(CNN) – Por lo menos 29 personas, entre ellas nueve periodistas, murieron este lunes en dos atentados con bomba en Kabul. Entre los fallecidos se encuentra un famoso fotógrafo que había escrito sobre los peligros de informar en la capital de Afganistán. Ambos ataques fueron reivindicados por Estado Islámico.
Los periodistas murieron cuando un terrorista disfrazado de camarógrafo de televisión detonó una segunda bomba en el lugar donde había estallado un primer explosivo.
Un tercer ataque en Afganistán mató el lunes al periodista de la BBC Ahmad Shah, quien recibió un tiro moral de un tirador desconocido, según pudo saber CNN. Según Najib Sharifi, director de un comité de seguridad de periodistas, Shah fue asesinado mientras se dirigía a su casa en la provincia de Jost, al sur de Kabul.
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La primera explosión ocurrió alrededor de las 8:00 a.m. (hora local) en el área de Shashdarak, una zona de edificios gubernamentales y donde se encuentra también la embajada de Estados Unidos. A raíz de la detonación, varios periodistas acudieron al lugar.
La segunda explosión tuvo lugar cuando el atacante, que se hacía pasar por camarógrafo, detonó explosivos en el momento en el que los periodistas se acercaban a la escena, contó a CNN Hashmat Stanikzai, vocero de la Policía de la ciudad de Kabul.
En un comunicado emitido a través de la aplicación de mensajería Telegram, ISIS dijo que un “hermano del martirio” hizo explotar su chaleco explosivo entre un grupo de “apóstatas” y mató e hirió a varios de ellos. El grupo nombró al primer atacante como Qaqaa al-Kurdi y al segundo atacante como Khalil al-Qurshi. ISIS no proporcionó ninguna evidencia para el reclamo.
Se trataría, según Reporteros sin Fronteras, del peor atentado contra los medios de comunicación desde la caída de los talibanes en 2001.
Al menos nueve periodistas murieron en el ataque, según Najib Sharifi, director de la Comisión por la Seguridad de los Periodistas Afganos.
Más de 45 personas resultaron heridas como consecuencias de las dos explosiones y fueron llevadas a hospitales de la ciudad, según informó el Ministerio de Salud Pública.
El sitio de la explosión estaba cerca de la sede de la OTAN en Afganistán, la embajada de EE.UU. y varios edificios del gobierno afgano, incluido el palacio presidencial, el Ministerio de Defensa y la sede de los servicios de inteligencia de Afganistán.
El embajador estadounidense John Bass condenó el ataque.
“Condeno el terrible ataque de Kabul de hoy (y) reafirmo nuestro compromiso (de) apoyar al pueblo afgano en su lucha por la paz (y) seguridad en todo Afganistán. Lloramos por los asesinados, incluidos los valientes periodistas que defienden la verdad en la cara de la violencia”, escribió en Twitter.
Uno de los periodistas muertos es un afamado fotoperiodista
Uno de los muertos era Shah Marai, un fotógrafo que trabajaba para la agencia de noticias francesa AFP. En un tuit el lunes, la directora global de noticias de AFP, Michele Leridon, rindió homenaje a Marai por su “extraordinaria fuerza, coraje y generosidad” y alabó su “profesionalismo consumado” y su “sensibilidad” a lo largo de sus 15 años cubriendo el conflicto afgano.
AFP dijo que la muerte de su colega Shah Marai en la explosión es “un golpe devastador”.
La agencia dijo que Marai se unió a AFP como conductor en 1996, el año en que los talibanes tomaron el poder, y en 2002 se convirtió en fotográfico a tiempo completo, ascendiendo entre las filas para convertirse en el fotógrafo jefe de la oficina.
La directora de Noticias Globales de AFP, Michele Leridon, emitió un comunicado sobre la muerte del fotógrafo de larga trayectoria.
“Este es un golpe devastador para el valiente personal de nuestra cercana oficina de Kabul y para toda la agencia. Shah Marai fue un valioso colega que pasó más de 15 años documentando el trágico conflicto en Afganistán para AFP”.
El fotoperiodista deja seis hijos, incluyendo una niña recién nacida, informó AFP.
En un ensayo titulado “Cuando la esperanza se ha ido”, escrito en 2016, antes del nacimiento de su sexta hija, reconoció el peligro de vivir en la ciudad con su joven familia.
“No me atrevo a llevar a mis hijos a pasear. Tengo cinco y pasan el tiempo encerrados dentro de la casa. Todas las mañanas, cuando voy a la oficina y todas las tardes cuando regreso a casa, todo lo que pienso son coches que pueden ser explosivos, o de terroristas suicidas que salen de la multitud. No puedo correr el riesgo”.