Por José Levy, CNN
Jerusalén (CNN) - Si hasta ahora el factor aglutinador de los revolucionarios en Libia era su oposición a Moammar Gadhafi, con su desaparición, surgen temores de peligrosas divisiones que puedan derivar en luchas internas de consecuencias imprevisibles.
Un tipo de peligro es la fragmentación geográfica entre el norte y el sur, el este y el oeste o entre distintas zonas controladas por las diferentes tribus. Asimismo existen los peligros de fragmentación ideológica, entre laicos e islámicos o entre miembros de distintas corrientes políticas.
En cualquier caso, un futuro Gobierno de transición tendrá que intentar sentar las bases que permitan un diálogo nacional en el que todas las distintas tendencias estén representadas y se sientan participes del futuro del país.
Dentro del planteamiento también sería importante encontrar, si fuera posible, una inclusión de los que fueron seguidores del antiguo régimen y que esa corriente progadhafista no se dirija hacia algún tipo de contrarrevolución que pudiera llegar a tener consecuencias nefastas para el futuro del país.
El objetivo es que se puedan convocar unas primeras elecciones libres incluso en menos de un año y que con anterioridad se logren sentar las bases para algo así, ya sea a la hora de redactar una constitución, ya sea a la de formar partidos políticos.
La comunidad internacional está enormemente interesada en el éxito de tal proceso pues, a diferencia de los ocurridos en Túnez y Egipto donde las revoluciones se produjeron sin intervención militar externa, en la de Libia un factor clave fueron los bombardeos realizados por la OTAN, con el apoyo de la Liga Árabe.
Si el objetivo de Occidente sería que Libia sirviera de modelo de proceso democrático y de respeto de los derechos humanos, y crear así algo que pueda extenderse por todo el Medio Oriente en el marco de la “Primavera Árabe”, es de suponer que en el camino habrá no pocos obstáculos.
Sigue a José Levy en Twitter:
Segui @joselevycnn