Sean Connery aseguró en una entrevista en 1965 que ser estereotipado como Bond se había vuelto 'algo aburrido'.

Por Simon Hooper, especial para CNN

Nota del editor: Simon Hooper ha trabajado como periodista cubriendo noticias internacionales, de política y deportes para sitios web y publicaciones incluyendo CNN, Al Jazeera, the New Statesman y Sports Illustrated. Síguelo en Twitter: @simonbhooper

(CNN) — Para un cierto tipo de hombres de edad media, este viernes es un aniversario doble de oro, marcando el estreno de Dr. No y el lanzamiento del sencillo debut de The Beatles, Love Me Do, lo que ofrece una oportunidad imperdible de revolcarse en la nostalgia.

Incluso a una distancia de mitad de siglo, hay pocos tótems de la cultura popular más venerados y más comerciables que James Bond y los Fab Four, como se le conoce al cuarteto de Liverpool.

The Beatles encarnaban la energía y espíritu joven de su era, sin embargo, su creatividad extraordinaria, productividad y talento para la reinvención significa que mucha de su música aún suena fresca hoy en día, mientras que contemporáneos como Gerry and the Peacemakers y The Dave Clark Five permanecen atrapados para siempre en la escena del ritmo de principios de los “Vibrantes Sesenta”.

También Bond, a pesar de su inicial escepticismo en la industria; “simplemente no funcionará en Estados Unidos… (Sean) Connery nunca pasará”, dijo un representante de un estudio a los productores Cubby Broccoli y Harry Saltzman en el estreno de Dr. No, y fue un héroe perfecto para la era de la paranoia y riesgo nuclear de la Guerra Fría, el escenario caribeño del filme incluso retrataba la crisis de los misiles en Cuba.

Sin embargo, bajo la larga dirección de Broccoli, Bond permaneció como una figura capaz de reflejar nuestras obsesiones contemporáneas; ya sea un jet-pack que vistió Connery y que lo impulsó a través de las pantallas de la era espacial, y ahora los tirantes de Daniel Craig, las películas 007 son más propensas a ser equipadas con los gadgets y smartphones más recientes.

Algunos, prepósteramente, incluso han aclamado la existencia de los Beatles como evidencia de una mano divina en el trabajo. Comentando la semana pasada sobre el anuncio de que los álbumes de la banda serán relanzados a finales de este año en “vinilo de calidad de alta fidelidad”, el productor musical Rick Rubin dijo sobre la producción prolífica de la banda: “verdaderamente, creo que es una prueba de Dios, porque está más allá de la capacidad del hombre”.

Predeciblemente, ambos aniversarios están acompañados de un cúmulo de material de refrito y reciclado sacando provecho de la ocasión. Los coleccionistas de los Beatles que no están contentos sólo con el canon expansivo de literatura de la banda ahora pueden buscar una antología de las cartas de John Lennon y varios libros nuevos de referencias.

Mientras tanto, el musical Let It Be fue estrenado en Londres y una edición DVD remasterizada de Magical Mystery Tour saldrá a la venta, acompañada de un documental de la BBC sobre la creación del lío cómico críticamente ridiculizado que fácilmente puede resumirse en seis letras: drogas.

El catálogo de Bond también tiene un arreglo por el 50 aniversario con un reempaque de las 22 películas como set de colección de Blu-Ray; aunque uno se pregunta, incluso entre los más fanáticos de la serie, si hay mucho apetito para ver a Roger Moore haciendo su camino en A View to a Kill en claridad de alta definición, un papel para el cual incluso el inglés admite que estaba “400 años demasiado viejo” para 1985.

Ninguno de estos productos presumiblemente tienen como objetivo una generación que en realidad puede recordar a Connery o a los Beatles en su apogeo. Los actualizadores menos probables a Blu-Ray serían aquellos lo suficientemente grandes para haber visto Dr. No en un cine, justo como el juego para consolas Beatles: Rock Band es poco probable que haya tenido mucho atractivo entre aquellos que se encontraron por primera vez con la banda (en ese entonces el octavo “grupo pequeño” más popular de Gran Bretaña, según una encuesta de esa época) como acto de apertura de Helen Shapiro a principios de 1963.

