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Por Nancy Pelosi*

(CNN) — El mes pasado, una delegación de miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos,que tuve el honor de encabezar, sostuvo un encuentro con inspiradoras mujeres de África del Norte que hacen un esfuerzo por cambiar el mundo.

En Egipto, Túnez y Libia, intercambiamos ideas con mujeres que están convencidas de que a la mujer se le debe dar su lugar y de que es capaz de trascender en una región clave que cambia de forma acelerada. Es una carrera cuesta arriba, pero no hay mejor tiempo para intentarlo que el momento actual.

Las mujeres con las que nos reunimos fueron abiertas al señalar que ellas piensan que los nuevos gobiernos deben de ser realmente democráticos y que las tan arraigadas ideas en contra de la participación de las mujeres en su propia sociedad deben de ser abolidas. Estas mujeres vienen de diferentes entornos y tienen distintos puntos de vista, pero están conscientes de que su momento es ahora y que los obstáculos son muy grandes.

Algunas de ellas participaron en las manifestaciones masivas de la llamada Primavera Árabe, las cuales desafiaron décadas de un régimen dictatorial. Otras han estudiado en los Estados Unidos y otros países, pero regresaron a construir un futuro en donde las voces de las mujeres sean iguales a las de los hombres. Algunas trabajan ya en el gobierno pero hablaron de la necesidad de que haya más mujeres para servir y liderar la formación de nuevas democracias en Medio Oriente.

Un mensaje fue constante y claro en cada discusión: ellas consideran a los Estados Unidos como un aliado esencial para sus esfuerzos por construir sociedades democráticas.

Mujeres periodistas tuvieron un papel crucial en el derrocamiento del Hosni Mubarak, ex presidente egipcio. Las mujeres ya se encuentran profundamente involucradas en la reconstrucción de los sistemas políticos y económicas de su país. A pesar de que solo 10 de cada 500 miembros del nuevo parlamento son mujeres, la señal que recibimos es que las mujeres egipcias están comprometidas con la idea de ampliar su influencia y sus rangos, y con asegurar que la constitución que se está desarrollando proteja por completo los derechos de la mujer en Egipto.

De igual manera, en Túnez, la diputada Mehrezia Labidi se comprometió a encabezar la lucha por los derechos de las mujeres y la laicidad en su nación. Las mujeres ya ocupan el 26% de los lugares de la Asamblea de Constituyentes, responsable de redactar la Constitución de Túnez.

La determinación de las mujeres en Túnez ha sido evidente también afuera de las cámaras legislativas. En medio de un disturbio en la Universidad de Manouba, una joven miró indignada cómo un fanático arrancó la bandera de su país, pero entonces, ella, valientemente, trepó el asta bandera y volvió a colgar su bandera en el lugar que le correspondía, lo que le ganó los aplausos de sus compatriotas.

Para que las mujeres tengan cada vez más oportunidades de en la vida pública y privada, es necesario incrementar sus posibilidades de tener acceso a la educación. Todas las jóvenes con las que nos reunimos en Trípoli, Libia, creían que la calidad de la educación para todos los libios es esencial para el éxito de su revolución y de la modernización de su país, en vista del fracaso absoluto de las secundarias y las universidades del país bajo el régimen de Moammar Gadhafi.

Lo que escuché de las mujeres del norte de África fue un estribillo que también escuché en Irak y Afganistán y a lo largo del Medio Oriente: las mujeres y los jóvenes están cansados de la guerra. Están hartos de que los líderes usen la ideología, la religión y la guerra como distracción de los verdaderos retos de la paz, la prosperidad y la democracia: la falta de educación, la falta de trabajos y oportunidades económicas, y la opresión hacia las mujeres. Ellos usaron las redes sociales como Facebook y Twitter para combatir la represión impuesta desde hace décadas por los regímenes dictatoriales y mostraron un coraje increíble para liberar a sus países de la tiranía.

Triunfaron en esa primera fase: Gadhafi, Mubarak y Zine el Abidine Ben Ali, de Túnez, no siguen más. Estas jóvenes conocen perfectamente los retos que enfrentarán. Están profundamente comprometidas con la construcción de sociedades democráticas, y nos están buscando. No podemos fallarles.

Desde África del Norte y hasta Medio Oriente, los líderes de los países de esa región deben honrar el papel que desempeñaron las mujeres en los movimientos de la Primavera Árabe: todos sus ciudadanos, incluidas las mujeres, tienen mucho que aportar en este momento histórico. Esa es una lección que a EU le costó aprender a través de algunas generaciones, pero seguramente es una de las experiencias de mayor valía que podemos compartir con las democracias en desarrollo en todo el mundo.

*Nota del Editor: Nancy Pelosi es la líder demócrata de la Cámara de Representantes del Congreso número 112 de EU. Del 2007 al 2011 fue la primera mujer en ser vocera de la Cámara y también la primer mujer en la historia de EU en encabezar a uno de los grandes partidos en el Congreso, habiendo servido como líder demócrata del 2003 al 2007. Pelosi ha representado a California en el Octavo Distrito del Congreso por 25 años.

(Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Nancy Pelosi).