Por Adi Jaffe, especial para CNN
Nota del editor: El 10 de octubre fue designado por Naciones Unidas como Día Mundial de la Salud Mental. Uno de los trastornos mentales más comunes es la adicción. Adi Jaffe es un psicólogo experto en adicciones e investigador en la universidad de California, en Los Ángeles. Fue traficante de drogas, adicto, convicto, y fundó el sitio especializado AllAboutAddiction.com.
(CNN) — ¿Las drogas realmente “fríen” tu cerebro? Una vez que eres un adicto, ¿lo serás por siempre? ¿Hay algo como un “gen de adicción”?
Estos mitos han hecho más difícil para las personas con adicciones buscar tratamientos y regresar a una vida normal. Como un exadicto a las metanfetaminas, sé cuán difícil es superar la adicción y el estigma que la sociedad pone sobre nosotros. Vale la pena echar un vistazo a algunos mitos que nos impiden comprender qué es una adicción, sus peligros reales y cómo debemos manejar la enfermedad.
La adicción es para siempre
Mentira. Esto coloca una gran carga emocional y psicológica en las personas que se recuperaron de alguna adicción. La adicción es un trastorno que sucede en un espectro de tiempo, tal como la depresión, y cada persona es diferente.
Aunque hay muchos casos donde las personas con adicciones luchan durante años, muchos más casos revelan lo contrario y los consumidores logran dejar el pasado detrás de ellos y llevar una vida normal y productiva.
Hay un gen de la adicción
No hay un solo gen o conjunto de genes que determinen si una persona se volverá adicta o no; incluso si los padres son adictos, no significa que los hijos también las tendrán. La actual investigación sobre adicciones muestra que aproximadamente el 50% de las tendencias de adicción son atribuibles a los genes.
Ese es un porcentaje alto, pero aún así deja la mitad de la ecuación al ambiente y a las experiencias personales. El mito del gen de la adicción lleva a muchas personas a un falso sentido de confianza sobre su propio consumo de drogas mientras que paradójicamente desalienta a muchas personas con adicciones para buscar tratamiento.
La marihuana es una droga de entrada
La tasa de adicción a la marihuana es más baja que la del alcohol, y hay poca evidencia científica de que actúa como un desencadenante para drogas más fuertes.
Aunque el consumo de marihuana en adolescentes no debe ser alentado, el riesgo real de las “drogas de entrada” puede venir del abuso de opioides con prescripción y estimulantes, como el OxyContin, Vicodin y Adderall, o con drogas inhalantes. Éstas tienen propiedades adictivas fuertes y son más accesibles para los adolescentes.
En México, el 1% de la población consume drogas médicas y el 4.7% consume drogas ilegales, según los datos más recientes, de la Encuesta Nacional de Adicciones, de 2008.
“Los adolescentes (…) progresan en mayor proporción hacia la dependencia. Dado el abuso, 35,8% de los adolescentes, 24,6% de los adultos jóvenes (de 18 a 25 años) y 14,5% de quienes tienen más de 25 años progresan a la dependencia”, según la Encuesta Nacional de Adicciones de México
Las drogas “fríen” tu cerebro
Aunque el abuso de estas sustancias es malo para el cerebro, es una simplificación excesiva decir que el consumo de drogas generalmente causa daño grave y permanente pues “fríe” tu cerebro.
Este mito da la impresión de que las personas recuperadas de la adicción son “mercancías dañadas” y sienta las bases para la discriminación de parte de los empleadores, proveedores de atención médica y el sistema legal.
Con eso dicho, ciertas sustancias son neurotóxicas: las metanfetaminas, éxtasis, cocaína e inhalantes son algunos ejemplos. Sin embargo, incluso con estos tipos de drogas, los efectos secundarios, aunque no son deseables, de ninguna manera producen una persona “dañada”.
Tocar fondo antes de pedir ayuda
Es por esto que este mito es tan peligroso: si esperamos hasta que una persona “toque fondo”, puede ser demasiado tarde para ayudarla.
Cada persona tiene un “fondo” diferente. Para algunos, puede ser que lo arresten o quedarse sin hogar. Para muchos, es mucho menos dramático; perder una relación personal importante, ser confrontado por la familia o que le vaya mal en el trabajo o la escuela.
Hay poca evidencia de que el nivel de consecuencias que una persona acumula antes de buscar ayuda esté relacionado con sus probabilidades de tener éxito en la recuperación. Es mejor obtener ayuda temprano que esperar por el momento desesperado perfecto.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Adi Jaffe.