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(CNN) — En los guetos del Delta del Níger, una mujer tiene la misión de llevar el glamour a la región, mientras que al mismo tiempo educa e inspira al talento joven y prometedor de la zona.

Caterina Bortolussi siempre ha estado interesada en la moda. Pero lo que comenzó como el sueño de una joven de una pequeña ciudad cerca a Venecia, Italia, se ha convertido, un año más tarde, en realidad en los guetos de Port Harcourt, en el sur de Nigeria.

En diciembre de 2010, Bortolussi comenzó su marca de moda Kinabuti. Con diseños inspirados en Nigeria que reflejan los colores vibrantes y las tradiciones de África. La diseñadora decidió darle un giro ético a su organización. Quería usar la moda como un instrumento para el cambio en la región.

“Pensé: ‘¿Por qué no podemos usar la moda como un vehículo para hacer una diferencia?’ Debemos predicar con el ejemplo”, dice Bortolussi.

“Tenemos que hacer algo que haga una diferencia e inspire a otras personas. Eso es lo que quiero hacer con Kinabuti: acción positiva”.

La ética de la marca es comprometerse con la comunidad local, así como ofrecer oportunidades y formación a las personas que más lo necesitan, dice Bortolussi.

Hizo audiciones en varias comunidades locales, y eligió a 21 jóvenes de entre 16 y 25 años.

Sin experiencia previa en el modelaje, ellas realizaron un entrenamiento en el Camp Buti para obtener habilidades profesionales tales como maquillaje y peinados, caminata de pasarela, posar y otros trucos fundamentales de la profesión.

Estas mujeres se convirtieron en las chicas Kinabuti y trabajan con la marca para promover y modelar los diseños. Su rol también les da la oportunidad de conocer gente, trabajar con otros diseñadores y aprender habilidades para usarlas en el futuro.

Bortolussi dice: “Yo les digo: ‘No todas ustedes se convertirán en una top model. Sean realistas. Aprendan lo más que puedan’”

“Es un trabajo que les permite explorarse a sí mismas. (Lagos) es una ciudad con 18 millones de personas; una de las ciudades más grandes del mundo y ahora están aprendiendo que si trabajan duro, pueden lograr cualquier cosa”.

Y la campaña de inspiración de Bortolussi parece estar funcionando. Abigail Okoye, de 20 años, tropezó con Kinabuti por accidente, pero dice que ha cambiado su vida para siempre.

Dice: “Yo estaba caminando por la calle y alguien me dijo que parecía una modelo y me pidió que fuera a la audición que estaba realizándose. Así que fui.

“Me ha permitido aprender muchas cosas. Estoy conociendo gente nueva y puedo lograr más en la vida… Además de ser modelo, que es mi sueño, también quiero entrar en el diseño de moda porque me encantan los colores. Es una profesión hermosa”.

Otra joven modelo de la región, Ini Godwin, era una profesora no calificada en una escuela local pequeña. Como para muchas otras en los guetos de Port Harcourt, la vida antes de Kinabuti era una lucha constante para su familia.

Dice: “Hay que luchar por tu subsistencia… Yo vivía con mis padres, mis hermanos, mis hermanas, y tratábamos de salir adelante. Con Kinabuti, fue una experiencia que añadió algo diferente y me trajo una nueva sensación”.

Bortolussi dice que, un año después, la travesía a veces ha sido difícil.

“Nigeria es un país muy duro. Es muy real”, dice Bortolussi. “Hay algunos diseñadores muy creativos, pero no hay distribución. La producción es un reto, y no hay luz, no hay electricidad. Todo el tiempo estamos encendiendo los generadores. Hace que todo sea más caro y que sea difícil administrar un negocio. Es muy difícil”.

Estos obstáculos fueron capturados por el cineasta sueco Marcus Werner Hed, quien dirigió un documental sobre Kinabuti llamado In Our Ghetto. La película sigue a las chicas durante más de tres semanas, proporcionando una visión en la vida de las modelos de Kinabuti mientras se preparaban para el lanzamiento de la marca.

Werner Hed admira el mensaje que Bortolussi está tratando de enviar a la comunidad. “Me impresionó sobre todo con la cantidad de confianza en sí mismas que el proyecto de Caterina aporta a estas chicas”, dice.

“(Port Harcourt es) un lugar muy difícil y deprimente, pero increíble y vibrante también. Es una ciudad que ha aumentado su infraestructura y que no tiene las comodidades que necesita para funcionar como una ciudad”, añade.

La regeneración es parte del plan más amplio y ambicioso de Bortolussi para la región. Así como continuar con la marca y los elementos educativos, quiere probar distintos tipos de formación.

“Nuestro foco está en la comunidad”, dice. “Lo que queremos hacer para el próximo año es organizar cursos de formación para sastres en habilidades como el drapeado, corte y confección, crear patrones y nuevos tejidos.

“Vamos a mostrar a las participantes de la misma manera que hacemos con las modelos y sé que serán capaces de usar esas habilidades y conseguir trabajo de inmediato”.