(CNN) — La activista de derechos humanos de Myanmar Aung San Suu Kyi dio este sábado su discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz, dos décadas después de recibir el reconocimiento.
Su presencia en Oslo, Noruega, en un viaje histórico a Europa después de años de arresto domiciliario, indica el progreso en Myanmar, también conocido como Birmania, respecto al año pasado.
Suu Kyi no pudo recibir el Nobel cuando le fue concedido, en 1991, porque estaba bajo arresto domiciliario. Su marido y sus dos hijos lo aceptaron en su nombre, en homenaje a su sacrificio.
Ante un público en el Oslo City Hall que la recibió con aplausos, Suu Kyi habló de lo que significaba para ella la paz y el frágil progreso de su país hacia la reforma democrática.
“Desde el año pasado ha habido señales de que los esfuerzos de aquellos que creen en la democracia y los derechos humanos están comenzando a dar sus frutos en Birmania. Se han producido cambios hacia una dirección positiva; se han tomado pasos hacia la democratización”, dijo.
“Si yo abogo por un cauto optimismo no es porque no tenga fe en el futuro, sino porque no quiero alentar a la fe ciega”.
Hablando como una exprisionera de conciencia, hizo un llamado a la “pronta liberación incondicional” de todos los presos políticos que aún permanecen en Myanmar.
De su propio trabajo por la democracia, la activista dijo que nunca había pensado que la conduciría a algún premio u honor.
“El premio por el cual estábamos trabajando era una sociedad libre, segura y justa, donde nuestra gente pudiera ser capaz de desarrollar todo su potencial. El honor estaba en nuestro empeño. La historia nos dio la oportunidad de dar lo mejor de nosotros por una causa en la que creíamos “, dijo.
“Cuando el Comité del Nobel eligió reconocerme, el camino que había elegido por voluntad propia se convirtió en un camino menos solitario a seguir. Por ello doy las gracias al Comité, al pueblo de Noruega y a los pueblos de todo el mundo, cuyo apoyo ha fortalecido mi la fe en la búsqueda común de la paz”.
En un principio, explicó Suu Kyi, el premio “no parecía muy real”. Sin embargo, dijo que su comprensión sobre éste cambió a través de su aislamiento, mientras se daba cuenta cómo su situación se discutía en el resto del mundo.
El premio de la paz “me había hecho real una vez más; me había llevado de vuelta a la comunidad humana y a lo que era más importante, el premio Nobel había llamado la atención del mundo a la lucha por la democracia y los derechos humanos en Birmania. No íbamos a ser olvidados”.
Dijo que para ella el reconocimiento significaba una extensión de su preocupación por la democracia y los derechos humanos más allá de las fronteras nacionales.
“Los fuegos del sufrimiento y la lucha están en su apogeo en todo el mundo. En mi propio país, las hostilidades no han cesado en el extremo norte; en el oeste, la violencia colectiva se manifestaba en incendios y asesinatos que se llevaron a cabo tan solo unos días antes de que empezara el viaje que me ha traído hoy aquí”.
Al presentar a Suu Kyi, el presidente del Comité Nobel noruego, Thorbjørn Jagland, rindió homenaje a la “asombrosa tenacidad, sacrificio y la firmeza de principios” de la activista.
Recordó cómo su hijo aceptó el premio en su nombre en 1991 y los desafíos que enfrentó ella durante los años de arresto domiciliario en Myanmar, mientras que su marido moría en Gran Bretaña.
“Llevas una pesada carga sobre tus hombros. Nadie puede estar seguro de lo que traerá el futuro. Pero hoy estás aquí. Y sabemos a ciencia cierta que puedes regresar a casa”, dijo. “Pocos han hecho más de lo que tú has realizado para hacer del mundo un lugar mejor para todos nosotros. Te damos las gracias por tu valentía, tu tenacidad y tu fuerza”, dijo.
“Llevas esperanza a los pueblos oprimidos de todo el mundo. Tu vida es un mensaje para todos nosotros… Has pagado un precio alto, pero has estado propagando la esperanza y el mundo necesita esperanza”.
En declaraciones a Christiane Amanpour, de CNN, antes de la ceremonia en Oslo, Suu Kyi explicó que todavía estaba estudiando la cuestión de qué significa la paz.
“Mi actitud hacia la paz se basa más bien en la definición de la paz en Birmania, que realmente significa la eliminación de todos los factores negativos que destruyen la paz en este mundo. Así que la paz no significa solo poner fin a la violencia o la guerra, sino también a todos los demás factores que la amenazan, como la discriminación, la desigualdad, la pobreza”, dijo.
En Europa, Suu Kyi también planea visitar las dos cámaras del Parlamento británico; será la invitada de honor en un concierto en Dublín, Irlanda, y celebrará su cumpleaños número 67 con su familia.
Este viaje es el segundo que realiza al extranjero desde que regresó a Myanmar (en 1988) para cuidar a su madre moribunda.
Recientemente fue elegida como parlamentaria por su partido, Liga Nacional por la Democracia, que ganó docenas de escaños en las elecciones. Aunque aún es minoría, los comicios pasados marcaron un hito para el país después de décadas de opresión por parte de la Junta.
Un golpe militar en septiembre de 1988 puso al general Saw Maung en el poder, lo que desencadenó manifestaciones en contra del gobierno y la represión que dejó cientos de muertos.
Suu Kyi —cuyo marido, Michael Aris, se quedó a vivir en Inglaterra— se convirtió en una destacada activista y cofundadora de un grupo de la oposición: la Liga Nacional para la Democracia.
Fue puesta bajo arresto domiciliario por primera vez acusada de tratar de dividir a los militares. Pasó gran parte de las siguientes dos décadas confinada en su casa por la junta de gobierno.
Cuando su partido ganó las elecciones generales de 1990 en una votación aplastante, los gobernantes militares —en el poder desde 1962— rechazaron a la Liga Nacional para la Democracia y anularon los resultados.
Un año más tarde, Suu Kyi ganó el premio Sakharov a la Libertad de Pensamiento del Parlamento Europeo, así como el premio Nobel de la Paz, que citó su “lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos”. Pero ella seguía en detención.
Al recoger el premio a nombre de su madre, Alexander Aris dijo: “Personalmente, creo que, por su propia dedicación y sacrificio personal, ha llegado a ser un símbolo digno a través del cual puede ser reconocida la situación de todo el pueblo de Birmania”.
Los gobernantes militares han aligerado su control del poder, lo que permite una serie de reformas democráticas. El arresto domiciliario de la activista terminó en 2010 y pudo viajar por el país durante la campaña electoral de su partido este año.