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(CNN) — Tan sólo unos minutos después del pitido final, la brillante cancha de basquetbol de Al Gharafa Sports Hall de Doha se llenó de gritos y de ovaciones.

El equipo nacional de basquetbol femenil vestido de color azul cielo de Somalia, un país devastado por la guerra, acaba de derrotar a Qatar, el país anfitrión, en los Juegos Árabes 2011, en un partido muy disputado que terminó con el marcador 67-57 en el país del este de África.

“Las palabras no pueden describir lo que sentí”, dice Khatra Mahdi, miembro del equipo somalí nacida en Canadá, acerca del triunfo de la semana pasada. “Todas saltábamos de arriba a bajo, había lágrimas en los ojos de las chicas, la historia se escribió ahí”, añade.

La victoria marcó la notable hazaña de las jugadoras somalíes, ya que llegó con un contexto lleno de dificultades y de peligro.

A pesar de la prolongada guerra civil de Somalia y de la golpeada infraestructura deportiva, el equipo dice que tuvo que prepararse para los juegos en los cuarteles de la policía en Mogadishu, la capital del país. Ahí, las mujeres entrenaban de dos a tres horas bajo la atenta mirada de los policías, que tenían la tarea de protegerlas contra los militantes religiosos que tienen como blanco a las mujeres que practican deporte.

“Intentamos protegerlas en el interior y en el exterior”, dice Said Daule, secretario general de la Federación de Basquetbol de Somalia, y añade que la seguridad de las mujeres se “tomó muy en serio”.

En los últimos años, muchas atletas de Somalia fueron amenazadas por miembros del grupo militante islamista Al Shabaab, quienes ven al deporte como una actividad “no islámica”, de acuerdo con Duran Ahmed Farah, vicepresidente de relaciones internacionales del Comité Olímpico Nacional de Somalia.

En el verano de 2006, la Unión de Tribunales Islámicos (UTI), que en ese momento controlaba Mogadishu, catalogó al deporte como “un acto satánico” y emitió una orden que prohibía a las mujeres a que lo practicaran, incluyendo el basquetbol.

Pocos meses después, derrocaron a la UTI, pero Al Shabaab, que tiene conexiones con Al-Qaeda, todavía lucha por imponer en el país su propia interpretación de la ley islámica, o Sharia.

“La amenaza siempre está ahí, hay personas que verán a las chicas practicando un deporte como algo diabólico y no lo permitirán”, dice Farah.

Han lapidado hasta la muerte a mujeres por adulterio, las amputaciones y las decapitaciones son comunes en algunas zonas, mientras que Al Shabaab prohibió escuchar la radio.

“Estas chicas son valientes: en ese tipo de ambiente todavía siguen practicando su deporte, el deporte que les gusta”, dice Farah.

El basquetbol es uno de los deportes más populares entre las mujeres en Somalia. Daule dice que el primer equipo nacional femenil del país se formó a principios de la década de los años 1970 pero no participaba en un torneo internacional desde 1987.

La prohibición islámica, combinado con los desafíos que presentaban la falta de patrocinios y las instalaciones destruidas, obstaculizaron el desarrollo del deporte en los últimos años.

Sin embargo, a pesar de las amenazas y de todos los obstáculos, el equipo nacional de basquetbol femenil de Somalia concluyó su participación el lunes en los Juegos Árabes con un récord bastante respetable de tres partidos perdidos y dos victorias, Kuwait también perdió ante Somalia.

Al igual que otros equipos que representan a países musulmanes, el equipo nacional juega con uniformes relativamente modestos: pantalones de pista y camisetas con mangas hasta el codo. Las jugadoras también utilizan pañuelos para cubrir su pelo.

El entrenador Mohamed Sheekh armó un equipo ambicioso compuesto de mujeres que viven en Somalia y de la diáspora, Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña y Alemania. Muchas de las jugadoras no conocían a sus compañeras de equipo anteriormente, menos habían jugado basquetbol con ellas.

“Estoy muy feliz y orgulloso de ellas”, dice Sheekh de sus jugadores. “Fueron excelentes y todo el mundo hablaba de ellas”.

El presidente del Comité Olímpico de Somalia, Aden Hagi Yeberow dice que el éxito del equipo en Doha puede actuar como un factor de unidad en un país que está plagado por la inseguridad, la inestabilidad política, la falta de unidad y la escasez de recursos.

“Queremos utilizar al deporte como una herramienta para consolidar la paz y para unir al pueblo de Somalia”, dice. “Lo que estas chicas hicieron en el torneo sentó las bases, esperamos, para un buen futuro de nuestro pueblo”.

“Nos gustaría aprovechar esto y también seguir adelante, y con suerte, que este sea el principio de la unidad de nuestra gente”.