(CNN) – La mayor pregunta que nubla la cumbre del G7 de este fin de semana en Francia es si el presidente de Estados Unidos la hará explotar.
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El hecho de que todos en Biarritz se preparen para una erupción presidencial es una muestra del abismo entre Estados Unidos y sus aliados y de cómo el presidente Donald Trump ha impuesto su carácter disruptivo en el mundo.
Dado el descarado comportamiento errático y el estado de ánimo del presidente en los últimos días, no se puede descartar la idea de que podría repetir su berrinche y su salida anticipada en la última cumbre del G7 en Canadá el año pasado. Después de todo, él acaba de cancelar una visita de estado a Dinamarca porque se negaron a discutir la venta de Groenlandia.
Trump frecuentemente arroja insultos a través del Atlántico, criticando a los líderes extranjeros que han pasado los últimos dos años y medio intentando, generalmente sin éxito, averiguar cómo manejarlo. Su comportamiento es una promesa cumplida para los votantes que creen que los amigos de Estados Unidos se han aprovechado de sus garantías de poder y seguridad.
El mes pasado, por ejemplo, criticó la “tontería” del presidente de Francia Emmanuel Macron por un impuesto a los servicios digitales que afectó a las empresas estadounidenses y prometió imponer aranceles al vino francés.
Anticipándose a los problemas de Trump, Macron ha abandonado el comunicado regular de la cumbre en un esfuerzo por desviar la atención de los desacuerdos que podrían ocurrir el resort francés del surf.
El G7, un grupo de democracias ricas que comprende Gran Bretaña, Francia, Alemania, Estados Unidos, Italia, Japón y Canadá, es exactamente el tipo de reunión globalizada que Trump y sus partidarios aborrecen y es en sí mismo casi una reprimenda a su filosofía de “Estados Unidos Primero”.
El presidente prefiere reuniones bilaterales donde pueda aprovechar el poder superior de Estados Unidos, y cree que la soberanía nacional, no la cooperación multilateral, es la base de las relaciones internacionales.
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Además, los cambios bruscos de Trump en la política exterior de Estados Unidos han abierto grandes brechas con Europa –que preocupan a otros líderes– sobre el cambio climático, Irán, el comercio y la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.
“Creo que lo que estamos viendo es la institucionalización de Estados Unidos solo. Creo que esta semana veremos al presidente Macron en Francia intentando liderar a los seis de manera convincente”, dijo Heather Conley, del Centro de Estrategia y Estudios internacionales durante una conferencia telefónica previa a la cumbre.
“Los otros países están tratando de averiguar quién puede cobijarse bajo el nuevo manto, y pueden resistir hasta que Estados Unidos vuelva a ese papel de liderazgo, o si lo hace, o van a tener que sobrevivir en estas seis dinámicas sin Estados Unidos.”
El espectáculo de las disputas de Trump con los líderes extranjeros –capturados en el G7 en Quebec el año pasado en una fotografía icónica– horroriza a sus críticos y al establecimiento de la política exterior de Estados Unidos.
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Exactamente por eso Trump puede ver un beneficio político al ser el hombre extraño, descontento, en una reunión que algunos analistas de política exterior han comenzado a llamar el G7 menos uno.
Trump planea promocionar la fortaleza económica de Estados Unidos
Sin embargo, también hay varias razones por las que Trump puede encontrar esta cumbre más agradable y útil que la mayoría de sus viajes al extranjero.
Para empezar, tendrá la oportunidad de presumir, porque los vientos de declive económico están comenzando a barrer Europa, que está en peor forma que la economía de Estados Unidos, a pesar de los temores de recesión.
“Escucharás al presidente dar a conocer el mensaje de la agenda económica a favor del empleo y el crecimiento, y lo que ha hecho a través de las reformas tributarias históricas, la desregulación, las políticas de inversión, un enfoque en energía y comercio libre, justo y recíproco”, dijo este jueves un alto funcionario de la administración Trump.
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“Hemos visto tasas de crecimiento que no pensamos que fueran posibles hace solo unos años. Y puede contrastar esto con lo que está sucediendo en Europa, donde el crecimiento es efectivamente plano”.
Trump tiene un fuerte interés político en ayudar a sacar a Europa de su malestar económico, debido a los temores de que un efecto de dominó podría inclinar a la economía estadounidense –su pasaporte potencial a un segundo mandato– en su primera recesión desde la Gran Recesión.
