Sao Paulo, Brasil (CNN) – Cuando la primera muerte de Brasil por coronavirus se informó en Sao Paulo el 17 de marzo, la ciudad ordenó el cierre de escuelas y negocios no esenciales e instó a las personas a confinarse. Con el número de muertos en Brasil ahora en más de 38.000 y aumentando, las tiendas y centros comerciales en Sao Paulo están abriendo sus puertas por primera vez en tres meses.
Rua Teodoro Sampaio, una calle tradicionalmente bulliciosa llena de tiendas de muebles de gama baja y tiendas de instrumentos musicales, poco a poco volvió a la vida el miércoles. Un vendedor bloquea la entrada a Casa Santa Theresinha, una tienda de artículos para el hogar, que proporciona desinfectante para manos antes de que los compradores puedan ingresar y se asegura de que usen máscaras.
“Permitimos un máximo de cinco clientes a la vez”, dice Flavio Almeida, el gerente de la tienda. “Antes la gente venía y miraba a su alrededor, pasaba tiempo en la tienda; ahora entran, van directamente por lo que están buscando y pasan directamente a pagar para irse lo más rápido posible. Todos tenemos miedo, el personal y los clientes, pero qué podemos hacer, todos tenemos que trabajar”.
Sao Paulo, la ciudad más grande de Brasil, no es la única. Varias ciudades y pueblos ya han experimentado con medidas para relajar el aislamiento social. Río de Janeiro, por ejemplo, está listo para permitir que los centros comerciales vuelvan a abrir el jueves.
Los funcionarios insisten en que la decisión se basa en mejorar las condiciones, como aumentar la disponibilidad de camas de cuidados intensivos y una curva de infección que se aplaste en algunos lugares. Pero a los expertos les preocupa que la prisa por volver a algún tipo de normalidad aquí y en todo el país pueda aumentar las transmisiones y posponer una recuperación real.
Brasil tiene el segundo mayor número de casos de covid-19 en el mundo y se espera que supere al Reino Unido en los próximos días como el país con el segundo mayor número de muertes después de Estados Unidos. Esta semana, la Organización Panamericana de la Salud advirtió que el virus todavía se estaba propagando “agresivamente” en Brasil, así como en Perú y Chile, y que las Américas ahora albergan casi la mitad de todos los casos de covid-19 con más de 3,3 millones de infecciones.
Los expertos dicen que estas están lejos de ser las condiciones ideales para relajar las restricciones en Sao Paulo y en otros lugares de Brasil.
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“Deberían esperar al menos otra semana para ver si hay una caída constante en los casos. Es necesario abordar el problema del transporte. Si todos continúan tomando autobuses y metros abarrotados, que es lo que está sucediendo, no funcionará”, dijo Paulo Lotufo, epidemiólogo de la Universidad de São Paulo.
De hecho, el estado de Sao Paulo registró un número récord de muertes el miércoles de 340 en un período de 24 horas, con un total de 9.862. El número total de casos en el estado, considerado durante mucho tiempo el epicentro de la pandemia en Brasil, ha superado los 150.000, aproximadamente el 20% del total de infecciones en el país.
Gracias a la adición de miles de camas de cuidados intensivos, Sao Paulo ha logrado reducir la ocupación al 69% en el estado y 77% en la ciudad capital, en comparación con el 91% de ocupación en el último mes. Pero los nuevos casos y muertes siguen siendo altos y los expertos advierten que aún no existe un sistema integral de pruebas y rastreo.
“No tenemos suficientes pruebas para garantizar la expansión de la reapertura. El suministro mejoró en comparación con el comienzo de la epidemia, pero para un plan de pruebas masivas, necesitamos tener un número mucho mayor de pruebas y una mayor capacidad para pruebas en los laboratorios”, dijo Ana Freitas Ribeiro, epidemióloga del Hospital Emilio Ribas en São Paulo.
Según Lotufo, es probable que Sao Paulo tenga que retirarse y ordenar que se cierre el comercio, lo mismo que sucedió en las ciudades brasileñas mucho más pequeñas de Sao Luiz y Betim.
“La gente se infectará y luego infectará a otros. Los hospitales se llenarán. Las empresas se quedarán sin empleados para trabajar, aumentará el número de infecciones entre los trabajadores de la salud, los guardias de seguridad y los conductores. Todo lo que evitamos con el aislamiento ocurrirá”, dijo.
Andreza dos Santos, de 35 años, dice que la ocupación en el hospital de primera línea donde trabaja ha disminuido considerablemente en la última semana, pero teme una segunda ola después de que Sao Paulo relaje las medidas de distanciamiento social y reabra el comercio. Dos Santos fue infectada y hospitalizada con covid-19 a causa de su trabajo.
“Tengo miedo, es demasiado pronto”, dice ella. “Para nosotros que hemos sido infectados y sabemos cuán grave puede ser esta enfermedad, nos da mucho miedo. Es una enfermedad que actúa demasiado rápido en órganos vitales y teníamos muy poco tiempo para actuar y tratar”.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sin embargo, ha sido el mayor defensor de la apertura, insistiendo en que el hambre y el desempleo matarán a más personas que el virus en sí. Se ha enfrentado con gobernadores e incluso con sus propios ministros de salud: el primero fue despedido y el segundo renunció. Ahora, tiene un general del Ejército como su ministro interino.
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Durante el fin de semana, el Gobierno dejó de reportar muertes acumuladas de coronavirus y casos y Bolsonaro argumentaba que estos no reflejaban el estado actual de las cosas en Brasil. Sin embargo, la Corte Suprema dictaminó que el ministerio debe proporcionar los datos completos.
Y esta semana, Bolsonaro arremetió en Twitter contra la Organización Mundial de la Salud después de que su liderazgo técnico para la respuesta al coronavirus sugiriera que la propagación de covid-19 por personas asintomáticas era rara.
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“La OMS ahora concluye que los pacientes asintomáticos (la gran mayoría) no tienen el potencial de infectar a otras personas. Millones fueron encerrados en sus hogares, perdieron sus trabajos y afectaron negativamente la economía”, dijo.
La OMS ha aclarado que la transmisión asintomática ha sido poco estudiada y, por lo tanto, sigue siendo “una gran incógnita”.
Bolsonaro también ha amenazado con recortar fondos a la OMS, al igual que su aliado, el presidente Donald Trump.