Por Soledad O’Brien
(CNN) - El largo y accidentado camino de mi primer empleo remunerado en televisión es el tipo de recuerdo que –ahora que lo pienso- me hace sonreír y sacudir mi cabeza.
Tenía 20 años, era una junior de Harvard que acababa de dejar el curso preparatorio de medicina, determinada a tener éxito en noticieros de televisión después de hacer unas prácticas en una televisora local. El único problema era que no tenía idea de cómo conseguir el trabajo de mis sueños, y mi madre, mi fuente de información más importante, tampoco. Al ser una inmigrante que abandonó desesperadamente la pobreza en Cuba para venir a este país, era increíblemente tenaz. La falta de contactos o conocimientos no la detuvo para arrinconar a una mujer que llevaba una bolsa de WNET en el ferrocarril de Long Island. El viaje de Manhattan a Smithtown, Nueva York, donde crecí, está a aproximadamente 90 minutos: mucho tiempo para que una orgullosa madre cubana hiciera un maniobra en nombre de su ambiciosa hija y consiguiera el número telefónico de la mujer de la bolsa, quien de hecho sí trabajaba en WNET, la estación de PBS en Nueva York.
Mi mamá llamó a la mujer unos días después y le pidió que me contratara. Me enteré de todo esto sólo porque cuando llegué a casa en mis vacaciones de verano de la universidad, mi madre me dijo orgullosamente que ella me había conseguido la entrevista. Yo estaba mortificada. No sabía cómo conseguir un trabajo en televisión, pero sabía que el que tu madre haga una petición a tu nombre era algo que sólo hacías cuando tenías ocho años y querías entrar a la clase de danza. Por lo tanto, estaba mortificada, pero también algo entusiasmada porque tampoco tenía idea de cómo conseguir un “empleo verdadero” y sin duda una entrevista era un paso en la dirección correcta, sin importar cómo la conseguí.
Últimamente he estado pensado mucho en lo que se requiere para realizar una búsqueda de empleo exitosa, sobre todo porque haciendo lo que hago no pasa un día sin que escuche sobre las depresivas estadísticas del desempleo: 13.9 millones de nosotros estamos desempleados, esto es el 9% de la población de Estados Unidos.
El desempleo es devastador en nuestras comunidades minoritarias. Siete de cada 100 personas blancas están desempleadas. Para los afroamericanos, este número es más del doble: más de 14 de cada 100. Para los latinos, es de 11 de cada 100. La falta de empleo ha contribuido a una alarmante caída de la riqueza de las comunidades minoritarias. Un estudio del Pew Research Center publicado este verano concluyó que del 2005 al 2009, la riqueza —la cual se define como todo lo que tienes menos todo lo que debes— cayó en un 66% en los hogares latinos y 53% en los hogares negros. La riqueza blanca, según el estudio, cayó 16% en el mismo periodo.
En lugar de compadecerse de estas deprimentes estadísticas, tenemos que ser proactivos. Puede tomar un tiempo para que la economía se recupere y los empleos regresen, pero como latinos, tenemos que ponernos en la mejor posición posible para aprovechar oportunidades cuando estas surjan.
Reina Valenzuela tenía 45 años cuando perdió su empleo en el 2008.
“Trabajaba como gerente auxiliar legal para una firma jurídica, encabezando a un equipo de ayudantes de abogados y trabajando con los grupos de recursos humanos”, comentó. Esta experiencia le hizo darse cuenta que le gustaba administrar personas, por lo que mientras estuvo trabajando tomó un curso o dos cada semestre con el objetivo de, eventualmente, conseguir un posgrado. Cuando Valenzuela fue despedida, regresó a la escuela de tiempo completo, graduándose de un posgrado en administración global en el 2009.
Valenzuela, una inmigrante de El Salvador, cree en el poder de la educación. Tras su divorcio cuando estaba en sus treintas, regresó a la escuela por primera ocasión para conseguir un título universitario y mejorar su capacidad de generar ingresos. Más latinos tienen que pensar de esta manera.
Todos —sin importar la raza— hablan de la importancia de la educación cuando se trata de asegurar un empleo, pero para los latinos, es particularmente importante. Aquí el porqué: Un estudio de la Universidad de Princeton del 2009 observó a un grupo de jóvenes hombres de razas distintas y con aspecto, estatura y educación similar que aplicaron para empleos de bajo nivel en Nueva York. El estudio determinó que la discriminación racial contra los afroamericanos era mayor que contra los latinos.
Una de las conclusiones del sociólogo Algernon Austin es que el racismo afecta a afroamericanos que solicitan un empleo en mayor medida que a los latinos. Afirma que un incremento en los índices de graduados de preparatoria y universidad entre latinos contribuiría de manera significativa a disminuir la brecha actual de 3 puntos porcentuales entre el desempleo latino y el blanco.
“Entre blancos, latinos y afroamericanos, los latinos tienen el índice más bajo de graduación universitaria y el más alto en abandono escolar”, dijo Austin, director del Programa de Raza, Etnicidad y Economía del Instituto de Política Económica.
