Por Brian Byrnes
Buenos Aires (CNN) — En la sede laboral de QB9,un edificio con paredes de ladrillo en Buenos Aires, unas 50 personas trabajan día y noche creando videojuegos.
La empresa es una de las 65 firmas argentinas que en los últimos años, se ha hecho un nombre propio en el popular universo de los videojuegos, que genera miles de millones de dólares.
QB9 ha tenido un gran éxito con el juego infantil en línea llamado Mundo Gaturro, que tiene casi un millón de usuarios registrados.
“La industria argentina de los videojuegos emplea a unas 3.000 personas, y generaremos 55 millones de dólares en ingresos este año. Estamos creciendo rápidamente”, dice Alfredo Cattan, presidente de QB9 y de la Asociación Argentina de Desarrolladores de Juegos.
Hasta hace poco, los desarrolladores de videojuegos habían estado concentrados en Estados Unidos, Europa y Asia, pero en la última década, los desarrolladores latinoamericanos han aumentado, atrayendo millones en fondos de capital de riesgo, mientras desarrollan juegos para marcas destacadas como Facebook y MTV.
En octubre, el desarrollador chileno de juegos Atakama Labs fue adquirido por la firma japonesa de servicios en línea DeNA. El año pasado, Three Melons de Argentina fue comprada por el gigante de los juegos sociales Playdom, que ahora forma parte de Walt Disney Company.
Inicialmente, estas grandes empresas se sentían atraídas por los desarrolladores de juegos de Latinoamérica debido a su creatividad de bajo costo, pero esa ya no es la única razón.
“Se ha demostrado que la industria (del videojuego en Latinoamérica) realmente está a la altura de los estándares, y que podemos competir contra los trabajos de buena calidad procedentes de los mercados más importantes del extranjero. No se trata tanto de los costos como en el pasado. Otra cosa que nos diferencia es nuestra tradición artística: Argentina siempre ha producido películas, televisión y música de alta calidad, y eso se refleja en nuestro trabajo”, dice Hernán Rozenwasser, presidente ejecutivo de QB9.
Durante años hubo rezagos en tecnología y simplemente conseguir acceso a computadoras caras y consolas en Latinoamérica era un reto.
La globalización trajo hardware y software más barato y las clases de programación en las universidades locales permitieron a los desarrolladores ambiciosos entrar en la industria.
Sin embargo, muchos dicen que los creadores lationamericanos han tenido que trabajar mucho más duro que sus contrapartes en otras partes del mundo, y eso es lo que los distingue.
“Al crecer, muchos latinoamericanos tuvieron que adaptarse constantemente a la incertidumbre económica y política, y a una burocracia que la gente de negocios en Silicon Valley no podría ni siquiera soñar con afrontar. Esto ha obligado a los empresarios de aquí a pensar fuera de la caja desde una edad temprana, y a desarrollar un flujo independiente, que es crucial para la innovación tecnológica”, dice Vinod Sreeharsha, un periodista estadounidense asentado en Sao Paulo, que ha escrito extensamente acerca de la industria de tecnología de Latinoamérica.
Aquellos dentro de la industria latinoamericana de videojuegos han reconocido su propio talento y potencial, y están siendo proactivos respecto a la concienciación de marca. Los líderes del sector están continuamente organizando conferencias en la región, así como asistiendo a ferias importantes en todo el mundo.
Sólo este mes, reuniones de videojuegos tuvieron lugar en El Salvador, Brasil, Montevideo, Uruguay y Buenos Aires, atrayendo a miles de desarrolladores y aficionados, así como a algunos de los nombres más reconocidos de la industria.
“Hace cinco años, cuando empecé a mirar hacia América Latina, no había una industria de videojuegos aquí; tenías a algunas personas deseándolo, eran realmente apasionadas de los juegos, pero no había empresas reales. Hoy en día, veo un mercado floreciente”, afirma James Portnow, presidente ejecutivo de Rainmaker Games con sede en Seattle, quien fue orador principal en la Exposición de Video Juegos de Argentina en Buenos Aires el 11 de noviembre.
“América Latina todavía tiene una comunidad de videojuego relativamente pequeña. Hay mucho potencial, así que yo animaría a los desarrolladores aquí a concentrarse en el fortalecimiento de su mercado interno”.
Con la explosión de dispositivos móviles de juegos y aplicaciones de redes sociales, los desarrolladores de Latinoamérica están realizando más y más trabajo patentado, y esperan que esta tendencia continúe.
“En lugar de simplemente hacer juegos por encargo, ahora estamos viendo productos argentinos que son lanzados al mundo. Por ejemplo, nuestro juego Regnum Online es un juego multijugador masivo jugado por miles de personas en todo el mundo. Se ha traducido a cinco idiomas”, dice Andrés Chilkowski de NGD Studios, con sede en Buenos Aires.
Y en cualquier idioma, los desarrolladores de videojuegos de América Latina están diciendo que ha llegado el momento de estar considerados entre los mejores creadores virtuales del mundo.