(CNN) — El papa Benedicto XVI llegó este martes al Aeropuerto Internacional de La Habana, después de viajar desde Santiago de Cuba, en el sureste de la isla. Un gran comité de bienvenida, con figuras como el cardenal cubano Jaime Ortega y otros integrantes del clero, recibieron al pontífice. Una de las dudas que envuelve la visita es si se reunirá con el expresidente de Cuba, Fidel Castro.
Las autoridades eclesiásticas aseguraron de momento que Benedicto XVI tiene previsto volver a reunirse este martes con el presidente, Raúl Castro, y su familia. En el encuentro, podría estar el emblemático hermano mayor de Raúl, que cedió el poder en 2006 por problemas de salud.
Fidel Castro fue invitado a reunirse con el Papa, según monseñor José Félix Pérez, de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, pero no se sabe a ciencia cierta si eso va a pasar.
El que también llegó a la isla el fin de semana fue el presidente venezolano Hugo Chávez, y según la televisión estatal cubana el mandatario está en Cuba para recibir tratamiento de radiación por el cáncer que padece.
Tampoco se sabe si Benedicto XVI se encontrará con Chávez, quien ha viajado con frecuencia a Cuba para recibir atención médica y para reunirse con los líderes del país.
Cambios políticos y de fe
Benedicto XVI, que primero viajó a México, tiene previsto celebrar una misa este miércoles en la Plaza de la Revolución de la capital, la misma donde hace 14 años el papa Juan Pablo II habló ante miles de personas en la histórica primera visita de un Papa a la isla.
Las autoridades de La Habana han estado muy ocupadas planeando su llegada, pintando las fachadas de los edificios y colocando por toda la ciudad carteles que anuncian la visita del pontífice. El viaje fue programado para el aniversario 400 de Nuestra Señora de la Caridad, santa patrona de Cuba, pero existe incertidumbre sobre lo que se dirá, y también sobre con quién se reunirá el Papa y lo que significará la visita para los cubanos.
“Para mí es una gran felicidad que venga”, dijo Juana de Armas, dueña de una tienda en La Habana Vieja, un barrio de la capital. “Yo estuve aquí cuando Juan Pablo II vino y siempre había muchos turistas”. La visita es vista como un posible impulso al turismo en un país que tiene una economía con problemas de liquidez, mientras muchos isleños tratan de hacer uso de una serie de recientes reformas de libre mercado, las cuales poco a poco han propiciado el aumento del número de empresas privadas en el país.
Desde la implementación de las reformas, pequeños negocios privados han surgido a lo largo de las calles de la capital cubana, y ahora, por primera vez en muchos años, se pueden comprar y vender propiedades, incluyendo los bienes inmuebles.
Benedicto XVI, de 84 años, llegó el lunes a Santiago de Cuba, y al día siguiente ofreció sus oficios en la Basílica de del Cobre, en esa ciudad. A su llegada, el pontífice fue recibido por Raúl Castro y el clero del país, entre ellos Ortega.
Con el despliegue de una alfombra roja para recibir el avión del Papa, Castro caminó al lado del pontífice y ambos se dirigieron hacia un par de sillas grandes de madera, en donde los dos tuvieron una breve sesión de fotos. Una banda musical de metales tocó el himno nacional de Cuba y otras melodías mientras el mandatario y el Papa estaban juntos; también hubo salvas de artillería, a manera de recibimiento, cerca de la zona.
Benedicto XVI dijo al público que busca enfatizar “la importancia de la fe”, destacando la necesidad de buenas relaciones entre la Iglesia y el estado marxista.
“Llevo en mi corazón las justas aspiraciones y los deseos legítimos de todos los cubanos, en dondequiera que estén”, dijo. Castro dio la bienvenida a Benedicto XVI y dijo que su país ha trabajado por la paz y la justicia, pero también aprovechó la ocasión para arremeter contra Estados Unidos. Incluso “14 años después de la visita de Juan Pablo II” persiste el embargo económico de Estados Unidos contra Cuba, dijo Castro.