“Trabajadores más educados tienden a tener menores índices de desempleo”, destacó Austin. Los índices de desempleo de octubre lo demuestran: 12.7% para quienes abandonaron la preparatoria y 4.2% para universitarios graduados.
Tal como hemos venido escuchando en lo que va del año, cuando se trata de cifras poblacionales, los latinos están ganando, por mucho. Vamos en camino a convertirnos en casi 30% de la población estadounidense para el 2050, según el Pew Hispanic Center. Pero la población no es poder. La educación es la fórmula mágica que permite que los números se traduzcan en un impacto. Cuatro de cada 10 adultos latinos en Estados Unidos nunca terminaron la preparatoria, según estadísticas del Pew Hispanic Center del 2009. Un poco más de uno de cada diez de nosotros tiene un grado universitario, lo cual significa que no estamos calificados —y muy poco representados—, para las áreas que se traducen en dinero, poder y la clase media que vive en Estados Unidos: profesiones legales, asistencia médica, educación y más y más.
Sin embargo, las señales preliminares indican que puede que le estemos prestando atención al mensaje de la educación. Un estudio reciente del Pew Hispanic Center afirma que en el 2010, aproximadamente 1.8 millones de estudiantes latinos entre 18 y 24 años se inscribieron a la universidad. Es un incremento del 24% con relación al 2009.
Por supuesto, la educación por sí sola no te conseguirá un empleo. Tienes que ir más allá de tu curriculum y empezar a crear redes de contactos. Valenzuela se dedica un día a la semana a lo anterior. Ese día, asiste a una conferencia o a una junta profesional y le da seguimiento en línea a las tarjetas de presentación o contactos que hizo. “LinkedIn es mi favorito para establecer contactos”, destacó Valenzuela, pero también usa Facebook y Twitter.
“Generalmente los latinos se aferran a su círculo de amigos, conocidos y familia”, dijo Mariela Dabbah, una autora latina, conferencista y CEO de LatinosinCollege.com. “No sacan el máximo provecho de sus contactos profesionales. Es muy importante alentar a las latinas a hacer contactos todo el año, donde puedan conocer gente. Pienso que muchas de ellas no saben en dónde encontrar estas oportunidades”.
Dabbah enfatiza la importancia de unirse a organizaciones profesionales y asistir a conferencias. También estimula a las personas a utilizar sitios de redes sociales como herramientas para llevar a cabo reuniones presenciales o informales, así como entrevistas informativas. Asimismo, sugiere realizar trabajo voluntario para ampliar sus listas de conocidos.
“Los empleos se consiguen a través de personas que conocen personas. Uno piensa que solo debe sentarse detrás de una computadora y enviar curriculums. De esta manera no puedes conseguir un empleo”, dijo Dabbah.
Mi empleo actual en CNN se dio tras una conversación que tuve con un ejecutivo que me topé en una convención de periodistas minoritarios. Me preguntó, de manera casual, “¿te interesaría algo como esto?”. Y así era.
Valenzuela ya no está buscando trabajo. Estos días, está buscando clientes. Durante sus prácticas profesionales en Washington, D.C., aprendió todos los detalles para concluir certificaciones gubernamentales y vincularse con proveedores diversos de grandes corporaciones. Decidió aprovechar todos sus conocimientos para empezar su propia consultoría en administración llamada Starfish Global. Valenzuela ahora se especializa en ayudar a emprendedores latinos a llevar sus negocios al siguiente nivel, “organizando, reestructurando e implementando sistemas que les ayudarán a administrar su compañía y a sus empleados”.
“Estoy totalmente convencida de que, en general, el espíritu emprendedor es lo que nos está sacando de este desastre financiero en que estamos metidos”, señaló Valenzuela. “Son los pequeños negocios y los nuevos negocios los que nos regresarán los empleos y el crecimiento que necesitamos para salir de esta recesión”. Ella es particularmente apasionada de los empresarios inmigrantes porque “tenemos ese valor. Venimos de lugares que han vivido tiempos difíciles… Sabemos que si trabajas duro y te esfuerzas con honestidad, puedes tener éxito”.
Valenzuela ha tenido desafíos. “Me va tomar años recuperar mi inversión. No ha sido fácil. No quiero dar la impresión de que todo está bien y estupendo”. Sin embargo, Valenzuela se levanta todas las mañanas segura de que está haciendo lo que debe hacer.
Yo también estoy haciendo exactamente lo que debo hacer. Y eso se debe, en parte, al camino profesional en que me embarqué con mi primer entrevista para televisión. Lo conseguí, no con la señora de la bolsa del tren, sino de la televisora en donde hice mis prácticas. Cuando me enteré de que había una vacante, presenté mi solicitud y pedí recomendaciones de la gente que conocí mientras trabajé ahí. En otras palabras: mis nuevos contactos me ayudaron.
* Nota del editor: Este artículo se hizo con la colaboración de la revista Latina. Una versión más resumida se publicó en la edición de Diciembre-Enero de esa revista.
Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las de Soledad O’Brien.