Camisetas con el rostro de Osama bin Laden, a la venta en un escaparate de Virginia Beach.

Nota del editor: Abdal Hakim Murad es profesor de Estudios Islámicos de la Facultad de Teología de la Universidad de Cambridge, Inglaterra. En 2010 fue elegido el más influyente pensador musulmán de Gran Bretaña por el Real Centro de Estudios Estratégicos Islámica de Jordania. Su último libro, Bombardeos sin luz de la luna, es sobre el significado religioso de los atentados suicidas con bomba.

La muerte, como lo dijo Henry James, es “esa cosa distinguida”. Ya sea que creamos o no en la inmortalidad o pensemos que la conciencia muere con el cuerpo, de manera instintiva lo tratamos con una mezcla de nerviosismo y respeto. Recordamos las muertes de Sócrates, Kennedy, Gandhi y Hitler.

A menos que fueran suicidas, sus muertes no fueron de su elección; sin embargo, de un modo extraño ellos son parte de un legado vivo. A veces nuestros últimos días crean la forma en que nos recuerdan.

La muerte y el desecho del Lord Oscuro de Medio Oriente siempre será un momento irónico. Su simbolismo proveerá de un giro a la forma en que será recordado. Sin duda los estrategas de Obama se dieron cuenta de esto. Sin embargo, hay buenas razones, pragmáticas e idealistas, para sugerir que la última batalla contra Osama bin Laden estuvo mal y peligrosamente administrada.

El entierro en el mar fue un triste mal cálculo. No está claro de dónde el Pentágono obtiene información acerca de rituales islámicos. No puede ignorar, sin embargo, que los líderes musulmanes han encontrado que el procedimiento en el que tiraron el cadáver al mar, siguiendo una ceremonia musulmana sin especificar, es totalmente inaceptable.

La institución académica líder en el mundo musulmán es la universidad de Al-Azhar en El Cairo, Egipto. Y el mundo musulmán ha escuchado, con inquietud, el juicio de Al-Azhar acerca del “entierro marino”.

Aunque Bin Laden atacó rutinariamente a los académicos de Al-Azhar como apóstatas y colaboradores del régimen egipcio, que no tenían tiempo para sus creyentes Wahhabi, los Azharitas fueron unánimes. El jefe de Al-Azhar, Shaykh Ahmad al-Tayyib, dijo que la acción estadounidense fue una violación a los procedimientos islámicos.

“Estos contradice todos los principios humanitarios”, declaró. “En la ley islámica, está prohibido maltratar a un cuerpo humano, de la religión o secta que sea. Para honrar a un cuerpo, uno debe enterrarlo”.

El venerado y antiguo Mufti de Egipto, Shaykh Nasr Farid Wasil, habló con mucha más fuerza. Los procedimientos aparentemente seguidos por los estadounidenses, incluyendo el amortajamiento del cuerpo, dijo, fueron incorrectos e “ilógicos”.

Le siguió Taha Abu Kuraysha, un experto líder en ley islámica, quien dijo que el procedimiento estadounidenses de “mutilar” a un cuerpo muerto, es “totalmente prohibido por el Islam”.

El funeral acuático de Bin Laden se ve, por lo tanto, como una macabra victoria póstuma.

Al errarse al disponer del cuerpo de un modo aceptable para los musulmanes, como es definido por sus líderes, Estados Unidos ayudó a crear una leyenda.

Por otra parte, se ha mostrado, 10 años después del 11 de septiembre, que no han logrado entender las prácticas musulmanas más básicas. El resultado más palpable es la desconfianza, en un momento que debería haber sido cambiante, y el cierre de un capítulo amargo y feo.

Las opiniones expresadas en este comentario son solo las de Abdal Hakim Murad.