Vestido todo de blanco, el Papa caminó con Castro, quien portaba un traje oscuro, y saludó a otros funcionarios estatales e integrantes del clero.
Miles de cubanos agitando sus banderas se congregaron en la calle por la que pasó el vehículo de Benedicto XVI, tal y como la televisión estatal cubana lo capturó.
Benedicto XVI después ofició misa en la plaza de la ciudad, atrayendo a grandes multitudes, mientras legiones de músicos con instrumentos de viento y de cuerda ejecutaban piezas durante las pausas de su sermón, con el apoyo de lo que parecían ser sistemas de sonido de los que se emplean para conciertos.
La visita a Cuba marca la siguiente y última escala de una gira por dos países que el Papa ha utilizado tanto para la propagación de la fe católica como para abordar cuestiones políticas en la región.
Su primera parada fue en México, donde denunció la violencia en ese país derivada de las actuales estrategias contra los cárteles del narcotráfico. El viernes, Benedicto XVI también criticó el sistema político marxista de Cuba, al decir que “ya no corresponde a la realidad”.
El comentario del Papa, pronunciado ante los reporteros a bordo del vuelo que iba de Roma a México, provocó especulación generalizada sobre lo que dirá cuando se dirija directamente al pueblo cubano.
El ministro de asuntos exteriores cubano, Bruno Rodríguez, respondió que su gobierno considera “útil el intercambio de ideas” y que el sistema cubano sigue perfeccionándose.
El recuerdo de Juan Pablo
En 1998, Fidel Castro recibió a un pontífice muy distinto, cuando miles de personas asistieron a ver al papa Juan Pablo II, quien hizo su célebre exhorto a Cuba “para abrirse al mundo, y el mundo abrirse a Cuba”.
“Hubo una especie de romance entre Juan Pablo II y América Latina”, dijo el analista de asuntos del Vaticano de CNN, John Allen. “No es lo mismo con el Papa Benedicto”.
En México, un arzobispo pidió a los fieles dejar de comparar entre Benedicto XVI y el pasado Papa, quien atrajo a multitudes en toda América Latina y quien también visitó todos los países de la región antes de su muerte en 2005.
En Cuba, aunque Juan Pablo II ayudó a templar las relaciones entre la iglesia y gobierno, los vínculos de la nación con la religión se han mantenido complicados.
Décadas antes, la revolución comunista de Castro trató de acabar con la influencia religiosa en Cuba, confiscando las propiedades de la Iglesia y expulsando a los trabajadores religiosos, algunos de los cuales habían apoyado a las fuerzas que luchaban contra Castro.
Relación Iglesia-Estado
El país fue oficialmente ateo hasta la década de 1990, cuando se modificó la Constitución y las referencias al ateísmo fueron reemplazadas por las del secularismo. En ese entonces también se reconoció la Navidad como un día de fiesta, y a los integrantes del Partido Comunista se les permitió practicar abiertamente su fe, en caso de que profesaran alguna.
Autoridades eclesiásticas ahora dicen que la isla tiene un 60% de personas católicas, aunque pocos practican esa religión abiertamente.
Sin embargo, el acceso religioso a la televisión estatal y la administración de escuelas religiosas siguen en gran parte restringidos, lo cual podría ser un punto a destacar en la visita del pontífice, dicen los observadores.
“Estas visitas papales puede tener un impacto”, dijo Allen. “Pueden aminorar las cosas. Y parece que bajo el gobierno de Raúl, Cuba está dando pequeños pasos hacia la normalización”.
No obstante, muchos en la isla parecen escépticos de que el viaje arroje resultados duraderos. Si bien la Iglesia Católica del país a menudo ha sido elogiada por su papel en las recientes reformas, también ha recibido fuertes críticas por parecer demasiado complaciente con el gobierno.
Grupo de derechos humanos dicen que el gobierno en gran medida ha sacado de las cárceles a los presos políticos, aunque continúa hostigando a los activistas del país.