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(CNN) – Es una isla de animales fabulosos y vistas inolvidables.

Un lugar en el que los lémures aúllan como alarmas de coches y camaleones del tamaño de tu brazo imitan el movimiento de las hojas en la brisa.

Paseos de robustos baobabs y cañones de karst irregulares parecen salidos de la mente de Salvador Dalí. Las playas y acantilados que rodean esta isla del tamaño de Texas están entre los más hermosos del mundo. Y una exótica mezcla de linajes africanos y asiáticos, sazonada por la colonización francesa, crean una cultura única en su clase.

Los famosos baobab de Madagascar.

Con todo esto, Madagascar debería ser “el destino”, atrayendo tanto a mochileros como a exploradores de hoteles cinco estrellas a “El Octavo Continente”.

Pero los alguna vez abundantes recursos de Madagascar están ahora en peligro debido a desastres tanto naturales como provocados por el hombre: desde la corrupción política a la aplastante pobreza y, ahora, la plaga.

A diferencia de la “Muerte Negra” medieval, que fue propagada por ratas, esta una extraña plaga neumónica que puede pasarse entre humanos con solo toser cerca de otro, y resultar mortal en tan solo 24 horas.

Niños reciben máscaras en Antananarivo.

Al menos 33 personas han muerto por este brote, alarmando a las autoridades mientras se propaga rápidamente en la capital y las ciudades costeras. El 6 de octubre, la Organización Mundial de la Salud entregó más de un millón de dosis de antibióticos a Madagascar y ha pedido a Estados Unidos dar a la isla 5.5 millones de dólares en asistencia médica de emergencia.

Esta es solo la última crisis de una nación definida por las dificultades, la lucha y la polémica, antes y después de declarar su independencia de Francia en 1960.

Las últimas generaciones han visto golpes y asesinatos, dictadores despóticos y una democracia fallida. De los más de 20 millones de residentes, solo 15% tienen electricidad y la mayoría vive con uno o dos dólares al día.

Aparte de la miseria humana, estas condiciones han provocado uno de los desastres humanitarios más grandes en los tiempos modernos.

Los bosques que albergan a parte de la vida más singular del planeta se están acabando mientras la gente desesperada convierte los árboles en carbón para usar y vender. En los bajos humedales, talan los árboles para sembrar arroz y en la selva tropical, las mafias de la madera apilan el preciado palo de rosa para cumplir la demanda de muebles caros de China.

Este tipo de lémures son solo algunos de los fascinantes animales que se encuentran exclusivamente en Madagascar.

“Como yo lo veo, la actual generación saldrá de la pobreza en 2050”, dijo el presidente Hery Rajaonarimampianina en entrevista en 2016. “Cuando eso ocurra, los animales y las plantas se duplicarán y triplicarán. Habrá más turistas que vendrán aquí en lugar de ir a otro lado”.

Considerando las necesidades de su país, esta podría ser la predicción política más audaz de la historia. Pero el recurso renovable más confiable en Madagascar es la esperanza. Convertir esa esperanza en acciones podría ser la diferencia entre la supervivencia y la extinción para el hombre y la fauna.