(CNN) – La promesa de Irán de atacar al Ejército estadounidense en represalia por la muerte de su principal general representa para el Pentágono un enorme problema de protección de fuerza que los eventos de las últimas 48 horas –y los últimos 40 años– ilustran con sangre estadounidense.
En una entrevista exclusiva con CNN el domingo, el mayor general Hossein Dehghan, el asesor militar del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, dijo que la respuesta de Teherán al ataque con aviones no tripulados contra Qasem Soleimani en Bagdad la semana pasada sería contraatacar directamente en los “sitios militares” estadounidenses.
Desde Singapur hasta Djibouti y Bahrein hasta Brasil, Estados Unidos opera en la actualidad alrededor de 800 bases militares e instalaciones logísticas fuera de su territorio soberano, más que cualquier otra nación. Cientos de otras instalaciones, grandes y pequeñas, existen en territorio estadounidense.
Cada instalación de Estados Unidos, incluso cada soldado, marino, aviador o infante de marina, podría ser un objetivo. Presumiblemente, eso también podría incluir barcos de la Marina estadounidense en el mar, aviones de la Fuerza Aérea en aeropuertos o en los cielos del mundo, o incluso tropas estadounidenses que se divierten fuera de la base y que están fuera de servicio.
“Hay muchas formas de atacar al personal de Estados Unidos y no se puede proteger a todos”, dijo Carl Schuster, exdirector de operaciones del Centro de Inteligencia Conjunta del Comando del Pacífico de Estados Unidos.
Aliados entrenados por Irán
La amenaza podría provenir de las propias fuerzas iraníes o representantes profundamente vinculados a Teherán.
“Irán tiene un alcance mundial a través de sus redes clandestinas”, dijo Christopher Costa, exdirector principal de lucha contra el terrorismo en el Consejo de Seguridad Nacional bajo la administración Trump, que ahora dirige el Museo Internacional del Espionaje en Washington.
Se cree que uno de esos representantes, Hezbollah en el Líbano, está detrás del ataque contra los cuarteles marinos de Estados Unidos en el aeropuerto de Beirut en 1983, un atentado suicida con camión bomba que mató a 241 miembros del personal de servicio estadounidense, incluidos 220 infantes de marina. Sigue siendo el ataque más mortal contra los marines desde la batalla de Iwo Jima en el Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial.
Un grupo de Hezbollah también fue responsabilizado del bombardeo en 1996 en Arabia Saudita de las Torres Khobar, un complejo de viviendas militares de Estados Unidos, que dejó 19 aviadores muertos.
Y el líder del grupo en el Líbano, Hassan Nasrallah, dijo el domingo que está listo para impartir “una retribución justa” por la muerte de Soleimani.
“La presencia militar de EE. UU. en la región, las bases militares de EE. UU., los buques militares de EE. UU., todos los oficiales y soldados de EE. UU. en nuestra región y en nuestros países y en nuestras tierras. Los militares de EE. UU. son los que mataron (a Soleimani) y son los los que pagarán el precio”, dijo Nasrallah en un discurso televisado.
Hezbollah ha alcanzado el Medio Oriente y África, dijo Schuster, incluso a Kenya, donde tres estadounidenses fueron asesinados el fin de semana en un ataque del grupo terrorista al-Shabaab.
Aunque al-Shabaab no está aliado con Hezbollah, el ataque del domingo en una pista de aterrizaje remota cerca de una instalación militar estadounidense muestra cuán expuestos pueden estar las fuerzas estadounidenses a los enemigos con intenciones hostiles.
La amenaza naval
La Marina de EE. UU. tiene 293 barcos desplegables. Si bien solo alrededor de un tercio de ellos están en el mar o en puertos extranjeros en cualquier momento, cada uno de ellos representa un posible objetivo.
Por ejemplo, en octubre de 2000, el destructor de misiles guiados USS Cole fue atacado mientras estaba en el puerto de Adén, Yemen, para repostar combustible.
La explosión – provocada por terroristas suicidas a bordo de un pequeño bote cargado de explosivos– hizo un agujero en el costado del barco de 8.500 toneladas, matando a 17 marineros estadounidenses. Si bien esos terroristas estaban vinculados a Al Qaeda, el ataque mostró la vulnerabilidad de los buques de guerra de alta tecnología ante una bomba relativamente simple.
