En 2010, Richard y Cynthia Murphy estaban criando a sus dos hijas en su casa colonial de dos pisos en Montclair, Nueva Jersey. El FBI aseguró eran espías rusos. Sus nombres reales, según la agencia de inteligencia, eran Vladimir y Lydia Guryev.

(CNN) – Para los habitantes desprevenidos de un barrio suburbano en Montclair, Nueva Jersey, parecía demasiado irreal como para ser verdad: sus vecinos tranquilos y sin pretensiones resultaron ser en realidad espías rusos.

La pareja, conocida como Richard y Cinthya Murphy, aparentaron ser una familia estadounidense típica, que vivía en una casa beige de estilo colonial de dos pisos junto a sus pequeñas hijas en el número 31 de Marquette Road.

La tarjeta de presentación laboral de Cynthia aseguraba que ella trabajaba como planificadora financiera en una empresa de contabilidad de Manhattan. Por su parte, Richard le aseguró a los vecinos que era un papá dedicado a su hogar y a criar a sus hijas Lisa, de nueve años, y Kate, de once.

La impactante verdad para ese apacible barrio surgió cuando el FBI hizo una redada en la casa de los supuestos Murphy en 2010: los verdaderos de Richard y Cynthia eran Vladimir y Lydia Guryev.

“Me podrían haber dicho que ellos eran marcianos del espacio y habría estado menos sorprendida”, confesó Elizabeth Lapin, una profesora de poesía, quien aún vive en la misma calle donde quedaba la residencia de Guryev y que ahora es conocida como “la casa de los espías”.

Los Guryev se habían dedicado a recopilar información desde la década de 1990 para la SVR de Rusia, un organismo que el FBI describe como el equivalente moderno a la KGB. La KGB, si lo recuerdas, era la organización de seguridad nacional que tenía la ya desaparecida Unión Soviética y que durante la Guerra Fría se encargó de dirigir una policía secreta doméstica y de operar una red de espías en todo el mundo.

El 27 de junio de 2010, el FBI arrestó a los Guryev, junto a otros ocho presuntos espías rusos en Manhattan, Yonkers, Boston y el norte de Virginia. El anuncio de la captura desencadenó titulares de prensa que evocaban los años de la Guerra Fría y hasta inspiró la creación del drama sobre espías ambientado en la década de 1980 “The Americans”.

Pero, aunque los espías ruso encubiertos de la serie “The Americans” “hacen todo tipo de cosas imprudentes y salvajes”, señaló la vecina Virginia Bailey, esa no fue la impresión que ella se llevó de los Guryev. “En todos los aspectos”, le aseguró Bailey a CNN, “estos vecinos no eran ni imprudentes ni salvajes”.

Así fue vivir realmente al lado de espías rusos, según varios residentes de Montclair que hablaron con CNN.

Escondidos a la vista de todos

Recordando, los vecinos sostuvieron que la “casa espía” de los Guryevs era el lugar perfecto para esconderse a plena vista de todos. Manhattan quedaba a tan solo 30 minutos de distancia en el servicio de enlace. Y el respaldo del terreno de la casa daba a una reserva de vida silvestre de 8,4 hectáreas, donde las reuniones con los agentes y el intercambio de información se podían ocultar fácilmente de miradas curiosas.

La familia no era excesivamente social, pero tampoco permanecían exactamente ocultos. Los vecinos aseguraron que a veces incluso asistían a las fiestas de verano en el barrio.

Antes de la redada, Bailey y su hija, Jessie Gugig, recuerdan que durante muchas mañanas vieron a su vecina “Cynthia” caminar con su perro por Marquette Road. Aunque nunca se detuvieron para sostener una conversación, Bailey recordó que era una mujer “muy atractiva y muy bien organizada, siempre se vestía muy bien”.

Otros de los residentes revelaron que la pareja tenía un acento en su manera de hablar, pero Lapin indicó que nunca oyó alguno.

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05:05 - Fuente: CNN

De hecho, esta vecina confesó que tenía “una premonición” de que “algo extraño” estaba sucediendo antes de allanamiento. Unos pocos meses antes, se dio cuenta de una construcción inusual y prolongada bajo las calles del barrio.

El viernes previo a la redada, Lapin relató que había un coche de policía estacionado al frente de su casa. Pero, ¿espionaje? Nunca se le ocurrió, añadió.

Así fueron atrapados

El FBI y la CIA se enteraron por primera vez del conjunto de espías encubiertos de la SVR en Estados Unidos a principios de los años 2000. Sabían que estas personas estaban viviendo como los llamados “ilegales”, lo que significaba que no tenían protección diplomática.

Las autoridades estadounidenses vigilaron secretamente a todos los espías durante años, instalando escuchas telefónicas en la casa de los Guryev e incluso buscando clandestinamente cuando ellos no estaban cerca. El FBI le reveló a la serie original de CNN “Declassifed” que los Guryev se esforzaron tanto por adaptarse a la sociedad estadounidense que ni siquiera hablaban ruso dentro de su propia casa.

