En algunos países, los niños crecen realmente tras las rejas con sus padres.

(CNN) — El niño estaba asustado, enojado, inseguro. Su padre se encontraba en prisión, y su hijo no sabía cómo lidiar con su pérdida.

“Todo el mundo dice que mi padre es malo, pero yo realmente lo amo”, dijo el niño.

Sharon Content todavía recuerda esa conversación - un recordatorio de su pasión en la vida- ella trabajó en Wall Street durante cinco años antes de darse cuenta de que necesitaba algo más significativo.

“Simplemente no me sentía satisfecha”, dijo.

Content es la fundadora de la organización Children of Promise, en Brooklyn, Nueva York, un lugar destinado a ayudar a los niños a lidiar con tener una madre o un padre en la cárcel. Su organización trabaja con cerca de 200 niños entre las edades de 6 y 16 años, los cuales tienen al menos un padre en la cárcel.

“Yo las llamo las víctimas silenciosas del encarcelamiento”, dijo Content. “No son las víctimas del delito, pero sienten las consecuencias de los actos de sus padres”.

Más de 2.7 millones de niños en Estados Unidos viven con un padre en la cárcel, según un estudio de 2010 por el Proyecto de Movilidad Económica del Centro Pew Research. Para la gran mayoría, hay pocas salidas para los niños. Los niños dejan de ser criados por las abuelas, tías, madres -ellos mismos a menudo luchan en la pobreza y terminan en manos del Estado.

En algunos países, los niños crecen realmente tras las rejas con sus padres, porque nadie más puede cuidarlos y no cuentan con políticas sociales lo suficientemente grandes como para cuidar de todos ellos.

Pushpa Basnet, una de los 10 finalistas de Héroes CNN, dirige un hogar en Nepal, donde decenas de estos niños pueden vivir una vida más normal, incluso en ausencia de sus padres.

En su organización en Brooklyn, Content dice que la separación de hijos y padres a menudo conduce a la depresión, la ansiedad y la ira. En algunos casos, los niños son testigos de los crímenes cometidos por sus padres, por lo que el grupo trabaja con los niños para eliminar la culpa que puedan sentir.

“Estos jóvenes tienen problemas y situaciones tan diversas”, explicó Content. “Pero la única cosa que es constante es que hay un nivel de vergüenza por lo que sus padres hicieron y cargan con la pena”.

Del otro lado de Brooklyn, Christopher Watler corre a Harlem, al Centro de Justicia y Comunidad, su grupo sin fines de lucro que trabaja con el sistema judicial del estado para ayudar a los internos a reinsertarse en la sociedad. Ayuda a cerca de 250 reclusos al año a encontrar trabajo, obtener tratamiento de salud mental y luchar por una vida más allá de la delincuencia.

“Muchas veces cuando un hombre llega a casa, hay un montón de emoción en las familias por darles la bienvenida a casa”, señaló Watler. “Pero poco después de la fase de luna de miel, la realidad comienza a hundirse en: ¿Cuándo vas a conseguir un trabajo?”.

“Para algunos, estas presiones pueden llevarlos de vuelta. Nosotros no queremos eso”.

Muchas veces, los padres se han perdido grandes porciones de los años más formativos de sus hijos. Eso puede crear momentos difíciles y tensos a su regreso.

La organización de Watler trabaja con una “familia de reingreso” en conjunto con trabajadores sociales y los grupos interreligiosos para ayudar a facilitar la transición al proporcionar ayuda con el alquiler, la comida y las pequeñas cosas como pañales.

“Si usted está discutiendo en casa porque no tiene pañales para contribuir en el hogar”, dijo Watler, “queremos ayudar a resolver ese problema en el corto plazo hasta que se pueda poner en pie”.

Ellos se centran especialmente en los hombres y mujeres de 18 a 24 años de edad, que están en el mayor riesgo de cometer delitos de nuevo. El grupo de Watler brinda asesoría para darles las habilidades para ser un buen padre al tiempo que subraya que mantenerse libre de crimen es una lección importante que sus hijos deben aprender.

“Ellos quieren tener esas relaciones con sus hijos”, consideró.

En la organización Promise más de 100 cartas de agradecimiento adornan las paredes. Son las notas de los padres en la cárcel agradeciendo a la organización por mantenerlos en contacto con sus hijos. “Están felices de que todavía respetemos esa relación tan importante”, dijo Content.

Los niños después de la escuela y en los programas de verano escriben a sus madres y padres cada dos semanas. Se incluyen fotografías, boletas de calificaciones y otros artículos que marcan sus vidas. A menudo, los niños se preguntan unos a otros: ¿Qué le dijiste a tu papá?

En Nepal, Basnet también quiere cuidar las relaciones entre padres e hijos. Durante las vacaciones escolares envía a los niños más jóvenes a las prisiones para visitarlas, y ella les trae comida, ropa y agua fresca durante su estancia. Ella también comenzó un programa para enseñar a los padres cómo hacer artesanías, las cuales vende para recaudar dinero para el cuidado de los niños.

“A menudo, piensan que son inútiles porque están en prisión”, dijo Basnet. “Quiero hacerles sentir que están contribuyendo”.

Content cree que los programas son fundamentales para romper el ciclo generacional de encarcelamiento.

“El ciclo no continúa porque (los niños) ven buen comportamiento y respeto en ellos” dijo. “A partir de mi experiencia en el trabajo con la población, el ciclo se repite debido a la falta de apoyo que los jóvenes tienen después de pasar por experiencias traumáticas.”

Los niños tienen derecho a ser niños en su programa. Ellos juegan deportes y otras actividades recreativas. Pero los niños también hablan en grupos acerca de sus sentimientos, y se les permite el acceso de apoyo de salud mental.

“Los jóvenes que han perdido a un padre por el despliegue militar o incluso la muerte o el divorcio, la sociedad tiene un nivel de compasión y comprensión por ello”, expresó Content. “Pero para un niño que pierde a un padre al ser encarcelado, no tiene el mismo nivel de empatía”.

Ella recuerda cuando consoló al niño quien se preguntó sobre si estaba bien amar a su padre.

“Tu papá no es malo”, le dije. “Él tomó algunas decisiones malas y … está pagando por esos errores. Tu puedes sentirte bien acerca de amarlo”.

Content sabe que ayudar a 200 niños es “solo una gota en el océano”, en comparación con los millones de niños con padres encarcelados. Pero ella espera que su organización crezca, primero a nivel estatal y luego nacional, llamar la atención a la sociedad sobre una población en la que nadie piensa”.

“Si yo soy capaz de dar un poco de voz a esa población”, dijo, “Me siento como que estoy haciendo mi parte”.