En su lugar están dirigidos a lo que puede ser descrito como Mojo Man, destinado a estimular de nuevo los reflejos de Pavlov sobre los coleccionistas-consumidores compulsivos quienes, en una era donde el concepto de música y películas como algo que tenemos en forma física se ve cada vez más redundante, que permanecen como unos de los clientes más confiables de la industria del entretenimiento.

Aunque no son lo suficientemente grandes para recordar los sesenta, los Mojo Man crecieron en un mundo en el que la cultura popular de la década resonó después de que el idealismo, cambio social y la agitación de le época pasaran a los libros de historia, y en el que la plantilla de los Beatles de las guitarras, bajo y batería y la corriente de dobles, supervillanos y mujeres seductoras habían creado las bases para la música rock y las películas modernas de acción.

Sin embargo, el problema con este punto de vista conservador del mundo es que nada subsecuente puede ponerse a la altura del pasado mitificado, mientras que otras influencias en la cultura de nuestra propia época son menospreciadas e ignoradas. La música pop moderna, después de todo, podría decirse que debe más a las tradiciones del hip hop y la música dance que a Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band.

Su influencia duradera se demuestra por una explosión de Noel Gallagher en 2008, en la que la exestrella de Oasis, que nació en 1967, listó a las cinco mejores bandas de todos los tiempos como los Beatles, los Rolling Stones, The Who, The Sex Pistols y The Kinks, según un criterio profundamente reductivo que no incluía “artistas en solitario, artistas mujeres, o colectivos (Public Enemy, etc.)”.

Esa estrecha reverencia está en contradicción con el mundo en el que los Beatles y Bond llegaron al estrellato, donde el poder adquisitivo de los adolescentes dominaba la cultura pop y una canción o película podía estar en las listas de popularidad o ser un éxito de taquilla una semana y en la siguiente ya no.

Nadie involucrado en la creación de Love Me Do o Dr. No hubiera esperado que fueran algo más que dinero rápido; una canción de pop de dos minutos desechable y una adaptación de bajo presupuesto de un libro de bolsillo barato que intentaba sacar provecho del apetito en la Guerra Fría por thrillers de espionaje.

John Lennon y George Harrison rápidamente se volvieron profundamente desilusionados con la vida en los Beatles, mientras que incluso Paul McCartney, ahora develando su propio catálogo en estadios en todo el mundo, pasó años intentando salir de la sombra de la banda. Similarmente, Connery en una entrevista en 1965 con la revista Playboy se quejó de que ser estereotipado como Bond se había vuelto “algo aburrido”.

Sin embargo, los Beatles permanecen como la banda que no podemos vivir y dejar morir, destinada a ser reciclada como fotocopias desvanecidas del original con cada mejora incremental en la tecnología música y aniversario significativo hasta que un día podamos avanzar a hologramas en alta definición de John, Paul, George y Ringo cantando All You Need Is Love en nuestras salas.

Similarmente con Bond, aunque es fácil sacar nuevas ediciones de viejos clásicos o reciclar tramas familiares en escenarios actuales, ¿alguien puede decir que genuinamente espera que Skyfall, la entrega número 23 que será lanzada a finales de este mes, traiga algo nuevo a la serie?

Cincuenta años es mucho tiempo, incluso para los estándares del ascenso y caída de las naciones, pero en el mundo siempre cambiante (en el que vivimos) de la cultura pop, Bond y los Beatles debieron de haber pasado hace mucho tiempo a la custodia de los historiadores.

Con el lanzamiento de sus álbumes de nuevo en vinilo, la música de los Beatles habrá completado un círculo, regresando a los casetes, discos compactos, minidiscos y mp3 al formato donde comenzaron. Quizá ese sea un momento apropiado finalmente para dejarlos ser.

Las opiniones expresadas en este texto son únicamente de Simon Hooper.