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(CNN) — Es quizá la fotografía más icónica que jamás se haya tomado.

Capturada en la ceremonia de premiación de la carrera de 200 metros hombres en los Juegos Olímpicos de México 1968, el corredor Tommie Smith aparece desafiante, con la cabeza inclinada y su puño levantado hacia el cielo.

Detrás de su compañero estadounidense, John Carlos se unió con su propio saludo del “Poder Negro”, un acto de desafío dirigido a resaltar la segregación y el racismo en su tierra natal.

Fue un acto que escandalizó los Olímpicos. Smith y Carlos fueron regresados a casa en desgracia y se les prohibió regresar a los Olímpicos de por vida. Pero fueron tratados como héroes por la comunidad negra por sacrificar su gloria personal por la causa. La historia también ha sido amable con ellos.

A pesar de eso, pocos saben que el hombre que está parado en frente de ambos es el corredor Peter Norman, quien impresionó a todos dándole poder a Carlos y ganando la medalla de plata, jugando por su propia cuenta un papel crucial en la historia del deporte.

En su pecho derecho vistió un pequeño distintivo que leía: “Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos”, una organización establecida en un año previo para oponerse al racismo en el deporte. Mientras que Smith y Carlos ahora son festejados como pioneros de los derechos humanos, el distintivo fue suficiente para terminar efectivamente la carrera de Norman. Regresó a Australia como paria, sufriendo sanciones no oficiales y ridiculizándolo como el hombre olvidado del saludo del Poder Negro. Nunca volvió a correr en los Olímpicos.

“Tan pronto como llegó a casa fue odiado”, explica su sobrino Matthew Norman, quien ha dirigido un nuevo filme, ¡Salute!, sobre la vida de Peter antes y después de los Olímpicos de 1968.

“Muchas personas en Estados Unidos no se dieron cuenta de que Peter tenía un papel más grande que jugar. Fue el quinto (más rápido) del mundo, y su carrera todavía es un récord de la Commonwealth hoy en día. Y aún así no fue a Munich (Olímpicos de 1972) porque había hecho eso. Hubiera ganado una medalla de oro.

“Sufrió hasta el día que murió”.

Una elección oscura

Peter Norman creció en el distrito de clase trabajadora de Melbourne. Como joven no podía costearse el equipo para jugar futbol en Australia, su deporte favorito. Pero su padre pudo conseguir que le prestaran un par de tacos de segunda mano, y su talento para correr fue reconocido rápidamente. Aun así, Norman fue una elección oscura cuando el corredor de 28 años arribó a la Ciudad de México. Era la primera vez que había corrido en una pista estándar en los Olímpicos, y prosperó en el aire.

“Puedo sentir mis rodillas rebotando hacia mi barbilla”, dijo Norman en Salute!

“¡Aumentó mi paso por 10,16 centímetros!”.

Fueron eventos fuera de la pista los que habían dominado el periodo previo a los Olímpicos de 1968. En Estados Unidos, el movimiento de los derechos civiles peleó batallas contra la policía y el ejército en todo Estados Unidos contra la segregación y el racismo. Martin Luther King Junior y Robert Kennedy habían sido asesinados y la guerra de Vietnam estaba en su apogeo.

Mientras tanto, en México, cientos de estudiantes que protestaban fueron masacrados en el periodo previo a los Juegos. El régimen cubrió sus muertes y los atletas arribaron.

Australia también estaba en medio de una contienda racial. La política “Australia Blanca” del país había provocado protestas. Puso restricciones duras en la inmigración de personas que no eran blancas, y una serie de leyes perjudiciales contra la población indígena, incluyendo una política sobre tomar a los niños aborígenes de sus padres y entregarlos a parejas blancas para la adopción, una práctica que continuó hasta los 70.

Una amenaza inesperada

Aunque Norman era un activista del antirracismo, nadie esperó que adoptara una postura en México. El Comité Olímpico Australiano había colocado tres reglas para que las siguiera. La primera fue que repitiera su tiempo de calificación antes de los Juegos.

“Regla número dos: no termines en último en ninguna ronda”, recordó Norman.

“Tercera, y bajo ninguna circunstancia, que no te venza un Pom (corredor británico)”.

Norman había sido ignorado por el equipo estadounidense, que había asumido que ganarían todas las medallas en los 200 metros, pero apareció en el radar cuando rompió el récord olímpico en una de las rondas preliminares.

“Cuando vi a Peter por primera vez dije: ‘¿quién es ese chico blanco?’”, dijo Carlos a CNN.

Pronto se arrepentiría de su inadvertencia. Cuando la final de los 200 metros llegó, todos los ojos estaban puestos en el dúo estadounidense. Se esperaba que Smith ganara fácilmente (“no podrías alcanzarlo en una motocicleta”, fue la declaración de Norman), pero la especulación se centró en el gesto político de que los atletas estadounidenses podían llegar al podio.

Se disparó la pistola de comienzo y Smith iba directo por el oro. Pero de la nada Norman aceleró los últimos 50 metros, llegando a la línea ante un Carlos sorprendido. El tiempo de Norman de 20 segundos pudo hacer que ganara la medalla de oro cuatro años después en los Olímpicos de Munich y los Juegos de Sydney en 2000.