Con el tiempo, Estados Unidos pudo descifrar el código secreto que los espías usaban para comunicarse con Moscú, lo que le permitió al FBI conocer mejor las operaciones de los Guryev. En 2009, la agencia grabó un video de una reunión entre Vladimir y un funcionario del gobierno ruso. Fue cuando las autoridades decidieron que había llegado el momento de arrestar al espía de enlace.

Jessie Gugig recordó el impacto que le produjo a sus 15 años ver las camionetas del FBI detenerse en la casa de los Guryev, a unos pocos metros de su propia residencia.

“Finalmente, otro coche se detuvo y aparecieron hombres vestidos de traje, con auriculares y con algunos papeles que debían ser una orden”, evocó Gugig, ahora una estudiante de derecho de 22 años. De repente, los agentes entraron en la casa, encendieron las luces y empezaron a buscar de arriba a abajo.

“La casa se iluminó como si fuera Navidad”, relató la joven.

Al menos por una semana después del allanamiento, la prensa parecía estar en todos los lugares del barrio, completó la madre de Gugig, Bailey. “Me refiero a hordas de ellos. Fue sólo un carnaval”, insistió.

¿Qué pasó con las niñas?

Dos semanas después de los arrestos ejecutados por el FBI, Moscú y Washington firmaron un acuerdo.

Cuando los diez detenidos se declararon culpables de ser agentes rusos, Estados Unidos aceptó transferirlos y dejarlos bajo la custodia de su país. A cambio, Moscú convino liberar a “cuatro personas”, que fueron “encarceladas en Rusia por su presunto contacto con agencias de inteligencia occidentales”, informó el Departamento de Justicia.

Kate y Lisa, quienes nacieron en Estados Unidos, con el tiempo acompañaron a sus padres de regreso a Rusia. El entonces secretario de Justicia estadounidense Eric Holder le afirmó al programa “Face the Nation” de la cadena CBS en 2010 que las niñas Guryev, así como todos los demás hijos de los espías rusos, fueron “repatriados”.

“Todo ese aspecto fue muy triste”, manifestó Bailey. “De repente, sus vidas cambiaron por completo, las niñas no conocían a Rusia … Tenían que dejar a sus amigos abrupta y súbitamente… Todo habría sido tan radicalmente diferente”, añadió.

El exagente del FBI Eric O’Neill, quien ayudó a detener al agente doble de este organismo Robert Hanssen, señaló en 2010 que es inusual que los espías trabajando en el extranjero tengan hijos, porque podrían enfrentar lealtades divididas.

“Cuando eres padre, se supone que debes cuidar a tus hijos, se supone que debes ponerlos por encima de todo en tu vida y un espía no puede hacer eso”, explicó O’Neill.

¿Hay otros espías viviendo en Estados Unidos?

Para los vecinos, el hecho de tener espías rusos en el barrio en ese momento parecía un extraño retroceso a la Guerra Fría.

Pero ahora que los residentes de Marquette Road están escuchando más información sobre las tensiones entre Rusia y Estados Unidos, aseguran que la idea de los espías rusos viviendo entre los estadounidenses no parece tan sorprendente.

Algunos de ellos, incluso, siguen de cerca las actuales investigaciones del gobierno estadounidense por la intromisión rusa durante las elecciones de 2016 y la posible conspiración con miembros de la campaña presidencial de Donald Trump.

De hecho, los espías rusos están incrementando sus esfuerzos de recolección de inteligencia dentro del territorio de Estados Unidos, según le confirmaron este mes a CNN funcionarios y exfuncionarios de inteligencia estadounidenses.

Oleg Kalugin, exjefe de espionaje de la KGB, le aseguró a CNN que “no se sorprendería” si se entera de que Rusia continúa infiltrando espías ilegales en Estados Unidos. Sin embargo, sospecha que estos programas pueden estar menos activos ahora que en 2010. Kalugin, quien dice que nunca dirigió programas ilegales encubiertos, calificó de derrochadora e ineficiente esta estrategia.

“Es arriesgado, solitario y un trabajo realmente difícil”, insistió.

Una de las piezas clave de la evidencia descubierta por el FBI en 2010 fue un mensaje de espías rusos enviados a los Guryev, poco antes de su detención.

“Ustedes fueron enviados a EE.UU. para un viaje de servicio a largo plazo”, se leía en el mensaje. “Su educación, cuentas bancarias, coche, casa, etc, todos sirven a un objetivo: cumplir con su misión principal, es decir, buscar y desarrollar lazos en los círculos políticos y enviar intels (inteligencia) a C.”

Se piensa que “C” era el término utilizado para referirse a “el centro,” una oficina de compensación de la información del espionaje en Rusia.

¿Un nuevo comienzo para el barrio?

Lapin, quien ha vivido cerca de la casa que habitaron los espías rusos por 11 años, aseguró que el barrio era mucho más amigable antes e la redada. “Me gustaba el vecindario, hasta que este evento ocurrió”, confesó.

Pero el viejo ambiente ha ido regresando lentamente, añadió. Varios de sus vecinos se han ido desde el allanamiento, siendo reemplazados por nuevos residentes que no asocian la casa con los espías.

Un agente de bienes raíces aseguró que la casa fue vendida recientemente. Tal vez una nueva familia se mudará pronto, lo que ayudará a Montclair a cerrar este capítulo y superar su conexión con el espionaje internacional.