(CNN) — A nadie le gusta escuchar a un niño llorar cuando sale a cenar y los padres no son la excepción.
Los padres conscientes —hay muchos— saben qué hacer cuando salen a comer con sus hijos: acuden a los restaurantes familiares, conocen las señales de un berrinche inminente y no dudan en alzar en brazos a sus hijos al primer llanto. Eso es si en primer lugar deciden salir con ellos.
Esos padres desearían que no fuera necesario que los restaurantes establecieran políticas para lidiar con los niños indisciplinados o incluso prohíban su entrada.
“Creo que es desafortunado que un restaurante necesite reglas por escrito”, dice Britt Reints, una escritora independiente y madre de dos niños. “Sólo puedo imaginar que es el resultado de tener demasiados padres que no respetan la experiencia de salir a comer de los otros clientes”.
La polémica resurgió la semana pasada, cuando el restaurante Grant Central Pizza, en Atlanta, Estados Unidos, puso en su menú un aviso donde solicita a los padres que saquen a sus hijos del restaurante cuando lloren, por respeto a los otros clientes.
Cada vez que un lugar asume una postura pública sobre cómo lidiar con los niños indisciplinados, corre el riesgo de perder algunos clientes. Pero es un riesgo que cada vez más restaurantes están dispuestos a correr, con cada vez más apoyo tanto de personas que tienen hijos como de quienes no.
“Tengo hijos y apoyo la política de central (Grant Central Pizza) al 300%. Me gustaría que más establecimientos de comida tuvieran la decencia de ponerse de pie y decir basta a los niños sin control e indisciplinados”, era uno de los comentarios en la página de Facebook del restaurante, donde los dueños agradecieron a las personas por su apoyo “durante la controversia a nivel nacional (en Estados Unidos)”.
“Ahora tenemos planes de comer más seguido en Grant Central. ¡Gracias! Amamos a los niños, pero los padres necesitan hacerse responsables por la mala conducta ocasional”, decía otro comentario.
McDain’s Restaurant and Golf Center en Monroeville, Pennsylvania, atrajo la atención en Estados Unidos el verano pasado, después de tomar la decisión de prohibir la entrada a los niños menores de seis años. A menos de un año, el propietario, Mike Vuick, dice que está cosechando los beneficios de esa sensata decisión de negocios: las ventas aumentaron 22% y ahora busca más meseros.
El restaurante perdió a algunos de sus clientes habituales, pero fueron reemplazados por un nuevo grupo de clientes que busca una atmósfera relajada, de acuerdo con Vuick.
“Sólo hemos tenido cenas calladas, y no pasa un día en que no recibamos correos electrónicos (enviados) por las personas que me agradecen o me felicitan”, dice.
Tomaron en cuenta varios factores para tomar la decisión. Cada vez más, los padres parecían no estar dispuestos a impedir que sus hijos corrieran por todo el restaurante o a sacarlos si estaban gritando o haciendo ruido. Cuando el personal se acercaba a los niños para pedirles calma, se topaban con respuestas de indignación y, en casos extremos, las personas se negaban a dejarles propina a los meseros.
“Lo hice en nombre de los padres que dejan a sus hijos en casa, esperando tener una cena agradable en un lugar callado”, dice Vuick. “Sabía que podría salir mal, pero era un riesgo que estaba dispuesto a correr porque sentí que habría suficientes personas que apreciarían lo que estaba haciendo”.
Dice que no tienen nada en contra de los niños, simplemente es el tipo de negocio que quiere manejar.
“Hay muchos lugares a donde las familias pueden ir y está implícito que la experiencia de cenar estará sujeta al ruido, y tienen libros para colorear y lugares para juegos”, dice. “Hay muchos lugares de esos, y sólo un puñado de lugares como el mío”.
Por ejemplo, algunos padres van a The Cheesecake Factory porque saben que sus hijos, quienes necesitan sillitas altas, serán recibidos con el “platillo para bebé” de cortesía que consiste en rodajas de plátano, pan recién horneado y una naranja en cuanto se sientan.
“Los meseros del Cheesecake Factory están capacitados para tener un enfoque personalizado para cada situación, poniendo atención adicional a las necesidades de las familias con hijos pequeños”, dijo su portavoz, Susan Pasarow, en un correo electrónico.
“Proporcionar un menú para niños y crayones también da resultados”, comentó la bloguera y mamá Rebecca Levey. Otros servicios incluyen sillitas altas, flexibilidad para personalizar los platillos del menú, por ejemplo pasta sin salsa adicional, vasos de plástico y un lugar para dejar la silla de paseo.
Los padres responsables también viajan con un arsenal de juguetes y dispositivos electrónicos para mantener a sus hijos ocupados, dijo Levey.
“Los padres tienden a conocer los lugares que pueden recibirlos, porque la mayoría no quiere estar en esa posición”, dice Levey, quien maneja el sitio KidzVuz.com, donde los niños pueden calificar y recomendar juegos.
Los lugares orientados a la familia también son importantes locaciones de entrenamiento para enseñar modales a los niños, desde tratar con cortesía a los meseros y decir por favor y gracias, hasta hablar en voz baja y utilizar buenos modales, dijo Reints.
“La clave es llevar regularmente a tus hijos a los restaurantes si quieres que aprendan a comportarse”, recomendó. “Mientras más experiencia tengan los niños en estos espacios públicos, es más fácil llevarlos a restaurantes menos ‘orientados a las familias’ sabiendo que sabrán cómo comportarse”.