(CNN) — La radiación producida por los escáneres corporales de los aeropuertos penetra hasta los órganos, aunque en bajas concentraciones que respetan los estándares estadounidenses, según un estudio realizado por el departamento de ingeniería biomédica de la Universidad de Marquette.
Pero la autora del estudio, la profesora Taly Gilat-Schmidt, dijo que la investigación no responde la mayor duda que tienen los viajeros: ¿los escáneres son seguros? Gilat dice que es necesario llevar a cabo más estudios independientes.
El estudio de Marquette analizó la información del gobierno y de los proveedores con un sofisticado modelo de computadora para determinar la dosis de radiación que los viajeros reciben mientras se les escanea con máquinas de retrodispersión (uno de los dos tipos de imágenes utilizados en los puntos de seguridad y control de los aeropuertos).
La Administración de Seguridad en los Transportes (TSA por sus siglas en inglés) confirmó que las máquinas son seguras, y que exponen a los viajeros a la misma cantidad de radiación que reciben al volar a una altitud crucero. Un pasajero tendría que ser escaneado más de 17,000 veces en un año (en promedio 47 veces al día los 365 días del año) para exceder el estándar marcado por el gobierno, de acuerdo con la TSA.
El estudio Marquette concluye que la dosis aplicada por la máquina de retrodispersión puede compararse a estar expuesto durante un minuto a radiación cósmica y es considerablemente menor a los niveles de radiación usados en algunos tipos de rayos X, como sería el caso de una mamografía. Sin embargo, el estudio no puede aceptar que este tipo de exposición sea segura, alegando que la radiación cósmica y la que proviene de la máquina de retrodispersión son diferentes, y que tanto los riesgos como los beneficios necesitan cuantificarse.
John Sedat, de la Universidad de California en San Francisco, profesor de bioquímica y biofísica, está en contra del uso de las máquinas de retrodispersión por parte de la TSA. Criticó el estudio alegando que se basa en datos provistos por la TSA en lugar de realizar pruebas independientes sobre las máquinas.
“Es una crítica válida”, dijo Gilat-Schmidt. “Creo que es válida y la consideraremos para el estudio. Pero así es como está hecha la investigación. No es todo el panorama; es apenas un paso”.
“Creo que es muy importante contar con estudios independientes”, dijo la autora.
Gilat-Schmidt dijo que ella pasa a través de la máquina de rayos X de retrodispersión pero que “no es agradable someter a mis hijos a ella”.
“Esto se debe a que dentro de la comunidad médica siempre se ha subrayado que la dosis de radiación (en niños) debe ser lo más baja posible. Existe una tecnología alternativa”, dijo.
Dos opciones serían: máquinas de ondas milimétricas, las cuales usan ondas de radio y la palpación física.
El estudio será publicado en la edición de junio de Medical Physics, un diario internacional de investigaciones físicas médicas, editado por la American Association of Physicists in Medicine.
La investigación corrió a cargo del estudiante de la Universidad de Marquette, Michael Hoppe, con la ayuda de Gilat Schmidt.
Un vocero de la TSA dijo que la agencia tiene conocimiento sobre el estudio Marquette, pero que aún no lo ha analizado.