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Por Charles García, Especial para CNN

Nota del editor: Charles García es presidente de García Trujillo, una empresa enfocada en el mercado hispano, y autor de “Leadership Lessons of the White House Fellows”. Oriundo de Panamá, vive en Florida. Puedes seguirlo en Twitter en @charlespgarcia.

(CNN) – Un día California despierta e, inexplicablemente, han desaparecido todos los latinos. Empresarios, médicos, enfermeras, soldados, profesores, artistas, atletas, políticos. No hay manera de encontrar a ninguno. Ningún chofer, agricultor, cocinero, jardinero o niñera. Todos han desaparecido. California, la novena economía del mundo, se paraliza porque los latinos han desaparecido. Le sigue el caos y la tragedia. Ese es el escenario de la satírica película de Sergio Arau, “A Day Without a Mexican” (Un día sin mexicanos).

Esta fábula moderna nos da una lección sobre algunos de los prejuicios que podemos tener sobre los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven y trabajan diariamente en Estados Unidos.

Una de las leyendas urbanas más repetidas contra estos “refugiados económicos”, un término que los define mejor que lo de “inmigrantes ilegales, es que no pagan impuestos. Que mandan a sus hijos al colegio pero no pagan impuestos. Que ganan salarios y no pagan impuestos. Tales aseveraciones buscan generar una reacción negativa. Y la realidad es que los hechos, que la mayoría de la gente desconoce, refutan esas afirmaciones.

Impuestos a las ventas: Como todos, cada vez que un refugiado va a una tienda a comprar algo paga un impuesto en los artículos que adquiere. Ya sea leche, zapatos, o un televisor, todos pagan impuestos.

Impuestos a la propiedad: cuando los refugiados alquilan una vivienda, ya sea un apartamento habitación o casa, una parte de esa renta pasa al propietario que a su vez paga al estado un impuesto sobre la propiedad.

Impuesto sobre nóminas: La reforma inmigratoria del presidente Ronald Reagan en 1986 penaliza a los empleados que, a sabiendas, contratan a trabajadores indocumentados. Esta política ha generado un mercado negro para todo lo que son documentos falsos. En menos de una hora uno puede obtener una tarjeta de residencia, un número de la seguridad social y un carnet de conducir. La mayoría de los refugiados, por tanto, proporcionan los documentos necesarios, ya sean falsos o no, a los empleadores para que les puedan pagar, y hasta un 15% de sus ganancias van al Tío Sam y con eso se paga la seguridad social y el Medicare.

Pero como es ilegal que reciban seguro social y las prestaciones del Medicare, algo de lo que se beneficia el Tío Sam. El “Earnings Suspense File” (Archivo de ingresos en suspenso) utilizado para llevar la cuenta de los nombres y números de seguro social que no coinciden con los registros del gobierno aumentó un promedio de 67.000 millones de dólares entre 2000 y 2007 (el último año del que se tiene este dato), tres veces más rápido que en los 90. En 2007, 11.200 millones de dólares fueron al Fideicomiso del Seguro Social y 2.600 millones terminaron en el Medicare, para un total de 13.800 millones de dólares ese año.

Considerando el clima financiero de Estados Unidos en los últimos años, es un dinero del que no puede prescindir. Esta semana, en su testimonio ante la Comisión de Presupuesto del Congreso, el jefe de la Dirección del Seguro Social, Stephen Goss, dijo que debido al envejecimiento de la población y a la caída de la natalidad, el Fideicomiso de Seguro por Invalidez se agotará para el año 2018 y sucederá lo mismo con el del Seguro Social en el 2036. Goss declaró recientemente al Washington Post que lo que se ingresa gracias a los refugiados económicos había evitado la quiebra de todo el sistema.

Lo mismo ocurre al nivel estatal. En diciembre de 2006, Texas fue el primer estado en realizar un profundo análisis financiero del impacto de los trabajadores indocumentados en el presupuesto y la economía estatales. Los sorprendentes resultados mostraron que los “inmigrantes indocumentados generaron 1.580 millones de dólares en ingresos para el estado, lo que superó los 1.160 millones de dólares que recibieron en servicios del estado”. Carole Keeton Strayhorn, ex contralora de Texas, dijo que los “inmigrantes indocumentados en el estados de Texas agregan 17.7000 millones de dólares al producto bruto del estado… ingresamos 428 millones de dólares a nivel estatal por los impuestos que pagan”.

Hace unos años, la Oficina de Presupuesto del Congreso evaluó el impacto de los refugiados económicos en los presupuestos tanto de los gobiernos estatales como locales. Llegó a la conclusión de que “en las dos últimas décadas, la mayoría de los intentos de estimar el impacto fiscal de la inmigración en Estados Unidos han concluido que, en el agregado y en el largo plazo, los ingresos fiscales de todo tipo generados por los inmigrantes, tanto legales como no autorizados, superan el costo de los servicios que utilizan”.

(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Charles García)