El problema es que muchos líderes europeos ven a Trump, su guerra comercial con China y la aplicación de aranceles como un factor que contribuye a sus problemas, así que encontrar un acuerdo sobre los próximos pasos podría ser difícil de alcanzar.
Trump también amenaza con dividir al grupo por sus llamados a la readmisión de Rusia, que fue expulsada del grupo después de su anexión de Crimea en 2014.
Un alto funcionario estadounidense dijo esta semana que Trump y Macron acordaron que el presidente Vladimir Putin debería ser invitado a la cumbre cuando se celebre en Estados Unidos el año próximo.
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Macron, sin embargo, dijo esta semana que sería un “error estratégico” dejar que Rusia regrese antes de que se resuelva el problema de Ucrania. Gran Bretaña y Alemania también han expresado reservas.
Pero cuando Trump sea anfitrión de la reunión el próximo año, tal vez en uno de sus propios centros turísticos en Estados Unidos, tendrá mayor libertad para establecer la lista de invitados.
“Sabemos que a Trump no le gustan las instituciones internacionales, ¿cancelará la cumbre del G7 el año que viene?”, preguntó Nicholas Dungan del Atlantic Council y de Sciences Po, una prestigiosa universidad en Francia.
“No, él no cancelará. Al invitar a Putin, le clavará un palo en el ojo a los otros miembros del G7, que tendrán que decidir si boicotean al G7 en Estados Unidos”, predijo Dungan.
Otra área de desacuerdo en Francia podría ser sobre el cambio climático, que Trump calificó de engaño chino. El presidente creó una fractura con Europa al retirarse del acuerdo climático de París, y no asistió a una reunión sobre el tema en el G7 de Canadá.
El acto de equilibrio de Boris Johnson
Trump también podría enojar a líderes como Macron y la canciller de Alemania Angela Merkel con su apoyo abierto al brexit y su abierta hostilidad hacia la Unión Europea.
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Celebrará su primera reunión con Boris Johnson desde que el nuevo primer ministro británico asumió el cargo, y el presidente lo ha estado incitando a sacar al Reino Unido de la UE sin un acuerdo con el bloque el 31 de octubre.
El asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, pasó por Londres recientemente y expresó su firme apoyo de Estados Unidos al acuerdo comercial que Reino Unido necesitará con Washington fuera de la UE.
Bolton declaró que él y Trump eran “leavers (como se llama a quienes apoyan que Reino Unido salga de la UE) antes de que existieran los leavers” y criticó el liderazgo de la Unión Europea y su actitud hacia su gente.
“La moda en la Unión Europea: cuando la gente vota de la manera contraria a la forma en que las élites quieren, es hacer que los campesinos voten una y otra vez hasta que lo hagan bien”, dijo.
Los líderes europeos temen que un brexit sin acuerdo, o “duro”, y el caos resultante en los puertos y cruces fronterizos, dañarán sus economías, aunque no tanto como las de Reino Unido.
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También están desconcertados por la actitud de Trump hacia el bloque que Estados Unidos ha apoyado durante mucho tiempo como un baluarte de la estabilidad posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Trump ha hecho una gran jugada de su amistad con Johnson, llamándolo recientemente “el Trump de Reino Unido”. Hay similitudes estilísticas entre los dos hombres: ambos tienen personalidades impresionantes, critican los detalles y a menudo meten la pata.
Pero la reunión con Trump pone a Johnson en una posición difícil, sobre todo porque el presidente no es popular en Reino Unido.
El primer ministro, sobre quien Trump tiene una ventaja significativa debido a la necesidad de un acuerdo comercial de Gran Bretaña, debe encontrar la manera de posicionarse entre los líderes estadounidenses y europeos y evitar alienar a Trump, que es fácil de enojar.
Si bien están de acuerdo con el brexit, Johnson y Trump tienen grandes diferencias, incluso sobre el cambio climático y el acuerdo nuclear con Irán. La Casa Blanca de Trump ha estado tratando de debilitar agresivamente la influencia europea despegando a Gran Bretaña de la UE.
Conley señaló que había poco apoyo público para las grandes “posiciones de cambio radical” en Gran Bretaña sobre Irán, China y el cambio climático.
Johnson mismo “está en modo de elección, y también tiene que pensar en su audiencia nacional. Así que creo que hay una pequeña limitación en esto”.
Kylie Attwood, de CNN, contribuyó a esta historia.