CNNE 90021c15 - 120922020438-mujer-triste-story-top

Por Chelsea J. Carter

(CNN) — Era un secreto oscuro, del tipo que destruye vidas, devasta familias y diezma la fe.

Nadie lo compartió con Valerie Spruill mientras su esposo estuvo vivo. Durante años después de su muerte, escuchó fragmentos sueltos de la historia. Era algo sobre un padre ausente, algo sobre su esposo.

Nada tenía sentido, dijo. Nada hasta que un tío finalmente le dijo lo que nadie más: sin saberlo se había casado con el padre que nunca había conocido.

“Fue devastador. Te puede destruir”, dijo Spruill a CNN el jueves vía telefónica. “Casi me pasó”.

Spruill, de 60 años, vive en Doylestown, Ohio, y su historia se hizo pública este mes. Primero fue publicada en el Diario Akron Beacon, con la esperanza de ayudar a otros que enfrentan problemas similares.

La historia se volvió viral y atrajo la atención de lugares como Australia e India donde se hacen siempre la misma pregunta: ¿Cómo pudo pasar?

Es una pregunta con la que Spruill ha estado lidiando desde que supo la verdad en el 2004, seis años después de que su marido, Percy Spruill, murió.

“Nunca supe si él sabía o no. Esa conversación no ocurrió”, dijo. “Creo que si sabía, no había forma de que pudiera decírmelo”.

Un examen de DNA realizado con cabello que él dejó en un cepillo confirmó que su marido era su padre.

El secreto fue devastador emocionalmente y físicamente para ella. Sprill sufrió dos ataques al corazón y fue diagnosticada con diabetes. En su opinión, fue consecuencia de conocer el secreto familiar.

“El dolor y estrés matan, y yo tenía que liberar el estrés”, dijo Spruill. “Estoy contando la historia para liberar el estrés”.

Tiene una profunda fe en Dios, quien cree que la ha guiado a través de su experiencia.

“Tiene que tener fe en mí”, dijo. “Si Dios me trajo hasta aquí, no me va a dejar ahora”.

Spruill conoció y se casó con su esposo-padre en Akron, una comunidad de Doylestown, Ohio, un vecindario de clase trabajadora de cerca de 2,300 personas.

Era su segundo matrimonio. Spruill era un buen hombre, un buen proveedor. Era amable con los tres hijos que ella tuvo en su matrimonio previo.

“Teníamos una buena vida”, dijo.

Inicialmente lidió con ira y odio por lo que sucedió. Pero la terapia le enseñó que no fue su error, y su fe que debía perdonar.

La respuesta inicial a su historia fue una mezcla: “Más positivo que negativo”, asegura.

Ha estado en contacto con una pareja que descubrió después de casarse que eran hermano y hermana, ellos le dijeron que su historia les está ayudando a lidiar con su propia experiencia.

“Ahora están tratando de ser amigos”, aseguró Spruill.

Otros, sin embargo, han sido menos amables.

“Han dicho cosas como que ‘algunos secretos deben permanecer secretos’”, dijo. “No puedo hacer nada respecto a lo que piensan, sólo sé lo que yo pienso. Dios es poderoso, y nos enseña a decir la verdad sin importar nada”.

Spreill sabe que no todo mundo dice la verdad. Es la lección que aprendió a la mala durante su infancia.

Por lo que ha sabido, su madre quedó embarazada de un joven de 15 años cuando era adolescente.

Ella tenía tres meses cuando fue enviada a vivir con su abuelo y su abuela, e inicialmente creyó que eran sus padres.

Spruill dijo que entre los ocho y nueve años descubrió que la mujer que a menudo visitaba la casa no era una amiga de la familia sino su madre. Nadie le habló nunca de su padre.

Ya no hay nadie que le dé respuestas sobre su padre-esposo. Su madre, Christine, murió en 1984. Sus abuelos habían fallecido también hace tiempo, al igual que muchos parientes de Percy Spruill.

Spruill sabe que su madre trabajó como prostituta y que estuvo involucrada en un escándalo de corrupción en 1980 que involucraba a James Barbuto, un juez que fue sentenciado por intimidar a investigadores y por atacar sexualmente a un empleado del palacio de justicia.

“Mi madre me demostró mucho amor con dichos y hechos, no me arrepiento de mi vida”, dijo.

Cree que tiene hermanos o medios hermanos de relaciones previas de Spruill, incluida la de su madre. Quiere encontrarles y decirles que no están solos.

Ella tiene tres hijos y ocho nietos. Tuvo que luchar para decirles a sus hijos que el hombre que veían como su padre en realidad era su abuelo.

Un terapeuta le aconsejo contárselos. “Se los dije hace dos años, son admirables, están lidiando con esto mejor que yo”.

En días recientes, poco antes de que se diera a conocer la noticia, también se lo dijo a sus nietos.

“Fueron muy comprensivos. Me han dicho que me aman, que harán lo que yo necesite”.

Desde que se retiró del departamento contable donde trabajo por 34 años, en Goodyear, ha estado escribiendo su historia con la esperanza de publicarla.

“La agradezco a Dios que me dio la oportunidad de pasar por todo esto”, dijo. “No es nada menos que un milagro que todavía esté aquí. Quiero decirle a la gente que pueden sobrevivir a algo así”.