La menor relató su historia de tortura a CNN cuando se celebra el juicio por su caso.

Por Nick Paton Walsh y Ashley Fantz

Nota del editor: CNN por lo general no revela la identidad de las mujeres y niñas que supuestamente han sido violadas, pero esta joven quiso salir a la luz y contar su caso.

(CNN) — El año pasado, personas de todo el mundo se indignaron cuando escucharon el caso de Sahar Gul. La adolescente afgana se casó a los 13 años. Dijo que su esposo, integrante del ejército afgano, la violó. Furibundos porque no quedó inmediatamente embarazada, su familia política la encerró durante meses en un sótano, torturándola con un atizador caliente y arrancándole las uñas. Al final, dijo, querían obligarla a prostituirse como castigo por incumplir como mujer.

“Me dijeron que fuera al sótano porque había algunos invitados que vendrían a la casa”, dijo a CNN. “Cuando fui al sótano, entraron y me ataron las manos y los pies, y me voltearon bruscamente desde arriba. Me llevaban muy poca comida.

“Cuando iba al baño, me pegaban mucho. Lloraba todo el tiempo”, relató. “Cuando me dieron descargas eléctricas en los pies, sentí que me iba a morir en ese momento. Grité y fue así como nuestros vecinos se dieron cuenta de que algo sucedía. Durante todo un día estuve inconsciente, me sentía muerta”.

Los vecinos escucharon sus gritos y llamaron a las autoridades, quienes rescataron a la adolescente en diciembre. La semana pasada, Gul, quien ahora tiene 14 años, temblaba cuando estaba de pie en el tribunal y escuchaba a un juez de Kabul entregar sentencias a tres de sus atacantes. A cada uno le dieron 10 años. A su marido todavía lo buscan.

“Diez años no son suficientes. Les tuvieron que haber dado 50 años”, dijo la adolescente a periodistas de CNN, quienes hace poco la visitaron en una casa de seguridad de Afganistán, en donde más de una decena de mujeres reciben asesoría tras experimentar tratos terribles.

“Deben ser castigados en la cárcel. Dañaron mis ojos, y me arrancaron una uña y el cabello, y lo mismo les deben hacer. Todo lo que me hicieron se lo deben hacer”, dijo.

Gul se ha convertido en un símbolo internacional de la lucha por los derechos de las mujeres en Afganistán. El resultado del caso en contra de sus familiares ha planteado, inevitablemente, una pregunta más amplia.

¿Avances o retrocesos?

A más de una década de que las fuerzas occidentales invadieran Afganistán, ¿ha habido avances significativos y en los hechos en materia de los derechos de las mujeres?

Si es así, ¿dichos avances desaparecerán después de que Estados Unidos se retire del país en 2014, o se verán menguados mientras Estados Unidos sigue en busca de una paz negociada con los talibanes?

Bajo el régimen talibán, entre 1996 y 2001, a las mujeres se les prohibió ir a la escuela, estar en la política o trabajar. Las mujeres que querían salir de casa tenían que ser escoltadas por un pariente varón y estaban obligadas a vestir con burka.

Las que desobedecían eran golpeadas públicamente. En algunas partes de Afganistán, a finales de la década de 1990, se alentó a los habitantes a pintar de negro las ventanas de sus casas para que las mujeres no pudieran ser vistas.

Los grupos de derechos humanos dicen que desde entonces ha habido avances. En 2004, a las niñas se les garantizó formalmente el derecho a la educación en la Constitución afgana.

Human Rights Watch informa que alrededor de dos millones de niñas afganas van a la escuela, aunque sólo un número reducido pasan de la primaria, reportan los grupos de derechos humanos. Las tasas de alfabetización son más elevadas en las niñas cuyas edades oscilan entre 12 y 16 años, según un informe de Oxfam de 2012.

Las tasas de mortalidad infantil han disminuido en todo Afganistán y la esperanza de vida se incrementó, según Unicef. Las mujeres, quienes alguna vez tuvieron que dejar sus empleos, han vuelto a trabajar como médicos, abogados y policías, dijo Oxfam.

A pesar de todo, persisten las historias de los asesinatos por honor, del envenenamiento de pozos en las escuelas de niñas y desfiguraciones.

El presidente Hamid Karzai promulgó en 2009 la Ley de Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, destinada a contribuir a reducir la violencia hacia las mujeres cometida a través de las prácticas consideradas tradicionales, como los denominados asesinatos por honor.

Pero Naciones Unidas informó en junio de 2011 que la ley de violencia contra las mujeres se aplicaba sólo en 10 de las 34 provincias afganas. De marzo de 2010 al 2011, la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos registró 2,299 casos de violencia contra las mujeres que, según la ley, serían considerados delitos.

Gul dijo que no sólo tiene que pensar en el trauma que ha sufrido, sino que también ella todavía está técnicamente casada con su agresor, y teme que podría no ser seguro seguir viviendo en Afganistán.

“Creo que me preocupa la sanción impuesta por el tribunal a estas personas. El gobierno está haciendo todo lo posible para encontrar [a mi marido, condenado, pero prófugo]”, dijo. “Pero si mañana me encuentra, podría matarme”.

“Quiero irme al extranjero”, continuó. “Si me quedo aquí, me encontrarán. Quiero ir a la escuela y estudiar, para ser médico o juez, para que así puede castigar por mi propia cuenta a este tipo de personas”.