su día con un capuchino.
Han pasado 12 años desde que separó a unos siameses unidos por la cabeza en Montefiore. Esa fue su primera cirugía de separación de gemelos unidos por el cráneo, y ha aprendido aprendido mucho desde ese entonces, realizando otras cinco cirugías similares en el mundo, incluyendo una en Siria y otra en Arabia Saudita.
Hacia 1980, era una práctica aceptable sacrificar a un niño en la mesa para salvar la vida del otro. En muchas ocasiones los dos morían. Si uno sobrevivía tenía daño permanente en el cerebro.
Goodrich es pionero en el tema. Estableció la práctica de hacer la separación en varias etapas, en lugar de hacer una larga operación de más de 50 horas. Los McDonalds han tenido ya tres cirugías previas, que han resultado en que tengan cerebros más separados. Este jueves marcó la cuarta etapa, la final.
Ninguno de los siameses de Goodrich han muerto durante la cirugía. Tiene un mantra: “Tómatelo con calma, despacio, con cuidado”.
Su gorra para cirugía personifica su filosofía: está decorada con tortugas.
“No cambies lo que funcione”, dice. “Estoy listo”.
En minutos, él y el doctor Oren Tepper, el cirujano plástico que reconstruirá los cráneos de los niños y coserá sus cabezas, se dirigen al décimo piso donde Jadon y Anias están con su familia.
Saludan a los padres y a otros miembros de la familia.
A las 7:12 de la mañana se llevan a los niños de la habitación. Su hermano mayor, Aza, está acostado junto con los gemelos en una camilla mientras los llevan a la sala de operación.
Es hora de despedirse y Aza no quiere que lo quiten de la camilla.
Los padres se despiden de los niños que entran directamente al quirófano.
Fracasar no es una opción
En la zona de espera del quirófano los doctores Goodrich y Tepper ser reúnen con el neuroradiólogo Joaquim Farinhas.
Farinhas les muestra una réplica en 3D de la cabeza de los niños y de los vasos sanguíneos en su cerebro.
“Esto es lo que quiero que veas”, dice Farinhas, “que es algo que es suave y que de hecho puedes perforar y cortar”.
Goodrich estudia el modelo unos segundos y luego dice: “Listos”.
“Absolutamnte”, dice Farinhas.
“Fracasar no es una opción”, contesta Goodrich.
Son las 7:22 a.m. Por las siguientes dos horas los niños son preparados para la cirugía. Lentamente se quedan dormidos por la anestesia.
A las 9:27 a.m. les colocan una sábana de plástico sobre sus cuerpos desnudos y luego unos cobertores quirúrgicos. Momentos después, sus cabezas son limpiadas y Tepper toma un marcador negro para señalar las cicatrices de cirugías previas.
A las 9:36 a.m., las enfermeras de neurocirugía hacen un procedimiento de protocolo requerido antes de las cirugías. Nombran a los pacientes y las operaciones que se harán este 13 de octubre de 2016.
Hay más de 20 personas en la habitación entre cirujanos, doctores, enfermeras y otro personal; cada uno dice sus nombres y sus títulos.
“¿Cuánto tomará este caso?”, le pregunta la enfermera Bindu Peter.
“Mucho”, responde Goodrich.
“¿Alguna preocupación en particular del paciente?”, añade la enfermera.
“Sangrado”, dice una voz.
“Tenemos dos unidades de sangre disponibles en el banco”, responde Peter.
“Correcto”, contesta Goodrich.
Luego hablan un poco entre ellos y le desean suerte al cirujano.
Es tiempo de operar. Tepper hace la primera incisión a las 9:45 a.m.
‘La parte más fácil está terminada’
Las siguientes horas son un torbellino de actividad. En las tres cirugías previas, el equipo quirúrgico les puso expansores de tejido a los niños para asegurar que su piel fuera suficiente para cubrir sus nuevos cráneos. Los cirujanos también separaron algunas de sus venas para prepararse para este jueves.
Los padres toman el desayuno acompañado por otros familiares. Luego llevan a Aza a un parque cercano. La madre se alegra de que su otro hijo esté ahí con ellos; correr tras de él y cuidarlo mantiene su ansiedad a raya.
El padre va a una tienda a comprar tarjetas de agradecimiento. Juntos se dedican a escribir notas personales a sus amigos cercanos y familia por ayudarles a llegar hasta este punto.
Poco después de que CNN publicara la historia de esta familia, empezaron a recibir miles de mensajes y donaciones en su página de GoFundMe.
Recibieron mensajes de apoyo de personas de lugares tan lejanos como Filipinas y Alemania. Dicen que su fe en la humanidad ha renacido.
CNN tuvo acceso exclusivo a este extraordinario procedimiento:
La historia de su familia y su lucha por mantener a sus bebés con vida
Anias y Jadon McDonald nacieron como gemelos siameses. Su nacimiento fue raro: la ciencia dice que los niños son un caso de uno en millones. Sus padres están de acuerdo.
“Son tan perfectos”, dice su madre, Nicole. “Son hermosos, y son tan graciosos y felices”.
Con 13 meses, Jadon es el bravucón. Intenta salir de la cama y alejarse de su hermano. Cuando su hermano juega con un juguete, Jadon se mece hasta que logra quitárselo.
Anias es el contemplativo, al que le encanta escuchar a su madre leer. La ha tenido más difícil que su hermano. Es un guerrero silencioso, dice su madre, con una mirada cautivadora “como si viera en tu alma”.
Nicole y Christian, los padres, tomaron la decisión que ningún padre debería tomar nunca: hacer lo que creen que es lo mejor para sus gemelos, incluso si pone en riesgo sus vidas. Separarlos.
La pareja se apoya en la fe. Oran con frecuencia y buscan el consejo de su ministro. Dicen que han puesto su esperanza en Dios, sin importar el resultado. “No sé cuál es la respuesta a mis oraciones aún”, dice Nicole, rompiendo en llanto.
El solo hecho de haber llegado a este punto es toda una hazaña para los niños McDonald, que comparten entre 3 y 5 centímetros en diámetro de tejido cerebral. Aunque estadísticas significativas son difíciles de recolectar para un caso tan poco común, se puede decir que el proceso de separación implica grandes riesgos, incluyendo la posibilidad de muerte o de daño cerebral de largo plazo para alguno o ambos niños.
Antes de todo esto, Christian y Nicole McDonald vivían una vida sin sobresaltos en Braidwood, Illinois, un pueblo de 5.000 habitantes a unos 112 km al sur de Chicago. Él era conductor de camiones; ella, una terapeuta pediátrica.
Los niños nacieron un mes prematuros, el 9 de septiembre de 2015, con una cesárea no programada, a las 11:11 p.m. “Son unos niños pequeños normales, como cualquier otros dos bebés que uno ve… excepto que son siameses”, dice Christian.
Los McDonalds viven solo de la generosidad de otros. La familia recibe paquetes en el correo de ropa para los niños. Extraños envían cheques, también. Un donante que ha sido un contribuyente generoso al hospital ayuda a cubrir los costos de vida.
Las primeras 72 horas después de la operación serán las más cruciales y riesgosas. Si a los niños les va bien, probablemente estarán varias semanas en la unidad de cuidados críticos pediátricos. La siguiente escala: un centro de rehabilitación, posiblemente durante varios meses, en donde seguirán su recuperación y aprenderán a voltearse, a alzar sus cabezas y a lograr otros hitos de la infancia. Usarán cascos protectores.