CNNE 2cb4db54 - t1larg-computer-people-ts

¿No puedes recordar el nombre de la película que viste el año pasado protagonizada por la hermana de Emily Deschanel? ¿O cuál es la receta que utilizaste para la ensalada de pollo la semana pasada?

Con una conexión a internet y unos pocos clics, es probable que puedas encontrar la respuesta en cuestión de minutos, como máximo. Pero, en la otra cara de la moneda, una nueva investigación en la revista Science sugiere que cuando confías en tener la información almacenada en alguna parte, puedes tener menos probabilidades de recordarla por ti mismo.

“Nos estamos haciendo simbióticos con las herramientas de la computadora, convirtiéndonos en sistemas interconectados que recuerdan menos por saber dónde pueden encontrar la información”, dicen los autores del estudio.

Pero antes de que enloquezcas pensando en máquinas que recuerdan todo por ti, considera que las personas siempre han confiado en los demás para recuperar información, incluso antes de las computadoras.

De hecho, en cualquier grupo de dos o más personas que se conocen, se desarrolla lo que se llama sistemas transactivos de memoria. Eso significa que utilizas a otras personas como una memoria externa, porque ellos tienen conocimientos específicos y especializados que tú no tienes.

“Internet, si te pones a pensar, es gente que pone contenidos en línea. Así que, lo que está haciendo es permitirnos tener acceso a mucha más memoria externa. Nuestra red de personas es simplemente expandida enormemente”, dice Betsy Sparrow, profesora asistente de Psicología en la Universidad de Columbia y autora principal del estudio.

En uno de los experimentos de Sparrow, los participantes leyeron y escribieron frases de datos curiosos que podían encontrarse en línea, tales como “el ojo de un avestruz es más grande que su cerebro”. A los participantes se les dijo que las frases se podían guardar en diferentes carpetas con nombres genéricos tales como ‘hechos’. Entonces tenían que escribir tantas frases como pudieran recordar y se les pidió mencionar la carpeta en donde la información había sido guardada.

Sorprendentemente, la gente era mucho más capaz de recordar los nombres de las carpetas que las propias frases de datos curiosos. En otras palabras, la gente recuerda el “dónde” mejor que el “qué”.

Al igual que la gente acostumbrada a resolver sus preguntas en recursos como Wikipedia y Google, los participantes esperaban que la información permaneciera disponible por tiempo indefinido, por lo que memorizaron mejor la fuente de la información que las frases de datos curiosos en sí mismas, dicen los autores del estudio.

Otro experimento mostró que la gente parece recordar mejor la información si creen que no podrán tener acceso a ella posteriormente, y olvidan más fácilmente los elementos que creen que siempre estarán disponibles.

“Pensé que decirle a la gente que tratara de recordar (los datos) pese a que estarían disponibles después, iba a servir de algo. No sirvió de absolutamente nada”, dijo Sparrow.

Pero a Sparrow no le preocupa que confiar en los sistemas de memoria externa, como internet, vaya a hacer que nuestros cerebros se atrofien. Es posible que haya cosas que utilizamos para saber y olvidar, pero todavía nos aferramos a lo que es útil en la vida diaria, dice.

“Las cosas en las que somos expertos, de las que somos la fuente para los demás, son cosas que creo que siempre recordaremos, independientemente de que esté disponible en línea o no”, dice.