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SAO PAULO, Brasil (CNN) — Marta Umbelina se detuvo delante de su casa con su hija de 11 años. Cuando bajó del auto, recibió 10 tiros en la espalda.

Umbelina era una funcionaria en el Comando Norte de Policía Militar de Sao Paulo, y es una de las casi 100 policías asesinadas en Sao Paulo este año, un 50% más que en 2011.

La mayoría fue emboscada cuando no se encontraba en activo, como parte de una guerra a muerte entre la policía y el grupo criminal más grande de Brasil, el Primer Comando de la Capital o PCC.

“Marta era mi amiga, mi colega, sabía todo sobre mí”, dijo Simone Mello, una oficial de policía que trabajó con Martha en su oficina

“¿Por qué ella?, ¿por qué Marta? Estamos demasiado tristes”, dijo.

En un intento por detener al PCC, Sao Paulo lanzó la Operación Saturación a fines de octubre.

El gobierno envió al menos 500 agentes de policía a la favela más grande de la ciudad, Paraisopolis o Ciudad Paraiso.

Las fuerzas de seguridad arrestaron a docenas de supuestos miembros de la banda, confiscaron armas y drogas e incluso hallaron una lista con los nombres y direcciones de 40 miembros de la policía militar en ella.

Pero la policía no es el único grupo que ha sufrido bajas en la creciente guerra.

El número de homicidios en Sao Paulo se ha elevado a casi 1,000 en este año, principalmente en favelas o chabolas. De enero a octubre de 2011 hubo 869 homicidios, según funcionarios del gobierno de Sao Paulo.

Algunos policías también son investigados por asesinatos tipo ejecuciones.

“Los barrios pobres están atrapados en el fuego cruzado”, dijo Camila Nunes Dias, profesora en el Centro para el Estudio de la Violencia de la Universidad de Sao Paulo. “Sufren las consecuencias y sabemos que mucha gente inocente está siendo asesinada”.

Nunes cree que la espiral de violencia en la capital inició en mayo, cuando el gobierno estatal de Sao Paulo tomó una estrategia más agresiva contra el PCC y los grupos del narcotráfico.

El PCC inició en las prisiones de Sao Paulo y control el trasiego de droga en la cárcel.

El Ministerio de Justicia recientemente ofreció enviar tropas del ejército para ayudar a controlar la violencia, al igual que lo ha hecho previamente en las favelas de Río de Janeiro.

Pero el gobierno de Sao Paulo declinó la oferta. En su lugar, acordó la transferencia de supuestos líderes criminales a prisiones federales más seguras y compartir inteligencia más eficientemente.

Mientras tanto, la Operación Saturación se ha expandido a otros barrios. La policía realiza cateos a caballo o en motocicletas en las favelas que ocupan las colinas.

En una reciente incursión a la favela de Brasilandia, la policía formó una cadena humana mientras subía las empinadas colinas con las armas desenfundadas.

Los agentes registraron a jóvenes y detuvieron motociclistas sospechosos de traficar drogas o servir como asesinos a sueldo.

Los habitantes de las favelas de Sao Paulo están divididos. “Es un alivio, ahora está muy tranquilo”, dijo una muer anciana en su camino al trabajo.

Pero otra mujer que cargaba a su bebé aseguró: “ahora que está lleno de policías estoy muy asustada. Estoy preocupada por un tiroteo o una confrontación”.

Muchos argumentan que cuando la policía se marcha, las cosas regresan al estado habitual a menos que sean introducidos proyectos comunales que provean acceso a servicios médicos y educativos.

“No es una cuestión de enviar a la policía”, dijo el vocero de la Asociación de Residentes de Paraisopolis, Joildo Santos. “Tiene que haber trabajo público que dé a la gente joven oportunidades y alternativas”.