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(CNN) — Un grupo cada vez más grande de personas apoya el consumo de especies invasoras en un esfuerzo por evitar la destrucción del medio ambiente.

Las especies invasoras, definidas así por la Biblioteca del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), no son originarias del ecosistema local y pueden causar daños económicos, ambientales o médicos. Hay muchas maneras en las que se pueden manifestar: plantas, animales o hasta microrganismos.

Muchas de las plantas invasivas, como el diente de león y la beldroega, originalmente las trajeron los colonizadores por razones medicinales, mientras que muchos de los animales invasivos como la carpa asiática y las iguanas verdes fueron traídas como fuente de alimento, mascotas o como control de plagas.

Las mangostas, por ejemplo, fueron originalmente importadas del sudeste de Asia para controlar las poblaciones de roedores y serpientes en los campos caribeños y hawaianos. Las sociedades de especies invasoras de Hawai han estimado que estas especies causan 50 millones de dólares en daños cada año solo en Puerto Rico y Hawai.

Desde cerdos salvajes corriendo libremente en Texas, peces león comiéndose lo que encuentran en su camino por el Golfo de México hasta la planta kudzu, cuyo sobrenombre “la enredadera que se comió al sur” habla por sí mismo, en los Estados Unidos se enfrentan con una invasión de depredadores de los recursos naturales.

Mientras que el kudzu se pudo haber comido al sur, los conservacionistas y activistas de alimentos están impulsando a los estadounidenses a que también los “muerdan”.

“¿Por qué no combinar el cada vez más grande movimiento locavore (personas que comen lo que ellas cosechan o crían) con una conciencia ecológica y tratar de reducir algunas de estas especies?”, dice Joe Roman, biólogo conservacionista, autor y editor del sitio EatTheInvaders.org. “No es probable que algún día nos los comamos hasta extinguirlos, pero podemos reducir su número y aparte obtener una excelente comida”.

Debido a que estas especies no cuentan con predadores naturales, es tarea de los humanos controlar o remover a los invasores. Algunos métodos administrativos involucran el control mecánico, como excavar, podar o usar químicos, como pesticidas y herbicidas. O tal vez la gente se los pueda comer.

Por supuesto que hay grandes obstáculos al aumentar el consumo de las especies invasoras. En primera, muchos podrían necesitar un rediseño de imagen.

“Aquí en Estados Unidos, hemos criado dos generaciones de consumidores que creen que solo deberíamos de consumir el lujoso corte del centro de un animal”, dice Andrew Zimmern, conductor del programa Bizarre Foods en el canal Travel Channel. “Y, debo añadir, que de solo tres o cuatro animales”.

La nutria, por ejemplo, es un roedor gigante que nace en el agua y muchos chefs comparan su sabor con el de un suculento conejo. Se trata de la percepción del consumidor.

“Empiezas a estirar tu imaginación alimenticia, podemos adoptar diferentes tipos de grandiosas direcciones”, dice Zimmern.

“Piensa en una especie que ahora está en los menús que hace una década o dos la gente ni hubiera soñado en comer. Ciertamente hay algo de asco que tendremos que superar para promover esto”, dice Roman.

El chef Bun Lai, en su restaurante Miya’s en New Haven, en el estado de Connecticut, al noroeste de EE.UU., busca encarecidamente este tipo de reinventos.

Miya’s ofrece un menú de especies invasivas, con ingredientes como cangrejos verdes europeos, pez-león, la fallopia japonesa y los cisnes salvajes, que amenazan los ecosistemas locales.

“Esperamos que esto provoque algunas cosas. Primero que nada, podría disminuir el dominio de las especies invasoras en el ecosistema. En segundo lugar, proveería la industria de la comida marítima con un gran abastecimiento de comida del mar nativa y reducir el estrés en esas poblaciones en las que ya se pesca mucho”, explica Lai en la página web del restaurante. “Finalmente, esperamos que impulsará un mejor balance en la relación regenerativa entre el hombre y los océanos”.

Sin embargo, como en cualquier otra estrategia, existen riesgos. Primero, no todas las especies son seguras para consumo humano. Proveer recursos educativos acerca de cómo preparar ciertas especies (al pez-león quitarle las espinas venenosas) y lo que es y no seguro buscar.

En segunda, promocionar especies invasoras puede motivar a empresarios con pocos escrúpulos a llevar estas especies a lugares en donde no hay porque son potencialmente lucrativas, dice Roman. Eso fácilmente puede ser contraproducente y esparcir aún más la destrucción con estas especies.

Entonces, existe una preocupación acerca de reducir la población de estas especies, a lo que Zimmern añade que no sería algo negativo.

“Vemos el punto sobre su posible extinción, lo que las podría convertir en un recurso manejable. Podemos criarlas en granjas, pero no podemos permitir que anden tranquilamente en la naturaleza”, asegura.

Aunque el control de la población de las especies invasoras es una prioridad para controlarlas y el mejorar su imagen es solo una parte en la solución a este problema, Zimmern dice que hay otra oportunidad: sacarlas del ecosistema y alimentar a la gente hambrienta.

“El mayor problema con el argumento de las especies invasoras en términos de no comerlas es que para la gente hambrienta, éste podría ser un buen alimento”, agrega.

Con los altos costos de los alimentos con proteína y una de cada seis personas viviendo con hambre, Zimmerman aboga en recolectar las especies invasoras y usar esa carne para alimentar a los niños, adultos mayores, a la gente en las cárceles y a la gente que vive por debajo de la línea de pobreza.

“Te voy a decir ahorita mismo, si yo hubiera comido un mal sándwich de jamón en la cárcel, preferiría comer nutria cualquier día de la semana”, asegura.