Una decisión del destino

Smith y Carlos habían decidido hacer una declaración en el podio. Tenían que vestir guantes negros. Pero Carlos dejó el suyo en la villa olímpica. Fue Norman quien sugirió que debían vestir uno en manos diferentes. Aun así Norman no tenía intención de hacer una protesta por su propia parte. Así que le pidió a un miembro del equipo de remo estadounidense por su distintivo del “Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos”, para que pudiera mostrar solidaridad.

“Se acercó a mí y me dijo, ‘¿tienes uno de esos botones, compañero?’”, dijo el miembro del equipo de remo estadounidense Paul Hoffman. “Si un australiano blanco me pedía un distintivo del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, entonces por amor de Dios tendría uno. Sólo tenía uno, que era mío, así que me lo quité y se lo di”.

Los tres hombres caminaron hacia su destino. Las medallas fueron entregadas antes de que los tres se dirigieran hacia las banderas y comenzara el Himno Nacional.

“No podía ver lo que estaba pasando”, dijo Norman de ese momento.

“Sabía que habían seguido con sus planes cuando una voz en la audiencia canto el himno nacional estadounidense pero después dejaron de cantar. El estadio se silenció”.

Las consecuencias fueron inmediatas para Smith y Carlos, quienes fueron enviados a casa. Nunca se le dio la oportunidad a Norman de acercarse. Nunca fue seleccionado para correr en los Olímpicos otra vez.

“Me hubiera encantado ir a Munich; me gané las miradas fruncidas de los poderes fácticos en la pista y en el campo”, dijo en Salute!

“Califiqué por los 200 metros 13 veces y los 100 metros cinco veces, (pero) prefirieron dejarme en casa que tenerme aquí (en Munich)”.

¿Rechazado en su propio país?

Norman se retiró del atletismo inmediatamente después de escuchar que había sido eliminado del equipo para Munich. Nunca regresaría a la pista. Tampoco contaron sus logros 28 años después cuando Sydney albergó los Olímpicos del 2000.

“En los Olímpicos de Sydney no fue invitado a ningún evento”, dijo Matthew Norman.

“No había ninguna protesta. Fue el corredor olímpico más grande en nuestra historia”.

En su propio país, Peter Norman sigue siendo el hombre olvidado. Tan pronto como la delegación estadounidense descubrió que Norman no iba a asistir, el Comité Olímpico de Estados Unidos arregló que volara a Sydney para ser parte de su delegación. Fue invitado a la fiesta de cumpleaños del corredor de 200 y 400 metros Michael Johnson, donde fue el huésped de honor.

Johnson tomó su mano, lo abrazó y declaró que Norman fue uno de sus grandes héroes.

“Peter no fue sancionado… no estamos seguros por qué se perdió la selección en 1972 pero no tuvo nada que ver por lo que pasó en México”, dijo el Comité Olímpico Australiano (AOC, por sus siglas en inglés) a CNN cuando se le preguntó sobre la exclusión de Norman del equipo que viajó a Múnich.

“Peter no fue excluido de las celebraciones de Sydney 2000”.

El AOC señala que el corredor más grande de Australia había tenido roles cruciales en las festividades.

“Representó al AOC en varios anuncios de selección de equipos”, dijo, “incluyendo el anuncio del equipo de tenis de mesa en su tierra natal de Melbourne antes de los Juegos de Sydney”.

Recordando a Peter Norman

Cuando Salute! fue lanzado en Australia en 2008 causó sensación, rompiendo récords de taquilla. En un país conocido por su reverencia a la las leyendas del deporte, muchos escuchaban la historia de Norman por primera vez. Pero él nunca vería el filme que puso sus logros de nuevo en la conciencia del público.

Peter Norman murió de un ataque al corazón el 9 de octubre de 2006.

En el funeral, Smith y Carlos dieron el elogio, donde anunciaron que la organización de pista de Estados Unidos había declarado el día de su muerte como el “Día Peter Norman”; la primera vez en la historia de la organización que se le ha dado ese honor a un atleta extranjero.

Ambos hombres ayudaron a llevar su ataúd antes de que fuera enterrado. Para ellos, Norman fue un héroe; “un soldado solitario”, de acuerdo con Carlos, por su pequeña postura determinada contra el racismo.

“Pagó el precio. Esta fue la postura de Peter Norman por los derechos humanos, no Peter Norman ayudando a Tommie Smith y John Carlos”, dijo Smith a CNN. Los tres siguieron siendo amigos desde que se conocieron en el podio en México hace 44 años.

“Sólo era un chico blanco, un chico blanco australiano, entre dos hombres negros en la victoria creyendo en lo mismo”.

Un legado orgulloso

Podría decirse que el precio más alto que Norman pagó fue el hecho de que lo que corrió en los 200 metros al final fue oscurecido por el saludo del Poder Negro. Hasta este día permanece como la presentación individual más inesperada de un corredor en los Olímpicos modernos.

Para el final de la final, Norman había rozado por la mitad de un segundo su mejor tiempo. Su potencial entero nunca se conoció, incluso después de la ignominia de su regreso, Norman no cargaba rencores.

“Se ha dicho que compartir mi medalla de plata con ese incidente en la victoria distrajo de mi desempeño”, explica Norman al final de Salute!

“Por el contrario, tengo que confesar, estaba orgulloso de haber sido parte de él”.