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Por Julian Zelizer*

(CNN) – Las primarias de Nueva Hampshire nos dirán mucho más que las asambleas partidarias de Iowa sobre el posicionamiento de los candidatos republicanos y cómo les podría ir en la elección general contra el presidente Barack Obama.

Mientras que la naturaleza impredecible de las asambleas partidistas de Iowa otorgaron a Rick Santorum la oportunidad de brillar, el voto del martes nos dirá hacia dónde se dirige realmente el partido.

Las primarias de Nueva Hampshire, establecidas en 1916, tienen una larga y preciada historia en la política estadounidense. Con frecuencia ese ha sido el escenario donde nuevas voces han podido alterar el status quo y enfrentarse a personajes del sistema.

En 1952, el héroe militar Dwight Eisenhower confrontó con éxito al “Sr. Republicano” Robert Taft, senador de Ohio, quien se pensaba era una de las figuras más fuertes del partido. El mismo año, el senador por Tennessee, Estes Kefauver, sacudió al Partido Demócrata con una despampanante victoria contra el presidente Harry Truman, reforzando su decisión de no lanzarse para la reelección.

En 1968, el sólido segundo lugar que obtuvo el senador por Minnesota Eugene McCarthy alteró de manera similar al presidente Lyndon Johnson, forzándolo a pensar dos veces sobre cuán fuerte era realmente su apoyo dentro del Partido Demócrata. Los resultados, según recordó el senador Ted Kennedy, demostraron que, “de la noche a la mañana, Johnson se había convertido en posible perdedor”. Unas semanas después, Johnson le informó a la nación que no se postularía para la reelección.

En 1976, el poco conocido Jimmy Carter supo potencializar su victoria sorpresiva en las asambleas partidarias de Iowa ganando en Nueva Hampshire y consolidando su condición de puntero.

En 1992, el republicano Patrick Buchanan exhibió el débil apoyo de los conservadores al presidente George H. W. Bush, de quien Buchanan se burló llamándolo “Rey George”, tras obtener mejores resultados de lo esperado contra el presidente (aunque Bush ganó).

El resultado de la primaria no siempre es un medidor sobre quién ganará la candidatura. Hay una lista sustancial de perdedores en Nueva Hampshire; incluyendo a Barack Obama en 2008, George W. Bush en 2000, Bill Clinton en 1992 y Walter Mondale en 1984, quienes finalmente se hicieron con la candidatura.

El poder del centro

Y lo más importante, Nueva Hampshire es un estado donde los independientes importan mucho y se reflejan en grandes números. Las primarias permite que participen votantes no afiliados, incrementando el número de participantes del medio del espectro político.

Con la base de cada partido relativamente desinflada, las elecciones de este año se las llevará la persona que logre capturar al centro. Con los índices de aprobación de Obama en un punto bajo, los republicanos tienen una gran oportunidad si logran ganarse los corazones y mentes de los independientes y los demócratas centristas. Uno de los puntos más atractivos de Mitt Romney es que le ofrece al Partido Republicano el único candidato que puede contender como un moderado que no está atado a la base partidista. Durante uno de los debates del fin de semana, evitó hablar sobre hacer la anticoncepción ilegal y trató de centrarse en su política económica por encima de problemáticas sociales y culturales. Dejó a los otros pelearse sobre quién era un “conservador de gran gobierno” y quién no.

En Nueva Hampshire, Romney tendrá la primera oportunidad de demostrar que su atractivo hacia los centristas es una fortaleza. El republicano con la mejor posibilidad de ganarle a Obama en esta elección será el conservador fiscal que presiona por reducir el déficit, reducir el gasto y contener los impuestos, y al mismo tiempo, evitar los problemas culturales que apagan a los moderados. En 2008, según ABC News, sólo el 23% del electorado de Nueva Hampshire dijo que eran evangélicos, comparado con un 58% en Iowa este año.

Nueva Hampshire parece más una elección nacional que Iowa. Aunque a los estadounidenses les gusta pensar que nuestro proceso político funciona con política al por menor, con candidatos estrechando manos y disfrutando una comida en un restaurante local, la realidad es que las elecciones se ganan o pierden en los medios de comunicación más influyentes: televisión, radio e internet.

El candidato que tiene la mayor capacidad para montar una campaña nacional es aquél que puede dominar a los medios, manejar reporteros y el ciclo de 24 horas de las noticias, así como amasar el dinero necesario para comprar anuncios televisivos en Nueva Hampshire. No es posible ganar el estado únicamente estrechando manos. Un candidato tiene que ser capaz de desenvolverse bien en pantalla.

Éste es un año en que el veredicto de Nueva Hampshire será la clave para evaluar el campo republicano. La prueba no es completamente justa ya que Romney proviene de esta región e incluso tiene una casa en este estado.

Dicho esto, el ser originario no es garantía de victoria. Aunque una victoria cerrada en Iowa es ciertamente algo con lo que Romney podría vivir, debe tener un gran desempeño en Nueva Hampshire para demostrar que él es un candidato tan elegible como lo ha prometido ser. Tiene que responder el tipo de cuestionamientos como aquellos vertidos durante el debate del domingo, cuando Newt Gingrich dijo que Romney “tendría grandes dificultades para ser electo” en una contienda contra Obama.

Asimismo, esta es una gran oportunidad para los oponentes de Romney (especialmente Jon Huntsman) para demostrar que ellos también cumplen con los requerimientos y que el prospecto de que Romney gane la nominación no es inevitable.

*Nota del editor: Julian Zelizer es profesor de Historia y Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton. Es el autor de Jimmy Carter (Times Brooks) y del próximo libro Governing America (Princeton University Press).