El entonces secretario de Defensa William S. Cohen dijo que con las medidas de protección de la fuerza estadounidense en ese momento, el ataque no podría haberse evitado. Finalmente, la Marina implementó nuevas medidas para proteger sus barcos en el puerto, incluidas las zonas de exclusión alrededor de los barcos estadounidenses.
Pero Schuster dijo que en los puertos extranjeros, la protección es tan buena como el país anfitrión que la aplica.
“Si obligamos a que se cumpla en el territorio soberano de otra persona, erea un incidente internacional”, dijo.
Si bien Estados Unidos ha agregado medidas de seguridad, los adversarios también están evolucionando.
Schuster dijo que se cree que Irán ha desarrollado buzos expertos que pueden nadar debajo y alrededor de los barcos y colocar minas en sus cascos, algo que incluso la seguridad más estricta podría detectar con dificultad.
Otra amenaza de baja tecnología para los barcos estadounidenses son las minas, como una iraní que casi partió por la mitas una fragata estadounidense en 1988.
El USS Samuel B. Roberts golpeó la mina en el Golfo Pérsico, hiriendo a 10 de sus tripulantes, dejando un agujero de 15 pies en su casco y rompiendo la quilla de la fragata, daño que casi siempre envía un barco al fondo. Sin embargo, la tripulación del Roberts pudo salvar el navío, en parte mediante el uso de cables de acero pesados para unir partes agrietadas de la superestructura del barco.
Schuster dijo que la mina usaba tecnología de la Primera Guerra Mundial, simples explosivos con un detonador de percusión, y que probablemente todavía esté en el arsenal iraní hasta el día de hoy.
Relajación de la seguridad
Si bien el Ejército de EE. UU. estará alerta tras las últimas amenazas iraníes, es difícil mantenerse en alerta constante.
E Irán tiene la paciencia para esperar ese momento de debilidad, dijo Schuster. “Están esperando que alguien se relaje”, agregó.
Una persecución policial en California en 2016 incluso ilustra lo difícil que es predecir cada amenaza.
En ese incidente en la Estación Aérea Naval de Lemoore, dos personas en un Jeep Cherokee que huían de un retén de la Patrulla de Carreteras de California recorrieron 11 kilómetros dentro de la base y se estrellaron contra un avión de combate F / A-18 de US$ 60 millones.
Los funcionarios de la base dijeron que todos los puntos de entrada y salida habían sido atendidos adecuadamente con personal de seguridad cuando ocurrió el incidente. No revelaron cómo el vehículo logró superarlos a ellos y a las barreras diseñadas para evitar ese tipo de ingresos.
En ese momento, todas las bases militares de Estados Unidos estaban bajo lo que el Pentágono llama la Condición de Protección de la Fuerza Bravo, que se define como una “amenaza de terrorismo aumentada y predecible”, la tercera más alta de la clasificación de cinco niveles.
La amenaza desde dentro
Otros tipos de amenazas persisten en las bases de Estados Unidos. El mes pasado, tiroteos en la Estación Aérea Naval de Pensacola en Florida y en el Astillero Naval de Pearl Harbor en Hawai dejaron un total de cinco personas muertas.
Los sospechosos –un elemento de la Marina de EE. UU. en Pearl Harbor y un oficial militar saudí que se entrenaba en EE. UU. en Pensacola– tenían autorización para estar en las bases, y ninguno de los dos ha sido relacionado con el terrorismo.
Pero los tiroteos muestran la difícil tarea de examinar las mentes y la historia de los millones de personas que tienen acceso a las instalaciones militares de Estados Unidos en todo el mundo.
“La seguridad estricta tiende a impedir las operaciones”, dijo Schuster, citando la necesidad de reabastecer bases o barcos y el movimiento de personal y contratistas dentro o fuera. “No puedes protegerlos todo el tiempo por un período de tiempo muy largo”.
E incluso si pudieras, dijo, probablemente no sería suficiente.
“Irán no es disuadido por la estricta seguridad”, dijo. “Lo que los disuade es la probabilidad de fracaso. Se centran en el éxito”.