Por Michael Holmes
Ortley Beach, Nueva Jersey (CNN) — Anthony Duszczak tiene un ojo puesto en el mar agitado. “Nosotros nos quedamos, somos de aquí. Ya veremos”, dice. Mientras, su padre Wayne opina lo mismo: “no se ven muchas cosas por aquí normalmente, todo es bastante aburrido”.
Sin embargo, este lunes no parece aburrido y lo será menos en las próximas horas. Wayne, de 62 años, es un técnico retirado de una empresa local de telecomunicaciones. Vive en esta región de Nueva Jersey desde hace casi un año y se siente seguro.
“Estaremos bien”, asegura. “Si se inunda, tengo un bote, y si necesitamos salir rápido tengo una camioneta grande”.
Anthony, de 20 años, nació en la isla y ha vivido aquí la mayor parte de su vida. “Soy un surfista y las olas son normalmente buenas después de una tormenta”, dice mientras el viento corre en la calle, azotando gotas de lluvia en nuestras caras. “Es algo muy loco, pero estoy seguro de que estaremos bien”, agrega.
Estamos en Ortley Beach, en las islas de Nueva Jersey, uno de los frentes que esperan la llegada oficial del huracán Sandy. Normalmente colmada de vacacionistas durante los meses de verano, el lugar se encuentra tranquilo en esta época del año. La mayoría de los que permanecen son retirados o trabajadores del sector turístico pasando el tiempo.
Las pocas horas en Nueva Jersey mostraron algo sobre Sandy: su llegada podría hacer que Wayne y Anthony Duszczak se arrepientan de haber decidido permanecer.
Cerca de ahí, en el club local de surf Joey Harrison, el daño ya se puede apreciar. El muelle exterior de madera ha desaparecido junto con parte de la infraestructura y las olas de surf que normalmente se ubican a unos 45 metros hacia el mar, ahora azotan dentro del club.
La puerta está destrozada, colgando de sus bisagras, el suelo luce mojado y las caras de los miembros, serias.
“Esto podría ser peor que 1962”, asegura uno de los administradores del club, Gordy Mack. “Si está así ahora, quién sabe cómo estará esta noche”.
Gordy es uno de quienes planean permanecer a pesar de la tormenta.
Mientras hablamos, una de las olas más grandes del día azota en el patio de concreto y nos salpica mientras corremos hacia dentro. La ola nos sigue. Más destrozos que limpiar mañana.
El jefe de la policía local, Mike Mastronardy, asegura que los trabajadores de emergencia han hecho lo que pueden.
“Dimos la orden de evacuación obligatoria y la mayoría de las personas se fueron, pero hay algunos determinados a quedarse”, dice. “Pero estoy preocupado. El mar ha penetrado las dunas (de arena) en varios lugares y ni siquiera estamos cerca de lo peor de esto”.
La mayoría de los residentes atendieron la llamada a desalojar, y existe una sensación de pueblo fantasma en el lugar. Aquellos que ignoraron la orden de evacuación permanecen cabizbajos.
No lejos de ahí está Joe Lewis capturando con su teléfono celular video del mar atravesando las dunas y corriendo calle abajo.
“Yo no me quedo (…) es un poco ridículo”, afirma. “Quiero sobrevivir a esto. Está bastante mal. Estaba platicando con uno de mis amigos que estuvo aquí en 1962 y él también se va, así que…”.
Joe se voltea y se dirige a su vehículo para salir de la isla, dejando que la oración inconclusa hable por sí misma.
Nos dirigimos a través del puente a territorio continental. “Me alegro de tenerlos de regreso”, asegura uno de los oficiales de policía que ayudan a bloquear el acceso a las islas. “Será una larga noche”.
Según el último reporte del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), emitido al medio día de este lunes, Sandy se encuentra unos 180 kilómetros al sureste de Atlantic City, Nueva Jersey, y a 285 de Nueva York.
Se espera que el meteoro impacte Nueva Jersey la noche de este lunes o en las primeras horas del martes.