Gadhafi pasa revista a las tropas en Dakar a su llegada a Senegal el 3 de diciembre de 1985.

Trípoli, Libia (CNN) – Durante 42 años, Moammar Gadhafi gobernó Libia con puño de acero, un líder impredecible que inspiraba terror tanto en Libia como fuera de sus fronteras.

Pero durante los dos últimos meses estuvo huyendo de los rebeldes tras la toma de Trípoli por las fuerzas del Consejo Nacional de Transición. Los revolucionarios tomaron rápidamente el complejo donde vivía Gadhafi y recorrieron el país en su búsqueda.

Se mantuvo oculto durante dos meses, aunque ocasionalmente se comunicó a través de mensajes desafiantes transmitidos por radio y televisión. Pero este jueves, Libia estalló en celebraciones de júbilo tras conocerse los informes de la muerte de Gadhafi.

El nuevo ministro de Información libio, Mahmoud Shamman, dijo a CNN que Gadhafi que murió en un ataque este jueves. Shamman agregó que el presidente del Consejo Nacional de Transición confirmaría oficialmente su muerte en cuestión de horas.

La muerte de Gadhafi sería un final dramático para la carrera de un líder que llegó al poder mediante un golpe de estado contra el rey Idris en 1969, cuando no era más que un capitán del ejército.

Al final de su régimen este año, Gadhafi decía ser el “rey de reyes”, un título que le confirieron durante una reunión de líderes tribales en 2008.

La revolución que sacó del poder a Gadhafi comenzó con unas manifestaciones anti-gubernamentales en febrero que escalaron hacia una guerra civil. Las protestas se iniciaron días después de la caída del ex presidente de Egipto Hosni Mubarak, a quien Gadhafi apoyaba. Ese mes, Gadhafi aseguró que jamás se iría de Libia y que “moriría como un mártir”.

Los combatientes rebeldes, que controlaban la ciudad de Bengasi y otras áreas del país, lucharon durante meses en su intento de cercar Trípoli. En el verano boreal lograron cortar las rutas de suministro clave de Gadhafi y, para el 21 de agosto, ya estaban en la capital.

A la mañana siguiente, los partidarios de los rebeldes inundaron la Plaza Verde de la ciudad, el lugar que meses de atrás servía a los seguidores de Gadhafi como lugar de reunión. Al día siguiente, era saqueado el complejo donde vivió Gadhafi en Bab al-Aziziya.

Cuando Gadhafi subió al poder, se presentó como un nacionalista árabe. Estados Unidos trató de trabajar con él, pero pronto se dio cuenta de que ese nacionalismo implicaba una oposición a lo Occidental.

Para 1972 ya instaba a los musulmanes a luchar contra las potencias occidentales como Estados Unidos y Gran Bretaña, y apoyaba a los extremistas negros en Estados Unidos. Su “Libro Verde”, publicado en 1975, contemplaba un sistema político muy simple formado por “Conferencias de Pueblos” que reemplazaría las estructuras existentes de tribus y parlamentos.

Muchos líderes árabes lo despreciaron, y lo veían más como un “bufón” o “payaso”, que como un líder pan-árabe, según el experto en Libia, Dirk J. Vandewalle, de la Universidad de Dartmouth.

Ese rechazo de los líderes árabes y africanos, unido a su creciente sentimiento anti-occidental, lo inclinó hacia el terrorismo en la década de 1970 y 1990, según Vandewalle.

En 1986, Libia fue vinculada con el atentado con bomba contra un club nocturno en Berlín Occidental en el que murió un militar estadounidense, lo que llevó al entonces presidente Ronald Reagan a bautizar al líder libio como el “perro loco del Medio Oriente”. Reagan ordenó bombardear Libia e impuso al país sanciones económicas.

Dos años después, Libia fue implicada en el atentado explosivo contra el vuelo 103 de Pan Am, que estalló en pleno vuelo cuando sobrevolaba la ciudad escocesa de Lockerbie.

Años más tarde, Gadhafi pareció moderarse en sus críticas a Occidente y buscó un acercamiento. En 1999, entregó a los sospechosos del atentado de Lockerbie y en 2003 aceptó eliminar sus armas de destrucción masiva.

En los años previos a la revuelta actual, Gadhafi llegó a contratar a una empresa de relaciones públicas para mejorar su imagen mundial como estadista y reformista. Desde 2006, gastó unos tres millones de dólares en una estrategia de imagen que, por ejemplo, pagó a investigadores y ex funcionarios de gobiernos para que fueran a Libia a dar conferencias y participaran en debates y reuniones con Gadhafi.

En 2009 habló por primera y única vez ante la Asamblea General de la ONU. En su discurso de 96 minutos, denunció al Consejo de Seguridad como el “consejo del terror” e insinuó que el virus de la gripe H1N1 fue un arma militar. También pidió que se reabrieran las investigaciones sobre los asesinatos de John F. Kennedy y Martin Luther King Jr.

Este año, con las revueltas en el norte de Africa, un movimiento conocido como la “Primavera Arabe”, Gadhafi empezó a sentir la presión. Y a pesar de que el presidente Egipcio Hosni Mubarak fue sacado rápidamente del poder en cuestión de semanas luego de años al frente del país, y pese a la caída de Bengasi a manos rebeldes, Gadhafi siguió adelante y responsabilizó a “bandas armadas” y otros grupos de la violencia.

Al final, el líder libio hizo honor a su fama de duro con una represión brutal de los manifestantes y ataques contra rebeldes y civiles.

Líderes internacionales acusaron al régimen de Gadhafi de cometer violaciones de los derechos humanos y matanzas de civiles. El Consejo de Seguridad de la ONU estableció una zona de exclusión aérea sobre Libia y aprobó “las medidas necesarias” para proteger a los civiles. Gadhafi y su régimen respondieron acusando a la OTAN de matar civiles con sus ataques aéreos.

En abril, en una carta al presidente de Estados Unidos Barack Obama, Gadhafi le instó a terminar la campaña de bombardeos sobre Libia y a poner fin a una “guerra injusta contra un pequeño pueblo e un país en desarrollo”.

Las operaciones de la OTAN continuaron. En junio, la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Gadhafi, su hijo Saif al Islam Gadhafi y su cuñado, Abdullah al Sanussi, por “crímenes contra la humanidad” cometidos supuestamente en Libia desde el 15 de febrero “al menos” hasta el 28 de febrero, según la declaración del tribunal.

(Con información de Mike Pearson, Greg Botelho y Catherine Shoichet)