Bogotá (CNN) – En el séptimo año consecutivo de la amarga caída económica de Venezuela, los médicos locales advierten que este país, que alguna vez fue rico, tiene pocas defensas contra la pandemia mundial del nuevo coronavirus.
Según el gobierno del asediado presidente Nicolás Maduro, solo 107 casos diagnosticados de covid-19 han sido reconocidos oficialmente, hasta el momento; sin embargo, la capacidad del país para hacer pruebas es probablemente baja, teniendo en cuenta que su sistema de salud paralizado ni siquiera puede garantizar la electricidad en todas las instalaciones.
El gobierno de Maduro sabe que la propagación del virus podría significar problemas excepcionales para una población frágil que enfrenta escasez crónica de bienes básicos e instrumentos médicos. La semana pasada, pidió una cuarentena inmediata en todo el país, una señal de los riesgos significativos que plantea el virus.
Calma antes de la tormenta
En las calles de Caracas la tensión es palpable. El Gobierno ha puesto a los militares para que hagan cumplir el confinamiento nacional. Se puede ver a los soldados armados instalando puestos de control y tomando las estaciones de servicio para racionar el combustible.
En los hospitales públicos, donde los recursos ya son escasos, la sensación es de calma que precede a una tormenta. “La expectativa para Venezuela es realmente un escenario aterrador”, dice el médico Christian Ramos, del proveedor de seguros de salud Universitas.
“Si eso es lo que le está sucediendo a Italia, con todos los recursos que tienen, imagine lo que podría pasar aquí”, dice.
El doctor Martin Carballo, epidemiólogo del Hospital Universitario de Caracas, dice que tanto médicos como civiles temen las consecuencias del coronavirus. “No es ningún secreto que no estamos preparados para esto”, dice Carballo. “Hay mucho miedo, tanto en la población general como también entre los médicos, un verdadero pánico sobre lo que podría venir”.
El hospital en el que trabaja Carballo es uno de los pocos que el Gobierno ha designado específicamente para tratar a las personas que han contraído el virus. El Hospital Universitario de Caracas enfrenta la misma escasez que el resto del país: desinfectante, cloro, guantes quirúrgicos, mascarillas y dinero. Pero todavía está muy por delante de muchos otros hospitales venezolanos, porque al menos la administración de este hospital, con un esfuerzo considerable, ha podido garantizar que el edificio tenga agua y electricidad.
Muchos de los que trabajan fuera de las principales ciudades están preocupados de que los dejen atrás. En el remoto pueblo de Santa Elena de Uairén, al lado de la frontera con Brasil, el doctor José García da la alarma. “La administración dice que le han proporcionado a nuestro hospital equipo adicional, pero que no hay personal para trabajar con él”, dijo.
“Ni siquiera tenemos un especialista en neumología. La ciudad más cercana está a más de 600 kilómetros de distancia”, agrega. “El Gobierno dice que estamos preparados, pero siempre es lo mismo: improvisación y represión”.
Es poco probable que los venezolanos encuentren ayuda más allá de sus fronteras. El miércoles, Brasil anunció el “cierre parcial” de su frontera con Venezuela, permitiendo que solo los ciudadanos brasileños y los residentes permanentes puedan pasar.
“El pueblo venezolano pasará hambre”
Un peligro inminente podrían ser las consecuencias económicas y de infraestructura para una población que ya está luchando. El hambre ya es una asesina en Venezuela, y muchas personas aquí dependen de las redes de apoyo. Pocos tienen los medios para reunir suministros para una autocuarentena de cualquier período de tiempo.
“Los venezolanos pasarán hambre, no tendrán acceso al agua y no tendrán acceso al lavado de manos y algunos pronto quedarán sin hogar, todo lo cual es peligroso para la propagación del virus”, dijo Marianne Menjivar, directora del Comité Internacional de Rescate para Colombia y Venezuela.
Feed the Solidarity, una ONG con sede en Caracas que alimenta a más de 14.000 niños en los barrios bajos de la capital, dice que sus voluntarios están haciendo todo lo posible para mantener el servicio. Sus comedores populares ahora admiten solo cinco niños a la vez para evitar grandes reuniones, y temen lo que sucederá si el Gobierno ordena un cierre completo.
“Si tenemos que cerrar, más de 30.000 personas en Caracas se verán afectadas, con innumerables daños para la población”, dijo el voluntario Leandro Buzón.
Baudilio Vega, quien dirige un hogar de ancianos con 80 personas mayores, en el este de Caracas, le dice a CNN que la cocina ya se está quedando sin suministros de alimentos. Le preocupa que los donantes y parientes que los suministran tengan que detenerse, debido a los bloqueos militares al transporte.
Las disputas políticas continúan
Para combatir el virus, Maduro solicitó un préstamo de emergencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) a principios de este mes y ha exigido que se levanten las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela. Pero el FMI negó la solicitud citando el hecho de que su gobierno no es universalmente reconocido por la comunidad internacional. Muchos países de todo el mundo, incluidos Estados Unidos y la mayor parte de América del Sur, cuestionan el poder de Maduro y han reconocido al dirigente opositor, Juan Guaidó, como el líder legítimo del país.
Los opositores políticos de Maduro lo acusan de politizar la crisis. Históricamente, las sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyen excepciones para permitir la compra de suministros humanitarios, pero al mismo tiempo, el poder adquisitivo de Venezuela ha disminuido drásticamente, ya que ha sido debilitado de forma gradual por la mayoría de los mercados internacionales desde que comenzaron las sanciones en 2017.
La semana pasada, Venezuela anunció que había recibido 4.000 kits de pruebas diagnósticas para el covid-19 de China, un aliado internacional clave de Maduro.
“Espero que esta sea una oportunidad para que se elimine el bloqueo contra Estados Unidos”, dijo Ingrid Sánchez, miembro del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela. “Necesitamos los recursos para comprar medicamentos”.
Juan Guaidó ha establecido una comisión de salud alternativa para gestionar la ayuda humanitaria entrante. Como lo ha hecho durante más de un año, también ha pedido la eliminación inmediata de Maduro del poder y abrir el país a la asistencia humanitaria completa, pero el llamado familiar plantea nuevas preocupaciones de que la pandemia podría convertirse en un nuevo campo de batalla político entre los dos gobiernos, con la vida de los venezolanos comunes en juego.