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(CNN) — Si lograras sobrevivir a una barra de más de un metro de largo que atravesó tu cráneo, la gente seguiría hablando de ti 150 años más tarde.

Aventúrate al 13 de septiembre de 1848. Phineas Gage, de 25 años, trabajaba como supervisor en una construcción de vías del tren en Vermont, Estados Unidos. Estaba demoliendo y removiendo roca para preparar la ruta ferroviaria cuando una de las explosiones liberó una barra de más de 5 kilogramos que atravesó la mejilla izquierda de Gage, pasando por detrás de su ojo izquierdo, hasta perforar su cerebro.

La barra fue encontrada tiempo después “cubierta de sangre y partes de cerebro”, según reportes del caso.

Gage sobrevivió casi 12 años después del accidente, pero las personas que lo conocían decían que no era el mismo de antes. Su personalidad y conducta habían cambiado.

No pudo regresar a su trabajo en los ferrocarriles, así que empezó a hacer trabajos manuales. Murió el 21 de mayo de 1860, probablemente debido a complicaciones ligadas a este extraño accidente.

Ahora, los científicos tienen nuevas revelaciones con respecto al cerebro de Gage.

Un nuevo estudio publicado en la revista PloS One examina el daño en las conexiones de las redes neuronales del cerebro de Gage.

Los investigadores compararon la información sobre el cráneo de Gage con escaneos por resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) de los cerebros de 110 hombres diestros de entre 25 y 36 años de edad, el rango de edad en el que Gage sobrevivió con su herida. De esta forma, simularon la ruta que la barra de acero tomó al atravesar el cráneo de Gage y evaluaron el daño cortical de la materia gris (encontrada en las regiones cerebrales asociadas con la memoria) y la materia blanca (que está asociada con el aprendizaje y la cognición).

“Si la barra de acero hubiera penetrado su cerebro en cualquier otro ángulo ligeramente diferente, habría perforado alguna cerebrovasculatura importante, y lo habría matado”, dijo el autor principal del estudio, Jack Van Horn, profesor adjunto en el Departamento de Neurología de la Academia de Medicina de La Universidad de California, en Los Ángeles.

Los investigadores concluyeron que el tubo perforó el 4% de la corteza y dañó el 11% de la materia blanca. Eso significa que el daño no estaba enfocado en la materia gris. En lugar de eso, la conectividad entre diferentes regiones importantes del cerebro fue dañada.

El patrón de daños encontrado no difiere mucho de lo observado en personas con Alzheimer, demencia frontotemporal y lesiones cerebrales traumáticas.

Este tipo de estrategias de mapeo son importantes para medir el nivel de daño que las personas con lesiones cerebrales traumáticas experimentan, dice Van Horn. Estas revelan el efecto ocasionado por el daño en las conexiones de las redes neuronales y las propiedades de las redes. Esto podría tener implicaciones en el asesoramiento, monitoreo y tratamiento oportuno de pacientes.

“Esperamos que este tipo de cosas nos ayude a entender un poco más de lo que le pasó a Gage, lo que su lesión cerebral significó y cómo, al entenderla, podría ser de utilidad para comprender las lesiones cerebrales traumáticas y degenerativas actuales”, comenta Van Horn.

El cráneo de Gage está actualmente siendo exhibido en el Warren Anatomical Museum, en la Universidad de Harvard.